Stardalselva, Huldefossen y Millestone Park (8)
Stardalselva, Huldefossen y Millestone Park (8)

Stardalselva, Huldefossen y Millestone Park (8)

Hoy toca bajar pulsaciones. Tenemos por delante un par de días más relajados, como ya hemos comentado, este viaje lo planificamos con margen de tiempo y mucha calma para poder ir cogiéndole el ritmo a la pequeña. Desayunamos sin prisa, nos ponemos una chaqueta ligera para aprovechar el sol y salimos a ver qué nos regala el valle.

Stardalselva: agua verde y silencio

Volvemos un poco sobre nuestros pasos hasta Stardalselva. El río baja limpio y lechoso (esa mezcla rara viene de la harina de roca que arrastran los glaciares), y encadena lagos quietos donde las campers han pasado la noche. Paramos sin reloj: fotos, piedras planas al agua y ese silencio que sólo rompe alguna vaca a lo lejos. Nos dan un poco de envidia la campers que han pasado la noche aquí, debe de ser espectacular recorrer este país en este medio de transporte. Igual para el futuro…

Huldefossen: una cascada para nosotros solos

En dos minutos estamos en Huldefossen. Cuesta encontrarla porque se esconde detrás de unas naves, pero el salto es potente y el mejor plan es verla desde el prado (con vacas incluidas). La peque aplaude cada nube de spray; nosotros a cubierto, que la humedad refresca más de lo que parece.

A tiro de piedra hay un museo al aire libre de casas tradicionales. Lo han vuelto de pago y a precio poco amable, así que lo dejamos para otro viaje. Plan B: supermercado y comida de micro. No en todos, pero en bastantes supermercados noruegos tienen microondas donde puedes calentar platos preparados.

Entramos al Rema 1000, resolvemos con garbanzos y pastel de arroz y rematamos en un polideportivo que tiene una zona de mesas. A veces Noruega es así: todo sencillo, todo limpio, todo pensado para que pares con niños sin complicarte.

Carretera secundaria junto al fiordo (y un túnel con rotonda dentro)

Podríamos tirar recto al alojamiento, pero escogemos la opción bonita: una secundaria que bordea el fiordo y cruza valles agrícolas. Casas salpicadas por todas partes, graneros rojos, banderitas por doquier. Curiosidad del día: un túnel con rotonda dentro (sí, literal), que conecta ramales perdidos como si fuese un cruce en cueva.

Nos detenemos a fotografiar Laukelandsfossen desde el otro lado del fiordo: la cortina de agua cae fina hoy, suficiente para pintar la pared de roca. Paisaje de postal sin nadie delante.

Millstone Park: bosque mullido y piedras de molino

Pequeño desvío a Millstone Park: sendero corto entre alfombras de musgo y piedras de molino que salpican el bosque. No es un “must” absoluto, pero tiene ese punto didáctico y verde que te vacía la cabeza. La peque va en porteo; el firme está húmedo y con carrito sería un poco rally.

Se trata en el mayor paisaje de canteras de muelas de la época vikinga y medieval del norte de Europa. Aquí, en Hyllestad, se extrajeron a mano muelas y piedras de molino desde el s. VIII y durante más de 1.200 años; se han identificado casi 400 canteras en una roca perfecta para ello (esquisto micáceo con granate). Las piedras salían en barcos rumbo a Bergen y de ahí a media Europa: Noruega, Suecia, Dinamarca, Alemania… incluso las islas del Atlántico Norte. Caminar por el sendero señalizado es ir viendo piezas a medio tallar, frentes de extracción y escombreras que hoy son pequeñas colinas verdes.

El parque es un museo al aire libre: tiene un “Stonemason’s trail” con paneles fáciles y una zona de demostraciones donde, en días señalados, enseñan a cortar piedra, usar muelas de mano o trabajar en la forja (ideal si vas con peques curiosos). Está abierto todo el año para pasear por tu cuenta.

Ferry con dos paradas (y nosotros en la fila equivocada)

Toca ferry de enlace. Nos alineamos siguiendo a los coches… del carril que desembarca en la segunda parada. Cuando abren puerta, toca salir marcha atrás. Es el primer y el último ferry en el que vemos esto, por cierto no está indicado. Suponemos que no pasan muchos turistas por aquí. Risas nerviosas, maniobra limpia y a otra cosa.

Camino cortado, valla y llegada al fin del mundo

Estamos a un paso del camping, pero el camino está cortado por obras. Valla bajada: la retiramos, cruzamos el puente, y la dejamos como estaba (cultura “confío en ti” noruega). Al llegar, tenemos una cuna preparada; la cabaña es básica, antigua, sin ducha, pero con ese silencio que no existe en las ciudades. Y tenemos baño privado, que está genial. . El cielo se cubre; ni una estrella hoy.

Cena de “fondo de armario”: chicken korma y pan. La peque cae rendida y nosotros dormimos en comuna, calentitos y con olor a madera.

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