Llega el ecuador del viaje y con él un cambio de vivienda. Dejo mi apartamento de Nolita para irme a casa de Cris, en Queens.
Salgo con mi maleta hacia el metro. Pesa muchísimo y me hago a duras penas con ella. Además, el tipo de la estación no me quiere abrir la puerta y me toca pasarla por el torno. Bajar las escaleras de la estación es toda una odiesa. Subo hasta la 42th st para ir a buscar a Cris al trabajo. Al salir a Times Sq noto que algo va mal. La cremallera de la maleta se ha roto.
Como puedo llego hasta el trabajo de mi amiga y dejo la maleta, abierta de par en par ya, allí. Mi mañana en Manhattan ya tiene objetivo: buscar una maleta nueva. Bajo caminando por la Sexta y me dedico a buscar algo que me sirva y que no se me rompa en el camino. Acabo comprando una maleta mucho más grande que la anterior y muy ligera, que vuelvo a cargar en el metro hasta Times Sq. Parece el día de la marmota.
Como con Cris en un Deli que hay cerca de su trabajo. Después cogemos un taxi hasta Queens porque no me veo capaz de cargar mi maleta gigante y cargada en el metro otra vez. El taxista resulta ser un mexicano de lo más simpático. Nos cuenta que de joven vivía en Los Ángeles y que solía ganarse la vida vistiéndose de punk y cobrando a los turistas 5$ por hacerse fotos con él en Hollywood Blv. Ahora se ha venido de Carolina del Norte, donde vivía con su mujer de la que se acaba de divorciar. Trabaja entre 12 y 18 horas diarias. Asegura que la vida en Manhattan es muy dura pero se hace mucho dinero. Dice que su sueño es comprar más vehículos y tener conductores que realicen servicios para él. Me fascina la manera en la que habla, le veo completamente capaz de conseguir lo que se ha propuesto.
Llegamos a Astoria tras hora y media de atasco. Subimos la maleta al apartamento (tercer piso sin ascensor) y nos bajamos a explorar el barrio. Mi primera impresión sobre Astoria es muy positiva. Parece un barrio tranquilo, mucho más residencial que Manhattan. Vamos a un supermercado a hacer algo de compra, los precios son también más bajos y hay más variedad de productos. O al menos esa es la impresión que tengo yo. Compramos algo de desayuno y cena y nos subimos a casa.
Es el primer día desde que estoy aquí que paso sin hacer ni una sola foto. Se me hace hasta raro.