La primera vez que oímos hablar de Gorafe, sentimos la necesidad inmediata de ir. No podíamos creer que un lugar así estuviera tan cerca y que no hubiéramos sabido antes de su existencia..
Casualidades del destino, uno de los regalos que nos hicieron por nuestra boda fue un cofre de experiencias. Una de las opciones que se ofrecían era precisamente en Gorafe: dos noches en una cueva tradicional y una excursión en 4×4 por la zona. Vamos, que lo tuvimos claro de inmediato. Aprovechamos para sumar una noche extra y así visitar de nuevo la Alhambra, un lugar que nunca está de más.
Gorafe
El pueblo de Gorafe es el punto de partida perfecto para conocer esta zona. Un pueblo pequeño, repleto de casas cueva, tan típicas de la zona. Este tipo de alojamiento es ideal para las temperaturas extremas de esta zona, ya que se mantienen durante todo el año a unos 20º sin necesidad de aire acondicionado o calefacción.
Este pequeño pueblo se abre al turismo poco a poco. Cada vez van apareciendo más casas cueva que ofrecen alojamientos a los visitantes de la zona, pero la oferta sigue siendo muy pequeña. La ventaja es obvia: olvidaos de masificaciones. Aquí se respira tranquilidad y se puede disfrutar de un lugar absolutamente asombroso al que aún no ha llegado la parte más salvaje del turismo. Y que siga así muchos años.
Uno de los alojamientos más famosos es la casa del desierto, ubicada en medio del Gorafe. Realmente se trata de un proyecto nacido para mostrar al mundo las bondades del cristal del que está hecha, pero su éxito como alojamiento turístico fue tan arrollador que decidieron dejarla para tal fin durante una temporada. Nosotros tuvimos la oportunidad de visitarla y, aunque nos resultó muy interesante como concepto, creo que a la ejecución le falta algo de privacidad… y es que cada día se acercan curiosos a esta casa, ya sea de día o de noche, con la problemática que eso supone cuando te alojas en un sitio en el que hasta el baño tiene las paredes de cristal y ninguna cortina para taparlas.
La experiencia de la casa cueva nos encantó. La vivienda en la que estuvimos conservaba la estructura tradicional y no había sido reformada, por lo que pudimos disfrutar de una estancia de lo más auténtica, con nuestra propia chimenea incluida. No es un lugar de grandes lujos, pues no es así como se vivía en estos lugares. Estas eran viviendas de agricultores y ganaderos, familias humildes que convivían con sus animales. De hecho, una de las habitaciones conservaba el abrevadero donde bebían.
Una ruta por el desierto
Para recorrer el desierto optamos por una ruta en 4×4. Se puede encontrar con facilidad un guía para realizar esta excursión, ya que es el transporte más popular en el pueblo y son varios los vecinos que, oficial o extraoficialmente, se dedican a este tipo de actividades turísticas. Nosotros lo recomendamos totalmente, ya que acceder a los miradores más apartados es prácticamente imposible con un vehículo normal y, además, el contar con las explicaciones de un guía resulta muy enriquecedor, sobre todo si dais con alguien que conozca bien la zona y os consiga transmitir la inmensa fortuna que tenemos en nuestro país por disponer de un sitio con tanta riqueza geológica.
De hecho, una de las cosas que nos comentaron fue que están en proceso de que el área sea declarado Parque Geológico del Cuaternario, lo cual sería maravilloso para dar a conocer la zona, aunque nos da un poco de miedo el impacto que el turismo podría tener aquí.
Y es que el desierto de Gorafe es uno de los grandes desconocidos de Europa, algo que hizo que pudiéramos disfrutar de esta aventura prácticamente solos, pudiendo apreciar el silencio y la tranquilidad que este lugar de inagotable belleza transmite. Quedan pocos sitios así en el mundo.
Nos podríamos poner a explicar aquí cómo se formó toda la zona o qué formaciones geológicas se pueden ver aquí, pero creemos que dichas explicaciones, sin tener delante ese paisaje único, desmerecen demasiado. Dejamos que las imágenes hablen por sí mismas.
Probablemente, las imágenes no le hagan justicia. Para que os hagáis una idea de lo espectacular que es esta zona, os diremos que a nosotros nos recordaba por momentos al desierto de Atacama y al Gran Cañón del Colorado.
El acueducto del Toril
Después de comer nos pusimos de nuevo en marcha. Esta vez íbamos a conocer un sitio de lo más curioso. De hecho, un lugar excepcional: se trata de un acueducto natural, construido a lo largo de miles de años por la propia naturaleza. Algo único en Europa y que solo se puede ver en otros dos sitios en el mundo. Además, este es el único que aún se mantiene en funcionamiento, con lo que es algo completamente singular.
Este lugar se encuentra al lado del balneario de Alicún de las Torres y es precisamente por eso por lo que se formó este acueducto: las aguas termales crearon ecosistemas verdes alrededor de formaciones rocosas generadas por el paso de la acequia durante milenios. Estas aguas, que alcanzan una temperatura de 35º, fluyen cargadas de sales y minerales. Estos son los encargados de construir el acueducto ya que, al irse precipitando, van formando la base rocosa que forma el acueducto.
Además, en la misma ruta, visitamos una serie de dólmenes que se encuentran en la zona. Se trata de construcciones megalíticas consistentes en varias losas de piedra colocadas creando una especie de cueva. Se utilizaban como sepultura colectiva.
Personalmente nos dio mucha pena que un lugar así se encuentre dentro de una parcela privada. Esto implica que el mantenimiento, tanto de acueducto como de los dólmenes, corre a cargo de sus propietarios… y lo cierto es que lo tienen algo abandonado. No podemos entender que algo así esté tan descuidado, que los visitantes puedan subirse a los dólmenes, entrar dentro e incluso arrojar basura a su interior.
Datos prácticos
El pueblo de Gorafe se encuentra aproximadamente a una hora de Granada y la ruta por el desierto tiene una duración aproximada de 4 horas. La visita al acueducto del Toril de unas 2 horas.
La mejor época para visitar este lugar es primavera u otoño, ya que en verano las temperaturas son muy elevadas y en invierno demasiado bajas, aunque hemos visto fotografías del Gorafe nevado y es una maravilla. También, si queréis ver la zona desde las alturas, os recomendamos subir al cerro Jabalcón. Está aproximadamente a una hora de Gorafe y podéis subir en coche prácticamente hasta la cima. Si tenéis suerte y el día está despejado, disfrutaréis de unas vistas alucinantes. Si os pasa como a nosotros y está nublado, bueno, no es tan espectacular pero merece la pena.