La Ciudad Prohibida y el Templo del Cielo (14)
La Ciudad Prohibida y el Templo del Cielo (14)

La Ciudad Prohibida y el Templo del Cielo (14)

Tras el día agotador de ayer, nos levantamos aún cansados y con la hora pegada. Tanto, que tenemos que desayunar de camino al Templo de Cielo, que es donde empezaremos nuestra ruta de hoy. Y vamos a ir andando, aunque Pekín no sea la ciudad más agradable para pasear del mundo… pero claro, eso no lo sabemos aún.

El Templo del Cielo

El Templo del Cielo está ubicado en el interior de un parque, que está precioso en esta época con todos los árboles repletos de flores. Es un parque muy grande y hay bastantes colegios de excursión, jubilados y, bueno, gente en general. Por supuesto, no faltan los grupos de jubilados bailando tango, salsa, haciendo taichí o un baile con abanicos. En China siempre hay alguien haciendo algo relacionado con la música. Además, es muy gracioso, porque hasta el tango te lo bailan con música china.

El Templo del Cielo fue construido en 1420 durante el reinado del Emperador Yongle de la dinastía Ming, quien también es conocido por la construcción de la Ciudad Prohibida. Era utilizado por los emperadores de las dinastías Ming y Qing para realizar ceremonias y rituales en honor del cielo, con el objetivo de asegurar buenas cosechas y la prosperidad del imperio. El Templo del Cielo fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1998.

El edificio más emblemático es la Sala de Oración por las Buenas Cosechas, conocida por su forma circular y su techo de triple alero. Es un pabellón de madera completamente sin clavos, con un diseño impresionante tanto en el exterior como en el interior. También está la Boveda imperial de cielo, similar en diseño a la Sala de Oración, pero más pequeña. Aquí se guardaban las tabletas ancestrales usadas en las ceremonias.

Aquí la pena es que hay una barbaridad de gente. Colegios, graduaciones, parejas haciéndose sus fotos de boda y hasta una sesión de fotos profesional, que no tardamos en aprovechar. También nos piden algunas fotos y, por primera vez, nos encontramos con gente empujando para hacer fotos, algo que no nos había pasado hasta el momento.

El templo es una pasada, pero realmente cuesta disfrutarlo con semejante aglomeración. Aunque, nuevamente y siguiendo la máxima china, la gente se disuelve bastante a medida que te alejas de la entrada principal. Es curiosísimo, es que no la vuelta completa al templo se dan.

Nos toca movernos para ir a la Plaza de Tiananmen, por lo que vamos al metro. No conseguimos comprar los billetes, y eso que ayer lo hicimos sin problemas, nos piden registrarnos y no nos valida el pasaporte. Acabamos comprando el billete en la taquilla.

La plaza de Tiananmen

La plaza fue diseñada y construida durante la década de 1950 bajo la dirección del presidente Mao Zedong como un símbolo del nuevo gobierno comunista. Sin embargo, la puerta de Tiananmen, que da nombre a la plaza, data de 1417 durante la dinastía Ming y su nombre significa “Puerta Celestial”. La puerta original servía como entrada sur a la Ciudad Prohibida.

La Plaza de Tiananmen es una de las plazas públicas más grandes del mundo, con una superficie de aproximadamente 440,000 metros cuadrados. Situado en el centro de la plaza, está el monumento a los Héroes del Pueblo, que es un obelisco de 38 metros de altura que rinde homenaje a los mártires de la revolución china. Ubicado en la parte sur de la plaza, este edificio alberga el cuerpo embalsamado de Mao Zedong, el fundador de la República Popular China. En el lado oeste está el Gran Salón del Pueblo, el principal lugar de reuniones políticas, incluyendo las sesiones del Congreso Nacional del Pueblo y al lado este se encuentra el Museo Nacional de China.

Para acceder a la plaza es necesario tener reservada una entrada gratuita, pero sin la reserva no entras. Y el despliegue de seguridad es impresionante, nos deja alucinados. Controles exhaustivos de personas y mochilas, control de pasaportes y cámaras a millones. Y, por supuesto, muchísima policía y militares armados. Es imposible colarse aquí, está claro.

Por cierto, entre las cámaras también hay muchísimas banderas de China… y de Surinam. Esto lo detecta D. Al parecer, está el presidente de visita turística.

Mientras paseamos por la plaza nos piden varias fotos, incluso nos dan a un bebé para hacernos una foto con él. No nos pasaba esto desde que estuvimos en La India, muy curioso.

La Ciudad Prohibida

Tras recorrer la plaza, nos vamos a la entrada sur de la Ciudad Prohibida. La famosa puerta de Tiananmen. Hay gente no, lo siguiente, no nos extraña que nos haya costado tantísimo conseguir la entrada, esto está a reventar. Menos mal que logramos comprarla online porque haber tratado de conseguir una entrada hoy hubiera sido imposible. Lo de hacer fotos sin gente hoy va a estar complicado.

Este lugar sirvió residencia imperial de 24 emperadores de las dinastías Ming y Qing, desde su construcción en 1406 hasta la abdicación del último emperador en 1912. La construcción de la Ciudad Prohibida comenzó en 1406 bajo la orden del emperador Yongle de la dinastía Ming y se completó en 1420. Se dice que participaron cerca de un millón de trabajadores en su edificación, incluidos más de 100,000 artesanos. El complejo fue diseñado para ser el centro político y ceremonial del Imperio Chino, reflejando el poder absoluto del emperador, quien era considerado el “Hijo del Cielo” y el mediador entre los cielos y la tierra.

Durante más de 500 años, la Ciudad Prohibida fue el hogar de los emperadores y sus familias, además de ser el centro ceremonial y político del gobierno chino. Después de la caída de la dinastía Qing en 1912, la Ciudad Prohibida dejó de ser una residencia imperial y, en 1925, se convirtió en el Museo del Palacio, abierto al público. En 1987, fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO debido a su importancia cultural y arquitectónica.

El complejo de la Ciudad Prohibida cubre 72 hectáreas y consta de 980 edificios que contienen más de 8,700 habitaciones. La disposición del palacio sigue un estricto diseño geométrico y simétrico, con un eje central que corre de norte a sur. La Ciudad Prohibida está rodeada por una muralla de 10 metros de altura y un foso de 52 metros de ancho, simbolizando el poder y la inviolabilidad del emperador. La Ciudad Prohibida se divide en dos partes principales: el Patio Exterior y el Patio Interior. El Patio Exterior, al sur, se usaba para ceremonias y asuntos de estado, mientras que el Patio Interior, al norte, servía como residencia del emperador y su familia. Entre los edificios más importantes se encuentran el Salón de la Suprema Armonía, donde se celebraban las ceremonias más importantes, y el Salón de la Unión y la Paz, donde el emperador descansaba antes de estas ceremonias.

Una de las características más fascinantes de la Ciudad Prohibida es su simbología numérica. Por ejemplo, el número nueve, considerado un número de buena fortuna y asociado con el emperador, se repite en muchos elementos del diseño, como en las nueve puertas principales y las nueve filas de clavos en cada puerta. Además, la Ciudad Prohibida tiene exactamente 9,999.5 habitaciones, ya que según la leyenda, solo el cielo tenía derecho a poseer 10,000 habitaciones. Otro aspecto interesante es el uso extensivo del color en la Ciudad Prohibida. El rojo, símbolo de la felicidad y la buena fortuna, y el amarillo, color exclusivo del emperador, dominan el esquema de colores. Los techos amarillos de los edificios principales simbolizan la autoridad imperial.

La verdad es que el sitio es espectacular, pero como museo deja bastante que desear porque los objetos están dentro de los edificios y solo se pueden ver desde fuera, por las ventanas. No es un museo al uso y no se puede acceder al interior de los palacios. Eso nos resulta un poco decepcionante, quizás por ello lo que más disfrutamos es el jardín, donde podemos movernos más a nuestras anchas.

En el interior de la Ciudad Prohibida no hay absolutamente nada, salvo alguna tienda de souvenir donde conseguimos comprar un bollito para comer, porque hemos cometido el error de venirnos sin comida y no hemos visto ni un solo sitio para comer en todo el día, en todo el recorrido que hemos hecho.

Vemos todos los palacios que se pueden visitar con el ticket principal y nos dejamos los palacios del este, reservados para el Tesoro y que tienen un ticket aparte. Luego, desde el jardín, salimos por la puerta norte para ir al parque de Jinshang.

El parque de Jinshang

El Parque de Jingshan, también conocido como Colina de Carbón, fue creado durante la dinastía Ming en el siglo XV. La colina artificial de 45 metros de altura fue construida utilizando la tierra excavada del foso que rodea la Ciudad Prohibida. Originalmente, este parque servía como un jardín imperial exclusivo para la familia real. Durante la dinastía Qing, se agregaron varias estructuras y se mejoraron los jardines.

Uno de los eventos históricos más notorios asociados con el Parque de Jingshan es el suicidio del último emperador de la dinastía Ming, Chongzhen, en 1644. Cuando las fuerzas rebeldes se acercaron a Pekín, el emperador se ahorcó en un árbol en la colina, marcando el fin de la dinastía Ming.

El parque está muy bonito, sobre todo ahora en primavera. Nos cobran entrada, cosa que nos sorprende. Lo mejor de este lugar, sin duda, son las vistas que ofrece de la Ciudad Prohibida desde la parte más alta de la colina, concretamente en el Pabellón de la Primavera Eterna, es posiblemente la mejor forma de hacerse a la idea de sus dimensiones.

A la salida nos vamos al hutong Dong Gao Fang. Los “hutong” son estrechas calles o callejones tradicionales de Pekín. La historia de los hutong se remonta a las dinastías Yuan (1271-1368), Ming (1368-1644) y Qing (1644-1912). Durante estas épocas, Pekín fue planeada y desarrollada con una disposición geométrica estricta, con el Palacio Imperial (la Ciudad Prohibida) en el centro. Los hutong se dispusieron en cuadrículas alrededor de este núcleo central, formando una red de calles y callejones que conectaban las diferentes áreas de la ciudad.

Son casitas bajas de color gris, ubicadas en callejones estrechos. Como la mayoría de ellas no tenían baño, se pueden ver bastantes baños públicos. Este en concreto es bastante real y se encuentra habitado, no es en absoluto turístico. Tampoco es especialmente bonito, todo sea dicho, simplemente curioso encontrar algo así tan cerca de un lugar como la Ciudad Prohibida. La pena es que no se pueden visitar las casas por dentro, claro.

El Parque Beihai

Seguimos caminando y todo apunta a que no comemos hoy, no hay absolutamente nada. Ni un triste mercado. Cruzamos el Gaowo Hu Tong hasta llegar al parque Beihai, donde también nos cobran entrada. Este es uno de los jardines imperiales más antiguos, grandes y mejor conservados de China. Este parque histórico, que data de hace más de mil años, es un testimonio impresionante de la jardinería tradicional china.

El Parque Beihai fue construido durante la dinastía Liao (907-1125) y ha sido ampliado y renovado por varias dinastías sucesivas, incluidas las dinastías Jin, Yuan, Ming y Qing. Originalmente, el parque fue diseñado como un jardín imperial, donde los emperadores y sus cortesanos podían relajarse y disfrutar de la naturaleza.

El nombre “Beihai” significa “Mar del Norte”, refiriéndose al lago que ocupa una gran parte del parque. Este lago, junto con los lagos Zhonghai (Mar del Medio) y Nanhai (Mar del Sur), forma el conjunto conocido como los Tres Lagos del Oeste, un área famosa por su belleza escénica y su importancia histórica.

Como seguimos sin ver nada para comer, nos acabamos comprando unas patatas fritas de bolsa en un kiosko que nos encontramos y con eso nos damos pro comidos. Damos un paseo por los alrededores del lago, que se puede recorrer en barquitas de alquiler, hasta llegar a la estupa que corona la isla de Qionghua. Conocido como el Pabellón de la Pagoda Blanca, esta pagoda tibetana de 40 metros de altura, construida en 1651 durante la dinastía Qing, es uno de los monumentos más emblemáticos del parque. La pagoda está hecha de piedra blanca y contiene reliquias budistas, siendo un símbolo de paz y longevidad. Ahora mismo está cerrado, no sabemos muy bien por qué.

Hay bastante gente, pero no resulta agobiante. El parque está precioso con los almendros en flor y los colores del atardecer, que empieza a caer sobre Pekín. No nos extraña que sea un lugar elegido para sesiones de fotos.

Salimos del parque y bajamos por Nanchang street, paralelos a la Ciudad Prohibida y al lago Zhongai, pero no vemos nada. Solo un muro enorme a un lado y al otro una valla que nos impide cruzar de acera. Realmente Pekín nos está resultando una ciudad bastante hóstil, para ir de un lado a otro hay que dar unas vueltas enormes porque lo tienen todo delimitado y vallado. No hay apenas tiendas o zonas de restauración, salvando la de nuestro hotel, hay puestos de policía pidiendo identificaciones cada dos calles y, aunque pasan de los turistas, resulta bastante incómodo presenciar tanto control y tantas dificultades para desplazarse. No es una ciudad agradable y, desde luego, vivir en ella tiene que resulta bastante pesado. Igual si te desplazas en metro o en coche es otra cosa, pero desde luego para los peatones es un infierno.

Intentamos volver a pasar a la plaza de Tiananmen de noche, pero no nos dejan porque nuestra entrada era para el turno de mañana y solo se pueden reservar 24 horas antes. Así que nos quedamos con las ganas.

Regresamos a Quianmen donde compramos unos rollitos de pato laqueado para cenar. Pensábamos ir a algún restaurante, pero hemos leído que te tienes que pedir el pato entero y nos parece una barbaridad, además estamos agotados y no nos apetece esperar las colas que hay para sentarse a cenar. Los rollitos resultan estar deliciosos, los cogemos en un sitio que ha salido en la Guía Michelin durante 5 años seguidos, lo cuál da cierta idea de su calidad. Nos damos un paseo por las calles peatonales y compramso algunos dulces. Al llegar al hotel, verificamos que hemos caminado casi 30 km. Así estamos, reventados.

 

 

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