Me despierto en Astoria, con la luz del sol. Es raro después de haber estado despertando en mi oscuro apartamento de NoLiTa tener toda esta luz.
Bajo por Astoria blv hasta el metro, me dirijo a la 34th st, Penn station. Voy a visitar a mi amiga Jenn a Long Island. Mi parada es Manhasset.
El tren tarda unos 30 minutos en llegar. Nada más bajar veo a Jenn esperándome en el coche. Me explica lo que vamos a hacer y qué vamos a visitar. La primera parada es su casa, tiene que ir a recoger unas cosas y aprovecha para enseñármela.
La casa es impresionante. Tiene dos plantas y un sótano inmenso, aunque lo mejor de todo es el jardín de la parte trasera. Jenn tiene un pequeño huerto donde cultiva hierbas aromáticas que usa para preparar té. Además, su padre es un músico aficionado y toda la casa está llena de instrumentos. Su madre es más de libros, no hay un rincón en el que no haya un buen montón de ellos.
Cogemos el coche para ir a Old Brookville, a una granja donde venden productos orgánicos. Los recolectan de granjas más pequeñas de toda la zona que elaboran productos artesanales y los venden aquí. Tienen cientos de calabazas. Jenn me habla del pastel de calabaza y cuando le digo que nunca lo he probado decide que tiene que cambiar eso. Lamentablemente se han quedado sin pasteles y hasta la tarde no van a hornear más. Jenn explica que soy española y que nunca lo he probado. La chica se mete a la trastienda y nos saca una caja. Lo tenía reservado para llevárselo a casa, pero nos lo cede a nosotras porque quiere que lo pruebe. Me quedo de piedra. Agradecemos el gesto y nos vamos.
Nuestra siguiente parada Sea Cliff, un pueblecito precioso lleno de casas bajas con enormes jardines. Damos un paseo por el pueblo. No hay absolutamente nadie en las calles.Se respira tranquilidad aquí. Vamos a comer a un restaurante del pueblo. Jenn pide unos sándwiches de pavo con aros de cebolla. La dueña del restaurante habla un rato con nosotras, se queda perpleja cuando digo que soy de España. No hay muchos turistas por aquí.
De Sea Cliff vamos a Roslyn Park. Es un parque súper tranquilo junto a un pequeño lago. Hay un montón de fauna aquí: cisnes, ocas, ardillas, gaviotas… Ni un ruido, sólo el soplo del viento y nuestras voces.
Un amigo de Jenn escribe. Acaba de llegar a su granja en Old Westbury, así que vamos de visita. Es un terreno enorme donde cultiva frutas y verdura. Estamos un rato charlando. Toca la guitarra para nosotras. Tiene un grupo y este domingo tocan en Brooklyn, así que nos invita al concierto. Después nos dedicamos a coger zanahorias, tomates y verduras varias para la cena.
Nos despedimos de Thomas y volvemos a casa de Jenn. Su madre va a traer pollo para la cena, a falta de pavo, para que tenga la experiencia Thanksgiving, como dice ella. Llegamos a casa y nos ponemos a cortar la verdura. Vamos a preparar judías verdes, patatas, batata y otra cosa que no he conseguido traducir al castellano. Los padres de Jenn llegan un poco más tarde, con su hermana. Me preguntan cosas sobre España. Su padre, que es médico, está especialmente interesado por el asunto del ébola. Ha leído las noticias del New York Times y no da crédito. Les pongo un poco en situación, aunque me cuesta que entiendan lo que ha pasado. Tampoco es que yo lo comprenda en exceso. Estamos un rato charlando en el salón hasta que la cena está lista.
Con la tontería hemos preparado una cena de seis platos. La conversación fluye con naturalidad, la familia de Jenn es maravillosa y me tratan como a una más. Me encanta esta sensación. Es parte de la magia de Couchsurfing, que te permite tener acceso a momentos como este. De hecho, es algo que comentamos durante la cena. Los padres de Jenn son súper comprensivos al respecto, de hecho me da la impresión de que les encantaría haber tenido una web así cuando eran más jóvenes.
De postre tenemos la increíblemente deliciosa pumpkin cake, que me deja absolutamente alucinada. Jenn me guarda media tarta que me llevo en una bolsita de vuelta a casa. Me despido de toda su familia prometiendo que volveré algún día de visita y Jenn me lleva hasta el tren.
Cuarenta minutos más tarde estoy en Times Square. El ruido y el bullicio de la ciudad me dejan tónica. No puedo creer que dos mundos tan diferentes puedan convivir a tan pocos kilómetros de distancia.