Fuerteventura
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Este año ha sido complicado para todos. Un año difícil en todos los sentidos, para muchos aspectos de la vida y, cómo no, también para los viajes. Viajar se ha convertido en algo complejo, costoso e incierto… pero no por ello ha dejado de ser necesario. Al menos para nosotros, que hemos acusado, y mucho, este año sin apenas vacaciones y con más trabajo que nunca. Al llegar diciembre estábamos al borde del colapso, y por eso decidimos escaparnos unos días a Fuerteventura. Necesitábamos de verdad desconectar, resetear, poner el contador a cero. Y lo cierto es que nos ha funcionado a la perfección. Hemos pasado unos días increíbles en esta isla y, sobre todo, hemos recargado la batería que teníamos ya agotada.

Por qué Canarias

Llevábamos años queriendo conocer en profundidad las islas. Era el típico viaje que siempre teníamos en mente, pero que siempre acabábamos descartando… en parte porque se veía fácil para hacer cualquier momento (ese momento que nunca llega), pero también porque Canarias es un destino que suele ser caro y acostumbra a estar masificado.  Con la situación actual, se mataban dos pájaros de un tiro..

Además, también era casi el único destino razonable: comparábamos el PCR obligatorio para entrar desde España en muchos países extranjeros, las tasas de contagios de otras zonas, la falta de médios sanitarios, el cierre perimetral de otras provincias españolas, etc. con bajas tasas de contagio (en Fuerteventura tenían apenas 60 casos cuando estuvimos), el asequible control de acceso (test de antígeno obligatorio en todos los alojamientos turísticos y PCR para extranjeros), la baja densidad de población, naturaleza y  las restricciones de movilidad razonables… no había color.

Por qué Fuerteventura

Dentro de las islas, nos decantamos por Fuerteventura por el precio de los vuelos. Se conoce que a nuestra conclusión llegó mucha más gente y los precios a las islas estaban desorbitados, por fortuna encontramos un vuelo a precio razonable a Fuerteventura y allá que nos fuimos. Aunque, pese a que nosotros elegimos esta isla por descarte, hoy os vamos a convencer de por qué tenéis que visitar sí o sí esta isla.

Las dunas de Corralejo

Situadas al norte de la isla, bastante accesibles por carretera y con facilidad de aparcamiento. Son unas dunas que, si bien no son muy altas, sí que son una preciosidad. Ocupan unas 2500 hectáreas y tienen unas playas muy bonitas.

La península de Jandía y la playa de Cofete

Naturaleza en estado puro, así que prepararos para recorrer pistas de tierra sin quitamiedos durante gran parte del trayecto. La península de Jandía tiene uno de los miradores más espectaculares de toda la isla, desde el que podréis tener unas vistas impresionantes de la playa de Cofete, un sitio que te deja sin aliento la primera vez que lo ves.

El volcán Calderón Hondo

Una rutilla de una hora aproximadamente, poco exigente y con una agradable sorpresa al final: las vistas del impresionante cráter de este volcán. Ojo, eso sí, con el viento. Cuando subimos nosotros hacía un viento horroroso y caminar por el borde del cráter era un deporte de riesgo.

El barranco de las Peñitas

Un lugar del que no esperábamos gran cosa y al que llegamos por los pelos y que, sin embargo, nos dejó alucinados. Espectacular este sitio, una sendero muy accesible y una caminata de lo más agradable, con unas vistas increíbles. Imaginamos que en primavera, con agua, ya tiene que ser una pasada.

Los molinos de viento y los faros

La isla está repleta de molinos de viento y de faros, se puede pasar perfectamente un día haciendo una ruta para recorrerlos todos, aunque posiblemente te los encuentres de camino a cualquier otro lugar y acabes pasando por ellos cientos de veces durante tu estancia.

Las cuevas de Ajuy

Estos acantilados son dignos de visitar y, para colmo, están al lado de una playa de arena negra que es una pasada. Vamos, que merecen una visita sí o sí.

La playa de las palomitas

La famosa playa de los instagramers. La verdad es que es bastante curiosa y merece la pena una visita. Eso sí, nada de llevarse una palomita de recuerdo, por tentador que parezca.

El mirador de Sicasumbre

Posiblemente el mirador más espectacular de toda la isla. Son 360º de vistas increíbles y que, sin duda, es un indispensable en cualquier visita a la isla.

Los acantilados de El Cotillo

Se pueden recorrer por una carretera que los bordea y ver, así, las playas que ocultan. La verdad es que es impresionante ver cómo golpea el mar en esta zona y las olas inmensas que se forman. Un sitio de infarto.

La Pared

Cuenta la leyenda que la isla de Fuerteventura estuvo una vez dividida en dos y que los restos de esa división se pueden ver hoy día en La Pared. Nosotros no lo vimos claro, pero desde luego el sitio es un imperdible.

Los cielos estrellados

Cada noche es una aventura en Fuerteventura. Hay lugares increíbles para ver cielos cuajados de estrellas, como el mirador de Sicasumbre, posiblemente nuestro punto preferido para fotografiar la noche de la isla. También recomendable el molino de Tefía o las dunas de Corralejo. Realmente cualquier lugar que esté un poco alejado de un pueblo va a ser ideal para ver estrellas.

¿Cuántos días?

Esto va a depender de en qué momento del año vayas a la isla y, sobre todo, de qué tipo de viajero seas. Nosotros somos alérgicos a pasar horas muertas tirados en una playa, pero si es tu estilo de viaje, te van a faltar días para disfrutar de las maravillosas y preciosas playas de esta isla. Ojo, eso sí, con el viento, que pega fuerte. Si viajas en invierno, los días serán más cortos y tendrás menos horas de luz… aunque tendrás más horas para hacer fotografías nocturnos, no todo va a ser malo. Nosotros estuvimos cinco días y recorrimos toda la isla, levantándonos a eso de las 8- 9 de la mañana, con tranquilidad… y eso que se nos hacía de noche a las 6 de la tarde.  Nos atreveríamos a decir que en verano, incluso con 2-3 días se podría hacer algo más que interesante en Fuerteventura.

Dónde comer

Vaya por delante que no hemos comido apenas fuera del apartamento en los días que hemos pasado en la isla. Solo pedimos una pizza para llevar en Pizzart, que estaba buenísima además. Comimos un día en Olivo Corso, en El Cotillo, un sitio de tapas que estaba bastante bien. Y otros dos días comimos en Café del Mar, en Ajuy. Aquí repetimos no por necesidad, sino porque nos gustó tanto el primer día que quisimos que una comida en su terraza fuera nuestra despedida de la isla. Este último restaurante lo recomendamos mucho, ya no tanto por la comida (aunque sus pescados frescos son una delicia), sino por el trato que nos dieron. Pocas veces nos han tratado tan bien en un sitio, da gusto encontrase lugares así.

Dónde alojarse

Estuvimos dándole muchas vueltas a este tema. En todos los blogs que consultamos recomiendan la zona de Corralejo, pero nos parecía una ubicación incómoda para lo que nosotros queríamos, que era recorrer la isla de punta a punta. Al final, al estar en el extremo norte de la isla, nos complicaba el llegar al sur. Bueno, por complicar queremos decir que tardábamos un par de horas en llegar. Las razones que leíamos para ubicarse en Corralejo no tenían razón de ser ya, se hablaba de buen ambiente, de oferta de ocio… todo lo que ahora mismo preferíamos evitar. Nuestra idea era, tal y como hicimos en Francia, estar lo más solos posible, comer en el apartamento y evitar las aglomeraciones. No es el momento de estar con gente, no es el momento de disfrutar de buen ambiente de Corralejo, nos tememos. Así que nos decantamos por Puerto del Rosario, en el centro de la isla. Bueno, más bien un pueblecito situado a unos 10 minutos al sur, Costa de Antigua, un sitio pequeño y tranquilo, sin aglomeraciones ni gente. Una ubicación perfecta que nos dejaba a una distancia razonable de todos los puntos de la isla.

 

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