Salimos pronto por la mañana, concretamente a las 6:30 de la mañana ya estamos en el aeropuerto para coger nuestro vuelo a Milán. La verdad es que salir de madrugada tiene el inconveniente de que te caes de sueño, pero la ventaja de que la carretera y el aeropuerto están vacíos, por lo que todo se hace mucho más rápido.
Una cita con el Duomo
Volamos con Air Europa, en un Boeing enorme que nos sorprende para un trayecto tan corto… y es que no volamos directamente a Amán, sino que hacemos escala en Milán Malpensa, aeropuerto al que llegamos alrededor de las 9.30 de la mañana. Tras dejar las maletas en la consigna del aeropuerto (a razón de 7€ por bulto), cogemos el Malpensa Express para ir hacia la estación de Milán Cardona, la más próxima al Duomo, nos cuesta un total de 20€ por persona (ida y vuelta) y tarda unos 35 minutos.
Vamos a Cardona, cogemos algo de desayunar (un pan con pepitas de chocolate típico y un canoli relleno de pistacho) y nos vamos a la iglesia donde está el fresco de «La última cena»… pero no podemos pasar porque hay que reservar con mucha antelación y ya no hay huecos disponibles hasta dentro de varias semanas. Así que nos vamos hacia el centro pasando por la Plaza del antiguo mercado y llegando hasta el Duomo que está muy animado y lleno de turistas, pese al frío horroroso que hace. La puerta nos impresiona; y también la cola que hay para comprar las entradas, así que damos una vuelta y pasamos por la Galería de Vittorio Emanuele y vamos hasta el teatro de La Scala.
Después compramos las entradas presencialmente (porque son más baratas que online) y entramos al Duomo, que está muy bonito pero que tiene unos cuantos andamios dentro, cosa que no mola. Nos impresiona especialmente la estatua de San Bartolomé desollado, que es una auténtica pasada.
Una comida a la italiana
Se nos ha hecho casi la hora de comer, así que volvemos hacia el Castello Sforzesco, donde hemos visto un restaurante que tiene muy buena pinta… pero cuando llegamos está lleno y tenemos que buscar algo por los alrededores. Nos damos cuenta que la mayoría de los restaurantes abren solo para cenar y al final comemos en la Ostería dal 47, un sitio que no es gran cosa pero tampoco está mal, unos penne y unos ñoquis que están buenos pero no son nada de otro mundo. Volvemos al postre a la pastelería de antes y aprovechamos para comprar algo de prosciuto y queso para cenar en el avión, porque vamos a llegar tarde a Amán. Cuando llegamos al aeropuerto nuestro vuelo está retrasado y embarcamos con más retraso aún, de tal forma que aterrizamos en Amán pasada la medianoche.
Por fin, Amán
Los de la compañía del coche de alquiler viene a recogernos al aeropuerto con un coche que está bien pero que es bastante antiguo y está un poco sucio y rayado. Vamos con él hasta la agencia y tenemos algo de lío con el descuento que nos habían prometido y el cambio entre dólares y euros, pero al final lo solucionamos pagando con tarjeta. Cogemos ya el coche y vamos hasta la gasolinera más cercana porque nos han dado el depósito vacío, así que echamos por 30 dinares, que vienen a ser tres cuartos de depósito, y ponemos rumbo hacia el centro de Amán que es donde tenemos el hotel. Son casi las dos y cuarto cuando nos vamos a la cama.. Y es una pena porque mañana tenemos free tour a las 10.