Colombia iba a ser uno de nuestros viajes de 2020. Cuando nos confinaron, aquel inolvidable mes de marzo, a nosotros apenas nos quedaban tres semanas para irnos de viaje… y, como imaginamos que nos pasó a muchos, durante un par de días tuvimos la esperanza de que todo quedara en un «susto» y que al final pudiéramos irnos de viaje. Evidentemente no fue así y al final, tras un infierno de reclamaciones, conseguimos recuperar el dinero que habíamos invertido en el viaje y dejamos en stand by la idea de Colombia… hasta que, por fin, viajar a este país volvió a ser posible.
La ruta
La ruta que teníamos planificada en 2020 tuvo que ser modificada forzosamente. Primero porque contábamos con algunos días menos para el viaje. Segundo porque la situación política y epidemiológica es la que es ahora mismo y hemos tenido que adaptarnos a ella. Lo más importante siempre es viajar con seguridad. Lo tercero que ha influido han sido los vuelos, las rutas que hay en 2021 no son las que había en 2020 y hemos tenido que hacer encaje de bolillos para cuadrar todo. Además, no todo lo que queríamos ver estaba disponible en estas fechas. Por ejemplo, Caño Cristales estaba cerrado. Esto es algo importante a tener en cuenta si se va a visitar Colombia, porque cierran varios sitios en distintas épocas del año para preservarlos, cosa que nos parece de lo más loable.
- Llegada a Cartagena de Indias.
- Cartagena de Indias
- Nos vamos a Isla Palma.
- De Isla Palma a Cartagena y de Cartagena a Santa Marta.
- Tayrona.
- De Tayrona a Santa Marta.
- Ciudad Perdida.
- Ciudad Perdida.
- Ciudad Perdida.
- Ciudad Perdida.
- De Santa Marta a La Guajira. Cabo de la Vela.
- Desierto de La Guajira: Punta Palomas.
- De Punta Palomas a Riohacha.
- Vuelo de Riohacha a Neiva (con escala en Bogotá)
- De Neiva a Villavieja y noche en desierto de la Tatacoa.
- Vuelo de Neiva a Pereira, con escala en Bogotá.
- Valle de Cocora.
- Eje Cafetero.
- Finca cafetera y vuelo a Medellín.
- Medellín.
- Guatapé.
- Vuelo de vuelta a Madrid.
Las decisiones
Lo más complicado fue cuadrar algunos puntos de la ruta. Colombia es un país con mucho que ver, pero no todo está necesariamente cerca… y desplazarse de un sitio a otro puede llevar mucho tiempo. Por no mencionar que no siempre un trayecto por carretera es seguro y, aunque la situación ha mejorado muchísimo, no era lo que más nos entusiasmaba. Al final lo más práctico era coger vuelos. El país está bastante bien conectado por vía aérea, aunque para muchos destinos toca hacer escala en Medellín o Bogotá, lo cual es un rollo, sobre todo porque no son muy puntuales: de los 5 vuelos internos que cogimos, 4 salieron con retraso.
Hay compañías de autobuses que cubren la mayoría de las rutas, pero al final nos convencía más, sobre todo por cuestión de comodidad y tiempo, coger vuelos para los trayectos más largos. Al final solo cogimos un autobús de Cartagena de Indias a Santa Marta y menos mal, porque resultó ser un desastre. Tardamos casi tres horas más de lo que nos indicaron la hacer la reserva, principalmente porque paró como un millón de veces cuando al comprar me aseguraron que era un autobús directo. Para consultar rutas de autobuses y horarios lo mejor es utilizar Pinbus, RedBus o esta otra web.
Los alojamientos mirados desde España con Booking, resultaron no servir de nada en la mayoría de los casos. En Riohacha y Neiva directamente nos dejaron colgados: al llegar al hostal nos dijeron que no tenían habitaciones disponibles y que muy bien lo de tener reserva con Booking, pero que nos fuéramos a buscar la vida. Tal cual. Por tanto, si repitiéramos destino, creo que sería más práctico llevar algunos hostales mirados con sus correspondientes teléfonos para llamar el día de antes y confirmar que hay habitaciones disponibles. Reservar parece servir de poco.
Para Ciudad Perdida no nos quedaba más remedio que contratar una excursión, ya que no se permite visitar la zona de otra forma. Hay cinco agencias que lo hacen (Expotur, Magic Tour, Guías y Baquianos Tour, Wiwa Tour y Turcol) y todas tienen el mismo precio (1.100.000 COP por persona cuando fuimos nosotros, ahora ha subido a 1.400.000 COP), realizan la misma ruta y se alojan en los mismos sitios… así que lo único que cambia son los guías. Nosotros nos decidimos por Baquianos, aunque al llegar allí descubrimos que lo habían subcontratado con Teyuna Tours, que es una agencia que acaban de montar entre varios guías y que, la verdad, nos gustó mucho.
Tayrona fue otra pequeña complicación, porque queríamos dormir dentro sí o sí… pero los alojamientos no son reservables. Esto es un problema porque el parque tiene plazas limitadas y, obviamente, no queríamos encontrarnos sin sitio una vez allí. Pero si algo nos ha enseñado este 2020 es que a veces hay que dejarse llevar e improvisar… así que llegamos sin nada y conseguimos reservar una carpa en la entrada del parque sin problemas. Una vez dentro descubrimos que hay bastantes opciones de camping, por lo que realmente no creemos que sea tan problemático improvisar como creíamos antes de ir.
El desierto de la Guajira fue otro quebradero de cabeza. Lo más fácil y cómodo es recurrir a los tours organizados, que son bastante caros. La opción de ir por libre se complica por tiempos, principalmente, y porque aquello es complicado de planificar desde aquí. En su día, cuando organizamos el viaje por primera vez, conseguí reservar alojamientos en el Cabo de la Vela, pero en Punta Gallinas fue imposible. Hay alojamientos pero es todo llegar y ver qué pillas… y una vez visto aquello, no es una tarea sencilla porque en Punta Gallinas no hay apenas nada y todo está a desmano. No es un lugar para llegar y ponerse a buscar. La opción intermedia que vimos en ese momento fue reservar solo el transporte y gestionarnos nosotros alojamientos y comida, pero de momento no es posible hacerlo. No sabemos si volverán a ofrecer la opción. La verdad es que sale algo más económico y te da más libertad que estar sujeto a un grupo de gente. Nosotros optamos finalmente por Baquianos, que también subcontrataron con una agencia llamada Hammocks que no nos gustó absolutamente nada.
Conclusiones
Una vez realizada la ruta, podemos decir que la hemos visto bastante compensada. Hemos tenido tiempo suficiente para ver cada punto de la misma y nos hemos podido hacer una idea bastante buena de lo que es Colombia. Si tuviéramos que repetir, sinceramente creo que quitaríamos la Guajira de la ruta. No es una zona que nos impresionara especialmente a nivel paisajístico y ver la pobreza que allí hay se hace bastante duro. Posiblemente lo sustituiríamos por Chocó, Pasto o Caño Cristales (si estuviera abierto), que son los tres sitios que se nos han quedado en el tintero.
De las islas de Caribe no tengo claro que repitiera Isla Palma. El trayecto y el alojamiento son excesivamente caros y, aunque es cierto que tener una isla prácticamente para ti solo es un lujo, creo que hubiéramos tenido una experiencia similar en cualquiera de las islas más cercanas o incluso en Barú. Tampoco podemos saberlo sin haberlas visto…
Del eje cafetero diría que fue un error volar a Pereira, el aeropuerto de Armenia está bastante mejor comunicado con Salento y el transporte es más frecuente y económico. Lo que si que no recomiendo es volar a Manizales, el aeropuerto es bastante complicado y cancelan muchos de los vuelos, de hecho estando nosotros en el aeropuerto de Bogotá vimos varios cancelados por mal tiempo a Manizales. No creemos que merezca la pena alquilar un coche para más de un día en el eje cafetero, aunque es cierto que complica la cosa que solo se puedan alquilar en Armenia o Pereira. Desde luego para moverse por las fincas cafeteras o ir al valle de Cocora, no merece la pena, sobre todo porque son caros y difíciles de encontrar.
En Tatacoa nos gustó mucho alojarnos en el mismo desierto, fue algo complicado cuadrar toda esta parte del viaje pero sin duda mereció la pena. Sabiendo ahora como es aquello, no me complicaría tanto y llegaría a Villavieja sin nada reservado: allí hay miles de estaderos en los que quedarse que ni siquiera aparecen en Google.