Nos levantamos temprano para ir a la oficina de Viazul. Nos han dicho que es posible que tengamos problemas para conseguir billetes al cayo de Santa María y estamos algo preocupados. Sin embargo, no hay problema alguno, salvo una pequeña espera. Cogemos todos los billetes de autobús que necesitamos de aquí a La Habana sin pegas. Si vemos que algunos pasajeros tienen problemas por no llevar los billetes impresos, cosa que al parecer no admiten. Cosa que no es de extrañar viendo lo rudimentario de la oficina. Me sorprende que no haya problemas de espacio en los autobuses, si desde una oficina hacen reservas para otras rutas, ya que no cuentan con un sistema centralizado de reservas. Básicamente lo que tienen es un ordenador y una impresora que no me explico cómo sigue operativa.
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Al salir hay un montón de taxistas en la puerta que ofrecen todo tipo de excursiones y traslados. Negociamos con uno de ellos la excursión a Tope de Collantes para los 5, por 70 CUC. Y, mientras que esperamos a que nos traiga el coche, nos vamos a desayunar. Encontramos un puestecito que tiene bastante surtido de dulces. Probamos tres distintos y un zumo de guayaba que está muy bueno. La guayaba es muy típica aquí y además está riquísima, aunque aún no hemos probado la fruta, sólo los diferentes dulces, zumos y batidos que hacen con ella. Mientras esperamos al taxi entro a curiosear en una carnicería, aunque al principio no sé lo que es porque no veo carne por ninguna parte. El dueño es muy simpático, me cuenta que es profesor de inglés y me habla sobre la educación en el país. Dice que el partido comunista estadounidense enviaba profesores de inglés a Cuba para que ellos pudieran aprender. Estamos un rato charlando con él y con su compañero, hasta que aparece el taxi.
La carretera sube una montaña bastante empinada y al coche le cuesta subir. De hecho, hemos tenido suerte: normalmente los taxistas no quieren llevar tantos pasajeros precisamente por esto.
Tope de Collantes es un parque natural con un salto de agua y una piscina natural. La entrada cuesta 10 CUC por persona y son aproximadamente 3 horas de caminata, ida y vuelta. El camino es desnivelado y está lleno de barro y piedras, por lo que se hace algo difícil. La humedad no ayuda -cuesta incluso respirar- y me termina resultando complicado terminar la ruta por culpa del calor. Eso sí, el entorno es espectacular y la pequeña piscina natural, una pasada: aunque el agua esta bastante fría, me cuesta sacar a D de allí, que no deja de ponerse debajo de la cascada, saltar entre las rocas y nadar tranquilamente.
Mientras volvemos, el taxista nos comenta que hay otra cascada más accesible llamada El Cubanito -que es a la que suelen ir los locales-. Tal vez la próxima vez. Lo que si que no nos perdemos son las vistas desde un mirador cercano al Tope, desde el que parece que se puede ver toda Cuba.
Regresamos a Trinidad, directos a la ducha, casi con desesperación. Después de la ducha y de descansar un rato nos vamos a dar una vuelta. Es pronto, así que cogemos un bocadillo en una ventanita. Las ventanitas son maravillosas: puedes encontrar de todo y. normalmente. precios en moneda nacional. Nos parecen un invento genial y, aunque suelen meterte miedo con comer en la calle, lo cierto es que hemos comido y bebido muchas cosas en ventanas y -por lo menos hasta el momento- nuestros estómagos están en perfecto estado.
Nos tomamos un helado de guayaba en una heladería del centro. Me encanta todo lo que lleva guayaba, está increíble. Después vamos a recorrer la zona vieja de la ciudad. Es curioso porque aquí hay muchas galerías de arte, con bastante calidad además. Los cuadros no son baratos, pero hay verdaderas joyas. Los restaurantes son también muy bonitos. La mayoría en casa coloniales con patios muy cuidados. Sin música y sin ron, pero preciosos. Se nota que cuidan los detalles, sobre todo en los que están más orientados a los turistas.
Vamos caminando hasta una iglesia derruida, donde nos explican que se está construyendo un hotel de lujo. No es el primer en construcción que vemos en el pueblo, que hasta el momento no tiene ninguno de esas características. El chico que cuida de la obra nos habla de la muerte de Fidel y nos dice que está todo el planeta conmocionado por la muerte del comandante, que era un hombre muy bueno, querido y admirado en todo el planeta. No le decimos nada porque sabemos que es lo que han estado contando día y noche en la televisión nacional estos días. Por lo que hemos visto y nos han dicho, emiten en bucle discursos de Fidel, en todos los canales, y sacan imágenes de homenajes realizados alrededor del mundo.
Un chico nos para y nos ofrece una cena por 10 CUC y mojitos. Vamos a ver el restaurante, que está en una casa enorme con varias terrazas. Decimos que tenemos que pensarlo. Al rato nos encontramos con una mujer que nos ofrece cenar a 6 CUC, también con mojitos. Vamos con ella a ver el sitio y resulta que es el mismo de antes. Los del sitio se molestan un poco con ella. A la salida nos encontramos al chico y le decimos que no entendemos qué ha pasado, nos explica que la chica dio un precio demasiado bajo y que por eso ya no trabajarán más con ella. No nos gusta nada esto, así que directamente descartamos ese lugar y vamos directamente a las escaleras de la Casa de la Música, donde hemos quedado a las 8 con el grupo de españoles. Hoy nos juntamos todos a los que hemos ido viendo a lo largo del viaje y dos chicos de Pamplona que ha conocido A esta tarde.
Decidimos ir juntos a cenar a un sitio que hemos visto antes (donde nos han dicho que tienen ron). Comemos por unos 4 CUC por persona con cócteles a 3 CUC. Es una casa colonial con patio interior y estamos solos. Al terminar de cenar, ya han cerrado hace rato, nos piden que no armemos escándalo al salir para que no sepan que han vendido alcohol.
Nos vamos a dormir porque ya hay poco que hacer. Todo ha cerrado y no hay música en ninguna parte.