Suena el despertador a las 7:00 porque estamos a 45 min del parking y no queremos encontrarlo lleno. Hay un parking principal, otro secundario y una tercera zona de reserva donde tienes que esperar cuando ambos están llenos a que quede algún hueco libre. Hacemos un desayuno fuerte, subimos al coche y conducimos hasta el túnel submarino de ~14 km. Lo de los túneles en Noruega es impresionante. Noruega está literalmente horadada: más de 1.200 túneles de carretera sumando unos 1.550 km, muchos de ellos bajo fiordos para sustituir ferris y conectar granjas y pueblos remotos todo el año. El Lærdal (E16) sigue siendo el más largo del mundo con 24,5 km; para evitar la monotonía crearon tres cavernas iluminadas en azul con bordes amarillos que simulan un amanecer cada ~6 km y permiten dar la vuelta y descansar la vista
Es el Ryfylke/Ryfylketunnelen, parte del proyecto Ryfast que une Stavanger con Solbakk (Strand) por la Rv13. Tiene 14,4 km, baja hasta –292 m bajo el nivel del mar y se inauguró en diciembre de 2019 (hasta la apertura de Rogfast será el más largo y profundo de su tipo). Sustituyó al antiguo ferry Stavanger–Tau y recortó ~40 min de trayecto. Consta de dos tubos (uno por sentido) y dos carriles por tubo. Conducirlo impresiona menos por la vista que por la sensación de descender… y seguir conduciendo bajo un fiordo.
![]()
Llegamos a las 8:45 al parking y nos lo encontramos medio vacío. Como nota, indicar que hay una zona exclusiva para vehículos eléctricos, aunque ciertamente en Noruega esto no significa gran cosa. El parte dice lluvia y frío, así que salimos equipados: bastones, plumas, fundas, chubasqueros…
El aparcamiento principal P1 (Preikestolen Parking) está en el inicio del sendero (capacidad aprox. 400 coches). Cuando se llena, desvían al P2 Moslimyrå, 1 km más atrás (te añade +2 km ida/vuelta; capacidad aprox. 600). En temporada alta (junio–agosto) el pico va de 08:00 a 16:00 y P1 suele llenarse; el sistema funciona 24/7 con barrera automática y personal en verano. Precio orientativo desde ~250 NOK/día (puede variar). Hay dos formas de evitar multitudes: llegar antes de las 09:00 o subir por la tarde (mucha gente está cenando y hay mejor luz), pero ojo con la hora a la que regresas porque se te podría hacer de noche. Hay carteles a la entrada donde te advierten de la hora límite de regreso según la época del año.
La subida al Púlpito
El sendero arranca en tierra con subida y pronto pasa a roca. Es un paseo sencillo para quien camina, pero con varios tramos cansados y escalones de piedra donde hay que mirar dónde se pisa. A nuestro juicio, es imprescindible llevar un buen calzado, con una suela que agarre y sujección al tobillo. Una mala pisada puede complicarse mucho aquí. Sin embargo, y como pasa siempre en todas partes, vemos a gente haciendo la ruta con zapatillas de bonito e incluso con botas de agua. Poco pasa. Nosotros vamos bien con la bebé en el porteo: hacemos un par de paradas para descansar la espalda, que son 7 kilos y medio de niña ya, y listo. El camino es muy bonito y se disfruta bastante, sobre todo fotográficamente. Nos cruzamos otra pareja con bebé y un par de familias; la peque nuestra es la más chiquita. Las otras familias optan también por porteo, con mochila a la espalda en este caso. También vemos gente muy bien preparada… y otros que no tanto.
![]()
El Preikestolen (Pulpit Rock) es una pared de granito que se alza 604 m sobre el Lysefjord y remata en una plataforma casi rectangular de unos 25 × 25 m: una terraza natural que parece diseñada para mirar el mundo desde el borde. Su forma geométrica, la vista limpia del fiordo y la proximidad a Stavanger lo han convertido en el mirador más famoso de Noruega (la ruta son 8 km ida y vuelta, ~4 h a ritmo tranquilo). La roca se formó con los arranques glaciales de hace ~10.000 años, y el sendero se mejoró en 2013 con tramos escalonados construidos por sherpas para soportar el flujo actual de >300.000 visitantes anuales (sí: también ayudó su cameo en Mission: Impossible – Fallout).
![]()
El tiempo real que empleamos en la ruta de ida es de 2 h 30 min de subida con mil paradas de foto. Es una subida con un desnivel de 300 metros, marcados en tres tramos concretos. Bastante asequible y con tiempo suficiente para recuperar, de hecho vemos a bastantes niños haciendo la ruta… y van mejor que los adultos. No nos parece en absoluto complicada, aunque habíamos leído que nivel medio-alto, pero siempre con una buena preparación y precauciones. Obviamente alguien que no ha ido a la montaña en su vida la va a encontrar difícil. Si no se tiene mucha confianza en conseguir realizar la ruta, existen excursiones organizadas con guía. Vimos a algunas personas que iban de esta manera.
Disfrutando del Preikestolen
Arriba hay bastante gente y una cola de unas 10 personas para la foto en el Púlpito. La vista corta la respiración incluso sin sol. Lo de siempre: aunque están prohibidos los drones, sentarse colgando o poner música alta… a la gente le da igual. Comemos y tenemos un episodio pañal tremendo (la lia bien, se ve que los lugares bonitos la inspiran), hacemos más fotos y a bajar. En total estamos como unas dos horas tranquilamente disfrutando del panorama y reponiendo fuerzas. A mediodía justo se despeja un poco la zona, porque la gente está comiendo, y aprovechamos para hacer algunas fotos más sin esperas.
![]()
La bajada nos lleva unas 2 h. Es más descansada que la subida, pero más técnica de lo que parece y, sobre todo, lesiva para las rodillas. Para esto nos hemos traído los bastones de trekking, concretamente Sara tiene una lesión en la rodilla y necesita ese refuerzo. Así que recomendable si es tu caso. Vemos a mucha gente que sube y baja corriendo y, sinceramente, no sabemos cómo no ruedan.
![]()
Noche en Stavanger
Conducimos nuevamente hasta casa, nos damos una ducha rápida y montamos una cena típica en nuestra casa de HomeExchange: pan noruego, queso en pasta con bacon, salmón, queso ahumado, ensalada. Salimos a ver la ciudad de noche: la verdad es que tiene pocas luces, Stavanger duerme a las 21:30 salvo un par de bares con música. Empieza la lluvia; así que hacemos una foto y nos vamos a casa.
![]()
Adiós, Noruega
Al día siguiente, emprendemos el camino de regreso a Bergen. La verdad es que es un día que pasa sin pena ni gloria, conduciendo por los preciosos paisajes noruegos pero bajo una intensa lluvia que no cesa y que, por tanto, nos impide hacer paradas fotográficas. Regresamos al mismo alojamiento de la última noche en Bergen, que nos pilla a mitad de camino del aeropuerto para al día siguiente salir temprano a coger nuestro vuelo. Ha sido un viaje genial, muy completo y repleto de sitios preciosos, que nos ha servido para aclimatarnos mejor a esto de viajar con una bebé.