Hay una pintada sobre el muro. Dice “Mein Körper bleibt hier, aber meine Herzkreuze zur anderen Seite kreuz*”. En el suelo hay sangre seca. Uno de los soldados que vigila el paso tiene la mirada clavada en la mancha rojiza. Una lágrima tímida riega sus pestañas. No se permite más. Sus compañeros comprenden y callan.
Hoy el silencio rodea el muro. Todos somos iguales, murmura el soldado, pero aquí solo se entiende de diferencias. Y piensa en su hermano, al otro lado. Luego levanta la barbilla. No más lágrimas hoy.
Algunos pasan junto al muro, ven la pintada, ven la sangre seca, agachan la cabeza y siguen caminando. Han comprendido, han aceptado. Algún corazón se encoge, alguno se detiene un segundo, alguno incluso suspira. Y luego están esos, los que se llenan de orgullo… los que se llenan de odio. Esos no comprenden, no aceptan. Esos nunca entienden nada.
Hoy, a este lado del muro, hay una pintada en letras negras. La pintura ya está seca, la sangre ya está seca… pero las lágrimas siguen húmedas, siguen mojando retinas asustadas, miradas cansadas, ojos tristes.
Y, en algún lugar al otro lado, un corazón que ya no late corre en busca de su amada.
* Mi cuerpo perece aquí, pero mi corazón cruza al otro lado