- Abrígate. No te confíes porque sea verano y aquí vayamos ya en manga corta. El clima de Rusia es frío. Lo mejor es utilizar un sistema de capas, varias prendas de ropa superpuestas te protegerán del frío y, a la vez, harán que no te mueras de calor en el metro. Además, lleva un paraguas y un chubasquero en la maleta.
- Muévete en metro. Tanto el metro de Moscú como el de San Petersburgo funcionan a la perfección. Son baratos, rápidos y frecuentes. Además, las estaciones son verdaderos monumentos de visita imprescindible. Un truco para orientarte: sigue las indicaciones del suelo. Son las que están pensadas para extranjeros, infinitamente más sencillas que los carteles que verás colgados.
- Aprende algo de cirílico. No es tan difícil como parece y te resultará de lo más útil. Ya verás como una vez allí empiezas a cogerlo enseguida. Su P es nuestra R, la N al revés es la I, la H es la N… y así con todo. Te ayudará a moverte por el metro con mayor soltura.y te sentirás como un espía descifrando un código secreto. Además, es recomendable llevar algúna aplicación para traducir frases al ruso. Verás que allí lo utilizan con frecuencia para comunicarse con los extranjeros y, aunque es un poco teléfono escacharrado, puede resultar muy útil.
- Prueba la comida rápida rusa. Toda una experiencia. Kroshka Kartoshka , o la patata rusa, y Teremok, de crépes, son tan sorprendentes como deliciosos (y baratos).
- Viaja en tren nocturno. La mejor forma de viajar entre Moscú y San Petersburgo, cómodo, barato y fiable. Comprar los billetes puede ser una pequeña odisea, pero existen guías muy detalladas que te resuelven el problema en un segundo.
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