Madrugamos bastante más de lo habitual porque el día anterior, al llamar para confirmar el vuelo sobre el Gran Cañón con Papillon (lo piden en la reserva) me dijeron que tardaría unas 3 horas en llegar desde Cameron al aeropuerto. Pero me engañaron. Tardamos como una hora y media, parando en un par de miradores incluso. Así que teníamos tiempo de sobra para desayunar tranquilamente y ubicarnos en la zona.
Ojo porque el aeropuerto para los vuelos en avioneta no es el mismo que el aeropuerto para los vuelos en helicóptero. El de las avionetas está un poco más adelante.
Nuestro vuelo era en avioneta (más económico). En un principio había elegido la opción de ventanilla, pagando 10$ más por cabeza, pero cambié de opinión en el último momento. La jugada nos salió bien porque no había mucha gente y acabamos teniendo todos ventanilla. Las avionetas tienen una fila de 2 asientos y otra de 1 asiento. Es bastante improbable que os toque a todos sin ventana, así que yo no pagaría el recargo porque no considero que sea necesario.
Espectaculares vistas desde la avioneta, aunque un mareo como en la vida porque hacia bastante viento y eso se movía demasiado. Salimos todos revueltos, tanto que necesitamos sentarnos un buen rato para recuperarnos.
[booking_product_helper shortname=»las vegas»]
Después de descansar y comer algo, subimos al centro de visitantes. Allí se deja el coche y se empiezan a coger los autobuses, todos ellos gratuitos. Lo tienen muy bien montado y resulta de lo más sencillo moverse por los diferentes miradores. No es necesario coger el coche para nada. Yo iba un poco preocupada por este tema y en absoluto, los americanos saben montar este tipo de cosas perfectamente. Todo son facilidades para el turista.
Acabado el recorrido por el Cañón (lo que nos dio tiempo a ver), bajamos a Williams, donde nos alojábamos en el Grand Motel. Otro pueblo pequeño en el que cualquier alojamiento es céntrico.
El motel no era gran cosa, la WIFI no funcionaba y el desagüe de la ducha de una de las habitaciones no funcionaba. No lo recomiendo para futuros visitantes. Si no recuerdo mal, fueron 100€ las dos habitaciones, con desayuno.
Cenamos en el Cruisers Cafe 66, un restaurante ambientado en la ruta 66. Costillas para los 4, cerveza y un par de entrantes por 85$. Todo esto con las tasas (en EEUU te meten tasas en absolutamente todo y nunca jamás vienen incluidas en el precio, así que ojo. Rondan el 10%) y la propina del 20% que la camarera autoincluyó en la cuenta sin consultar ni nada. Más tarde consulté con un amigo de allí y me dijo que, aunque sí hay que dejar propina, se debe dar la opción al cliente de dejarla, en caso de que no le haya gustado el servicio o la comida. Y que no tiene por qué ser un 20%, se considera razonable dejar de un 15% para arriba.
Después de la cena, un paseo por Williams, un pueblo precioso que merece totalmente la pena visitar.