Diario de la Costa Oeste (6): Las Vegas
Diario de la Costa Oeste (6): Las Vegas

Diario de la Costa Oeste (6): Las Vegas

 

Nos levantamos con muchas ganas deb compras. El calor de Las Vegas tampoco invitaba a otra actividad (salvo bajar a la piscina, quizás). Desayunamos en el buffet de nuestro hotel, por ganar tiempo. El desayuno típico de cualquier buffet normalito, nada del otro mundo. Eso sí, las tortillas hechas en el momento de impresión. Buenísimas y muy recomendables.

Cogimos el coche rumbo a los outlets. Empezamos el día en el del Sur, donde arrasamos. Recomiendo registrarse antes en la web y sacar los descuentos que facilitan. Os darán además un vale por un libro de descuentos a recoger en el propio outlets que os vendrá muy bien. Los outlets cuentan con su propio parking, gratuito.

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Bajamos a comer y a dejar las bolsas. Nos quedamos en el Harras, que estaba al lado de nuestro hotel, para no tener que estar moviendo el coche dos veces y porque llegábamos por los pelos (la comida de los buffets es hasta las 3 y llegamos a las 2:30). La comida bastante bien:  me gustó sobre todo la carne a la barbacoa que hacen en el momento. Muy buena. La zona de comida mexicana también estaba bastante bien. Tuvimos suerte y uno de los camareros era cubano, enamorado de España y nos estuvo asesorando (Se me olvida decir que las bebidas no alcohólicas están incluidas en todos los buffets).

Terminamos de comer y nos fuimos de nuevo a los outlets, esta vez al del norte. Perdimos la noción del tiempo comprando y, cuando nos quisimos dar cuenta, eran las 8:45. Corriendo a todo prisa de vuelta a Las Vegas porque teníamos hasta las 9:30 para cenar y aprovechar el pase de 24 h de Buffets. Llegamos al hotel a las 9:05, pensando en cenar directamente en ese buffet y así poder dejar las bolsas en la habitación (ibamos cargadísimos). Nos dividimos en dos grupos: unos se quedaron aparcando el coche (aquí fue cuando descubrimos que el valet parking solo valía para el primer día, en el mejor momento posible, como podéis ver) y los otros subimos corriendo al buffet a ‘fichar’… pero el buffet estaba cerrado.

Corriendo por todo el hotel, bajamos hasta la entrada, donde tuvimos suerte y localizamos a los que faltaban (en ese momento estaban diciéndoles lo del valet parking y mandándoles al otro aparcamiento). Decidimos ir al Harras, que era el que más cerca nos quedaba. Entre unas cosas y otras, ya eran las 9:15. y, para colmo, había cola en el buffet. Desesperados porque veíamos que llegaba la hora y los demás aún no habían aparecido, llegó nuestro turno. Eran las 9:25. Dejamos las cuatro tarjetas sobre el mostrador y la mujer nos miró con cara de no comprender. Amablemente, nos dijo que no podía pasar las tarjetas sin el propietario presente. Le dijimos que estaban en el baño en un acto de desesperación y la pobre mujer debió ver la angustia en nuestros ojos, porque accedió a ‘ficharnos’ sus tarjetas. La hora de entrada: 9:28. Teníamos cena por dos minutos.

Cenamos lo mismo que habíamos comido, ya que el buffet no había cambiado, pero con tanta carrera y tanto estrés no teníamos ni hambre. Al acabar, subimos a la habitación a cambiarnos. Bajamos a las 23h, rumbo a Freemont st, zona que aún no habíamos visitado. Dejamos el coche en un parking flat rate por 5$, ya que el del Golden Nugget estaba completo. No podíamos haber elegido peor fin de semana para visitar Las Vegas.

El ambiente en Freemont nos decepcionó nada más entrar. Gente muy rara y con muy malas pintas, medio vacío todo. No llegamos ni a la mitad de la calle cuando vimos a un tipo con una pistola en la mano. Os podéis imaginar nuestra cara de pánico. El tío llevaba una pistola en una mano y una cerveza en la otra, como si nada. Tan disimuladamente como pudimos, salimos corriendo de allí y volvimos hacía el Strip (Por cierto, comenté esto con unos amigos de LA y me dijeron que está totalmente prohibido, incluso en Las Vegas. Fliparon bastante con la historia).

De camino al Strip en el coche empecé a notar que me dolía mucho el pie. Bueno, lo cierto es que llevaba molestándome todo el día, pero con tanta agitación no me había detenido a verlo. Al bajar del coche, me dicuenta de que tenía un bulto del tamaño de un huevo en el tobillo. Por suerte, llevábamos médico a bordo, que me diagnosticó un esguince leve y reposo inmediato.

Truncada nuestra segunda noche en las Vegas, subimos a la habitación para ponerme hielo en el tobillo y la pierna en alto para bajar la inflamación. Medicación y a dormir. Nos quedamos sin jugar en los casinos pero todos nos mostramos unánimes: volveremos.

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