Empezamos nuestro octavo día en Francia regresando a Puy du Fou. Queremos volver a ver el espectáculo de cetrería, que definitivamente ha sido nuestro preferido.
Hay bastante menos gente que ayer, posiblemente porque aún es temprano. El día está bastante cubierto y no va a tardar en ponerse a llover. Esta vez decidimos sentarnos más arriba y, la verdad, es un acierto.
Clisson
De nuevo en la carretera, esta vez rumbo a Clisson. Es un pueblecito precioso, con un castillo y un espectacular puente, el puente de la Vallée, del siglo XV. La vista desde el otro lado, con el castillo de fondo, es perfecta.
Aprovechamos para comer junto al río, en un banquito tranquilo y con buenas vistas. La verdad es que es bastante fácil encontrar lugares así en Francia, algo que se agradece mucho.
Se puede aparcar gratuitamente a la entrada de pueblo, por cierto. Así que es una parada ideal para la ruta.
Nantes
Seguimos nuestra ruta hasta Nantes. Hemos reservado un hotel que está algo retirado del centro (a unos 3 km), pero que tiene aparcamiento, así que dejamos el coche ahí y nos vamos dando un paseo hasta la île de Nantes, donde están Les machines de l’île.
Seguramente os sonará el elefante de Nantes, que forma parte de este proyecto artístico. Es un lugar curioso, con un rollo muy steampunk. Según su página web: Les Machines de l’île es un proyecto artístico totalmente inédito. Nacido de la imaginación de François Delarozière y Pierre Orefice, se sitúa a medio camino entre los «mundos inventados» de Julio Verne, el universo mecánico de Leonardo da Vinci y la historia industrial de Nantes, en el emplazamiento excepcional de los antiguos astilleros.
Se puede entrar a visitar el museo donde están las máquinas o subir al elefante para dar un paseo sobre él. A nosotros no nos llama especialmente esto último, además hay demasiada gente.
Seguimos caminando hasta el Memorial de la Abolición de la Esclavitud, que nos pone la piel de gallina. En la plaza en la que está se pueden ver placas que identifican a los distintos barcos esclavistas que partieron de la ciudad cargados de esclavos… y son demasiados. La entrada la memorial es gratuita y, desde luego, merece una visita.
Nos movemos hacia la plaza Graslin, donde está el famoso restaurante art noveau Le Cigale. Justo en frente, el teatro Graslin que justo este mes está decorado con una espectacular cascada de agua. Al parecer, hay una intervención artística en la ciudad: diferentes arquitectos han realizado adaptaciones en edificios y monumentos de Nantes. Algo muy curioso y con bastante buen resultado. Este, particularmente, nos parece maravilloso.
Luego vamos al Passage Pommeraye, que data de 1843, un centro comercial diferente. De ahí nos movemos al castillo de los Duques de Bretaña, al que han añadido este mes un tobogán inmenso que recorre todo su lateral… pero al que no llegamos a subirnos porque lo cierran cuando empieza a llover. Sin embargo, sí que podemos recorrer todas sus murallas y disfrutar de sus vistas, incluídas las de la antigua fábrica de galletas LU, hoy reconvertida en Lieu Unique, hacia donde nos dirigimos después.
Tras dar un paseo por el centro y descubrir, entre otras cosas, que están celebrando una feria frente la catedral (locura total en estos tiempos), cogemos un autobús que nos deja en la puerta del hotel. La verdad es que Nantes es una ciudad agradable, quizás no la más bonita o espectacular del mundo, más un buen sitio para vivir que para visitar.
Rochefort-en-Terre
Empezamos nuestro noveno día en Francia conduciendo hasta este pueblecito, del que dicen que es uno de los más bonitos de país. Y, ciertamente, es precioso. Sobre todo está muy cuidado, repleto de flores que hacen muy agradable pasear por sus calles.
Cuando llegamos es bastante temprano y no hay apenas gente, pero pronto empiezan a llegar turistas… y bastantes. Llegamos hasta el castillo y, a la vuelta, paramos en un puestecito de dulces y compramos la que será nuestra perdición en Bretaña: los kouign amman, unos pasteles con extra de mantequilla que son típicos de esta región de Francia y que se vuelven una absoluta necesidad. Además este está especialmente bueno, recién hecho… se deshace en la boca, una gozada.
Tras degustarlos tranquilamente en un banco del centro del pueblo, vamos a por nuestro coche que está en el aparcamiento de pago de la entrada y nos ponemos en marcha de nuevo.
Nuestra siguiente parada es La Gacilly, un pequeño pueblo famoso por su festival de fotografía. Cada año, realizan una exposición en sus calles con fotografías de distintos artistas. La verdad es que es una pasada, sobre todo si te gusta la fotografía. Este año, además, hay una exposición de Sebastián Salgado, que siempre es algo digno de ver.
El aparcamiento en este pueblecito es gratuito, así que no hay excusas para no incluirlo en la ruta. Aprovechamos para parar a comer en un sitio llamado BBL, que está bastante bien y que además no tiene mucha gente, cosa que ahora valoramos mucho.
Broicelande
Llegamos hasta Paimpont para visitar el bosque de Broceliande, un mítico lugar donde dicen que nació la leyenda del rey Arturo y donde se puede visitar hasta la supuesta tumba de Merlín. Leyendas aparte, la verdad es que es un lugar precioso que bien merece un paseo.
Rennes
Nuestra última visita de día es Rennes, ciudad en la que haremos noche. Dejamos el coche en el centro, pagando solo media hora de aparcamiento porque a partir de las 19 horas pasa a ser gratuito.
Es una ciudad con bastante ambiente, la primera en la que vemos mesas repletas de gente a estas horas, sobre todo en la plaza de Lices, una de las más céntricas de la ciudad y la famosa calle de la Sed, que está hasta arriba de bares. Nos gusta porque está llena de las típicas casitas bretonas, las del entramado de madera, que nos tienen completamente enamorados.
Por desgracia, las puertas Mordelaises están en obras y no podemos verlas bien. Aunque pinta a que van a dejar bastante bien la zona, así que en un futuro será una visita aún más interesante.
Seguimos hasta el Palacio del Comercio y la Ópera, donde nos sentamos a descansar un poco. Rennes es una ciudad bonita y muy agradable para pasear, la verdad es que nos ha gustado bastante… y hemos aprovechado para cogernos otro para de kouign amman, que nunca sobran.
Ya cansados, regresamos al coche y nos vamos al apartamento a dormir.