Hoy amanezco un poco más pronto de lo habitual. Son las 6 AM en Manhattan cuando salgo del apartamento. Mi destino: la 34th st entre la 11th y la 12th ave. Hoy voy con Megabus a Washington DC.
Lo primero que me sorprende es el autobús. Por los 6$ que me costó el billete, me esperaba cualquier cosa… pero no, bastante cómodo, nuevo y con WiFi y enchufes en todos los asientos. Las cuatro horas de viaje hasta Washington se me pasan volando, de hecho.
Bajo en Union Station. La estación me sorprende porque es muy bonita, aunque la mitad está en obras. Ya empiezo a acostumbrarme a que todo en este país esté en obras. Supongo que es su manera de reactivar la economía. Tiene lógica.
Salgo de la estación y camino hasta el Capitolio (en obras también). Me quedo un rato observando a los obreros que trabajan en la cúpula y después prosigo mi camino hasta el National Mall. A lo lejos veo el monumento a Washington.
Avanzo por la izquierda con una idea fija: visitar el Museo del Aire y el Espacio. La última vez no pude verlo entero y es una de las razones por las que he vuelto a la ciudad. La otra es hacer fotos, obviamente.
El Museo es fascinante. Podría pasar días enteros aquí dentro. Me gusta especialmente todo lo relacionado con el espacio, los trajes espaciales, los transbordadores… La exposición sobre la evolución de los sistemas de navegación es espectacular también. Quizás porque aquí entra en juego la ingeniera que haay en mí, deformación profesional. Me quedo casi dos horas recorriendo el museo y salgo con la idea de volver más tarde, si me sobra algo de tiempo.
Sigo por el National Mall hasta llegar al monumento a Washington y una vez allí giro a la derecha para llegar a la Casa Blanca. Hay un edificio precioso en la 15th st NW al que no puedo evitar tirar una foto. La Casa Blanca, en cambio, resulta bastante decepcionante. Tengo la impresión de que parece más una maqueta que una vivienda real, quizás de haberla visto tantas veces en las películas. Recuerdo que la última vez pensé exactamente lo mismo, pero me parece casi un crimen venir hasta aquí y no pasar a verla. Cuando vuelvo hacia el National Mall veo en un parque a un grupo de gente con banderas de arcoíris y lemas contra la homofobia en Rusia. Están parados, hablando entre ellos, mientras un equipo de vídeo se prepara. Cuando acaban de color las cámaras, alguien grita acción y todos comienzan a moverse y a protestar activamente. Me resulta casi esperpéntica la escena, no entiendo muy bien qué están haciendo y, aunque pregunto a un guarda de seguridad cercano, no me responde.
Continúo mi camino hasta el Memorial de la II Guerra Mundial. Me gusta mucho el paseo por el National Mall porque está todo lleno de Museos en los laterales y en las zonas verdes resulta muy relajante ver pasar a la gente corriendo o montando en bicicleta. Además, hace un día muy soleado, de verano. Da gusto pasear hoy por aquí.
La vista desde el Memorial es bastante impresionante, aunque en mi opinión es bastante mejor desde el Monumento a Lincoln. Es un paisaje visto en muchas películas, me viene a la menta la famosa escena de Forrest Gump en este lugar.
Del Monumento a Lincoln paso a ver el de los veteranos de Vietnam. Siempre me producen mucha desazón esos soldados petrificados, como perdidos en medio de la nada. Me quedó un rato observándolos. Pienso en cuántas vidas ha perdido este país a causa de la guerra, en cuántos monumentos conmemorativos hacen falta para compensar eso… y no me salen las cuentas. ¿De qué te sirven todos los honores cuando ya estás muerto?
Sigo hacia el Memorial de Martin Luther King Jr. Me gusta mucho este trayecto, puede que sea mi favorito, bordear el lago y sentarme tranquilamente en uno de los bancos que hay junto a él me resulta reconfortante. A continuación el Memorial de Franklin Delano Roosevelt. Me gusta este recorrido por la vida del presidente, las estatuas que lo forman, las palabras que llenan sus paredes. Es todo sobre guerra, sí, pero también sobre libertad. The only thing we have to fear is fear itself.
Me siento un rato a descansar al final del Memorial y después doy media vuelta. cuatro horas de viaje más tarde, el Empire State teñido de azul me recibe a mi entrada por New Jersey. Y, por raro que parezca, se siente un poco como volver a casa.