En nuestro segundo día en Gran Canaria nuevamente empezamos con los planes retorcidos: queríamos ir al cenobio de Valerón, pero está cerrado por las restricciones. Así que nos toca otra vez recalcular ruta.
De pueblo en pueblo
Empezamos por visitar los pueblos de Moya y Firgas. El primero luce más desde lejos que desde el propio pueblo. El segundo, si bien pequeñito, tiene una calle encantadora que comienza con una fuente con cascadas continuas y que termina con representaciones de las distintas islas de Canarias.. todo ello encuadrado entre escudos heráldicos y la iglesia del pueblo. Muy chulo para visitarlo, aunque solo sea por esta calle y por la plaza del pueblo.
De ahí nos vamos a Teror, el pueblo del que viene el famoso chorizo (que, por cierto, nos encanta). Es un pueblecito pequeño, muy bonito y que merece la pena visitar. De comida, o bebida más bien, va la cosa porque seguimos hasta Arucas, el lugar del que viene el popular ron canario. Nos hubiera gustado hacer una visita a la fábrica de ron, pero no está abierta al público hoy, así que nos conformamos con su espectacular catedral y su significativa torre, que sobresale desde cualquier punto que quieras mirar.
Las Palmas de Gran Canaria
Acabamos la ronda de visitas en Las Palmas, la capital de la isla, dirigiéndonos a la famosísima playa de las Canteras: por mucho que digan los canariones, no es ni de lejos la mejor playa de la isla (ni de las islas, obviamente). Sobre todo porque está enmarcada por edificios, y eso ya le hace perder. Eso si, para ser una playa urbana es una pasada: ancha, larguísima, con un paseo marítimo genial que tiene mucha vida y resulta muy agradable para pasear por el. Si a eso le sumamos que Las Palmas tienen un clima privilegiado, que se mantiene estable durante todo el año, pues que no nos importaba vivir aquí una temporada, tampoco nos vamos engañar.
Como es domingo, está todo hasta los topes y nos cuesta horrores encontrar un sitio en el que comer. Al final terminamos sentándonos en el primer sitio que tiene una mesa libre. Lo bueno que tiene Canarias es que todo suele estar rico y bien de precio, así que es complicado equivocarse.
Tras la comida nos vamos al casco antiguo de Las Palmas. Queremos dar un paseo por a Vegueta, que todo el mundo nos ha dicho que es lo mejor de la ciudad. Visitamos la Catedral, con los famosos perros canarios en frente, y recorremos las calles coloniales que inspiraron a La Habana. Cuando llegamos a la casa museo de Colón, mala suerte, ya está cerrada, así que cruzamos la calle y recorremos la calle más famosa (C/Triana) hasta llegar al parque de San Telmo. La verdad es que la calle nos decepciona un poco: esperábamos algo parecido a la calle Larios de Málaga pero no.. aunque, para ser justos, puede que sea porque es domingo por la tarde y todas las tiendas están cerradas.
De camino de vuelta al coche vamos callejeando y nos encontramos el maravilloso Gabinete Literario, que nos hace dejar las Palmas con una sonrisa en la retina.
Para terminar el día, nos vamos hasta el bufadero de La Garita, que es un sitio absolutamente espectacular. Hemos quedado por allí para tomar algo con un amigo -al menos hasta el toque de queda- y para experimentar, otra vez, lo bien que se vive en las islas afortunadas 🙂
Presas y miradores
Nuestro tercer día en Gran Canaria lo empezamos dirigiéndonos hasta el mirador de Guriete. Las vistas que están bien pero tampoco enamoran, sobre todo porque la luz a estas horas no acompaña. Es lo malo de estar de viaje y no vivir en los sitios, a veces te toca ver algo con la luz que hay en ese momento… y esa luz puede ser terrible.
Seguimos hasta la presa de Sorrueda y de ahí nos vamos hasta el pueblo de Fataga. Nuestra idea es seguir hasta el embalse de Soria pero, otra vez, la carretera está cortada. Es el principal problema de las islas, el terreno es tan escarpado que casi todas las carreteras son de montaña y, claro, en cuanto hay una tormenta se producen desprendimientos y adiós. Lo peor es que en muchos casos no hay una alternativa razonable para llegar porque te toca darte toda la vuelta a la isla y llegar por el otro lado, vamos un rollo.
Replanificamos sobre la marcha y nos dirigimos a la ventana del Roque Nublo (que hemos visto en alguna foto y nos ha enamorado), a la que se llega por un sendero que sale desde el mirador de Pico de las Nieves. No está muy bien indicado (bueno, no está nada indicado), así que cuesta un poco verlo. La ventana se identifica rápido, pero la foto buena no es desde ahí, es justo enfrente donde se hace. Cuesta ver cómo llegar al punto clave para hacer la foto porque el sendero no está marcado y, bueno, la zona es un poco complicada… no acabamos de entender cómo hay gente que hace fotos aquí al atardecer o al anochecer, sin visibilidad alguna… entendemos que conocerán bien la zona, porque nosotros desde luego no lo vemos factible, las posibilidades de una mala caída son altas.
Montañas de colores y dunas
De camino a nuestro siguiente punto, damos un pequeño rodeo para pasar por Tejeda a por más palmeras de chocolate de la dulcería Nublo. Esta vez de dulce de leche y tarta de queso, y aprovechamos para llevarnos un bote de bienmesabe, un dulce de almendras que en este sitio elaboran de manera artesanal. ¡Lo que nos gusta un dulce!
Carretera de montaña mediante, llegamos hasta el mirador de Molino, un sitio precioso donde decidimos comernos nuestros bocadillos y, de postre, una palmera.. todo esto en una situación muy rara con un grupo de moteros polacos al lado, vestidos de cuero de arriba abajo, ¡con el calor que hace!
Después de comer nos vamos al Monumento Natural de los Azulejos de Veneguera, una zona montañosa en la que los minerales dan curiosos e intensos colores a la tierra. Muy parecido al valle del Arcoíris que vimos en Atacama, donde nos dieron una explicación magistral sobre el por qué de esos colores (básicamente son minerales que se oxidan al salir al exterior). Este es más pequeñito, pero los colores son casi igual de intensos. Además, con el día que hace se aprecia y valora aún más si cabe el entorno!
Continuando la ruta, bajamos hasta Puerto de Mogán, que es un sitio que tiene bastante fama en Gran Canaria y del que todo el mundo nos había hablado maravillas… pero lo que nos encontramos es un pueblecito turístico completamente artificial, construido a base de casitas blancas para turistas, con muchas flores y restaurantes que ahora mismo están de capa caída. No nos gusta mucho, la verdad. De hecho, en general, toda la parte sur de la isla nos resulta excesivamente turística, con esos acantilados repletos de apartamentos y hoteles nos dan más bien pena. Entendemos que el turismo es el motor de las islas, pero no deja de ser triste ver cómo la naturaleza pierde frente al dinero fácil y rápido del turista de sol y playa.
Tras pasar de largo por varias playas como Anfidemar y Amadores, que no dejan de ser playas turísticas sin atractivo, llegamos a las dunas de Maspalomas, donde nos quedamos para ver atardecer. Las dunas son preciosas (más altas que las de Corralejo aunque menos impresionantes que las del Namib) y el atardecer, memorable: los colores, el reflejo en el mar, las sombras en las dunas, la sensación de paz y tranquilidad.. un auténtico oasis.