Madrugramos nuevamente para coger la carretera, esta vez rumbo a Las Vegas. Cogimos un pequeño desvío para atravesar y ver Death Valley, ya que llevábamos el pase anual de parques (aunque al final nadie nos lo pidió).
Paramos en los miradores que encontramos en el camino, pero decidimos no desviarnos a los que quedaban algo más lejos porque hacía muchísimo calor y no apetecía demasiado salir del coche.
Llegamos a Las Vegas sobre las 3 de la tarde. Nuestro hotel era The Quad, situado en el Strip.
Elegí el hotel The Quad por su ubicación y porque encontré una oferta bastante buena en Total Rewards. Nos salieron las dos habitaciones ‘Deluxe’ por 312 € (impuestos y resort fees incluidas). Al principio vi una oferta aún mejor en el Bally’s, pero me entraron las dudas y cuando me decidí a cogerlo, la oferta ya había expirado. A partir de ahí aprendí la lección: si la cancelación es gratuita, reserva primero y piensa después.
Al llegar al hotel, te tienes que dirigir a ‘Registration” para que te cojan el coche (es lo que ellos llaman Valet Parking, te dan un vale y se llevan tu coche). Te darán un ticket para que luego llames desde la habitación para que te suban las maletas. Explico esto porque a nosotros nos pareció un poco raro al principio y nos costó ubicarnos.
El valet parking solo es para el primer día, a partir de ahí tendréis que utilizar el parking de clientes situado al otro lado del hotel. De esto nos enteramos casi al irnos, ya que estuvimos utilizando el valet parking los dos primeros días sin saberlo.
Tuvimos suerte y nos dejaron hacer el check in a las 3, aunque oficialmente comenzaba a las 4. Cuando bajamos a esa hora, la cola para registrarse en el hotel era inmensa. Luego nos enteramos de que justo esos días había un festival de música electrónica muy importante y la ciudad estaba desbordada de visitantes, por eso había tanta gente y la habitación nos había salido tan cara.
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Salimos con la intención de dar una vuelta de ubicación por el Strip, por lo que no llevábamos prácticamente nada salvo el móvil y algunos dólares. Empezamos a caminar visitando los distintos hoteles de la zona: Caesars, Bellagio, Paris, Venetian,… Todos impresionantes y enormes. Vimos el espectáculo de las fuentes del Bellagio casi de casualidad al pasar por delante. Luego bajamos hacia el New York, New York y los demás. El caso es que se nos pasó el tiempo sin darnos cuenta y llegó la hora de cenar.
Decidimos acercarnos al buffet del Paris (el hotel que más me ha gustado) para activar nuestro pase de 24 h de Total Rewards. Es un pase para poder acceder a los buffets asociados durante 24 horas. El pase se compra directamente el buffet, aunque tendréis que preguntar para localizarlo porque, como he dicho, el hotel es inmenso y no hay quien encuentre nada. Esa sensación de estar desubicado será algo recurrente en Las Vegas.
Activamos el pase a las 21:30, el buffet cerraba a las 22h. El sitio es increíble, no desvelaré nada porque creo que el efecto sorpresa ayuda, pero merece mucho la pena acercarse a este buffet. La comida muy buena también, sobre todo los crépes, que se hacen al momento. No los dejéis de probar.
Acabamos la cena y pensamos en ir al hotel a cambiarnos y coger algo de efectivo para bajar a los casinos… pero al llegar a la habitación nos pudo el cansancio y nos quedamos dormidos. Es lo peor de este viaje: el cansancio constante. No había tiempo de recuperar fuerzas.