Lo reconocemos: una de nuestras aficiones es mirar vuelos. A veces hacemos búsquedas simplemente por tantear, por comprobar cuánto cuesta viajar a un lugar y la herramienta de Kayak para búsqueda de vuelos en fin de semana es nuestra perdición. Muchas de esas búsquedas se quedan en nada, pero alguna termina cuajando… como por ejemplo la que hicimos en noviembre y nos devolvió como resultado que había un fin de semana de febrero en el que era posible volar a Malta por apenas 30€. Obviamente, tuvimos que comprarlo.
Los horarios eran una locura, que es lo que suele pasar con estas cosas. Los vuelos baratos en fin de semana acostumbran a salir a horas intempestivas y, si quieres aprovechar al máximo tu estancia, olvídate de pagar tu viaje a precio de autobús. Nuestro vuelo en concreto salía a las 6:30 de la mañana de Barajas y a las 9:30 del día siguiente de Malta. Vamos, que teníamos apenas 24 horas para descubrir todo un país.
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Malta
Por suerte, Malta es un país pequeño. Para que os hagáis una idea, su superficie es de aproximadamente 300 km cuadrados. Es decir, la mitad de Madrid ciudad. Es un país que no llega al medio millón de habitantes y su capital, La Valletta, tiene apenas 3000 habitantes censados. Sin embargo, al mismo tiempo, por el sitio en el que está situado, es un país con mucha historia -casi toda militar-, en el que confluyeron a lo largo de los siglos los principales imperios del Mediterráneo.
Para empezar, sus primeros pobladores llegaron en la Edad de Piedra (5200 a.c.) cuando todavía estaba unido con Sicilia, y desaparecieron sin dejar rastro (como en el caso de Mykonos) bastantes siglos después. Después de eso, fenicios, romanos, árabes, aragoneses, caballeros hospitalarios y, finalmente, franceses e ingleses. Todo este ir y venir dio lugar a una arquitectura predominantemente defensiva y a unas ciudades que nacen de la mezcla de muchos estilos. Nosotros visitamos Mdina, La Valletta, dimos un paseo por Sliema y entramos al templo megalítico de Tarxien, que en 1992 fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Mdina
Mdina es una pequeña ciudad medieval que fue la primera capital del país. Es conocida como La ciudad del silencio, y damos fe de que es un nombre de lo más merecido. La sensación que tuvimos fue la de encontrarnos en una ciudad fantasma. Apenas hay comercios, ni siquiera turísticos y la ciudad tiene censados apenas a 300 habitantes.
Es una ciudad repleta de palacios y edificios religiosos, que fue fundada por los fenicios en el año 700 a.c. Esta ciudad ha sido tomada por los romanos, normandos y los caballeros hospitalarios, una antigua orden militar que durante mucho tiempo tuvo el control de la isla.
A la salida de la ciudad, pasadas las murallas, podéis encontrar un pequeño establecimiento llamado Crystal Palace Bar, donde venden los mejores pastizzi de Malta. Los pastizzi son una especie de empanadas rellenas (de pollo, anchoas, queso o guisantes) y que tienen un precio que no supera los 50 céntimos por unidad. Son una absoluta delicia y uno de los snacks más populares del país.
Templos
Malta cuenta con una serie de templos megalíticos construidos entre los años 5000 a.c y 2500 a.c, es decir, ¡más antiguos que las pirámides de Egipto! Se trata, por tanto, de la construcción más antigua de este tipo que se conoce en el mundo. Solo por eso y por su excelente estado de conservación merece mucho la pena visitarlos. Hay muchos, de diferentes tamaños, épocas y estados de conservación.
Entre los mejores se encuentran Ggantija (que significa gigantesco), situado en Gozo; Hagar Qim, al sur junto al mar y Tarxien, más pequeño y cercano a la ciudad, que es el que visitamos nosotros. Tarxien es, realmente, un conjunto de cuatro templos construido aproximadamente entre el 3600 y el 2800 a.c. Fueron los primeros pobladores de Malta (del 7000 a.c.) quienes empezaron a utilizar esta zona como espacio ritual, y las sucesivas culturas aprovecharon los espacios sagrados de las anteriores, ampliándolos y dejando sus huellas artísticas propias. El conjunto está parcialmente reconstruido, aunque se aprecia perfectamente la intención de sus constructores, con sus estructuras de cámaras simétricas que se utilizaban tanto para la adoración de los dioses como para los rituales.
La visita transcurre tanto elevada, alrededor de los templos, como a ras de suelo por dentro de ellos. Aun con eso, es una visita corta, que no os llevará más de una hora.
El precio de la entrada a los templos de Tarxien es de 6 euros por persona.
Cerca de Tarxien se encuentra el Hipogeo de Hal Saflieni, que merece una mención aparte: es un templo del año 2500 a.c y que tiene la peculiaridad de ser el único templo subterráneo conocido en el mundo. Está estructurado como si de un laberinto de tres niveles se tratase, conformado por múltiples pasadizos y cámaras. Se calcula que aproximadamente 6000 a 7000 personas fueron enterradas en aquel lugar. En cuanto a su visita, es cara (unos 35€) y hay que reservarla con tiempo, ya que apenas se permite el acceso a 80 visitantes al día, pero dicen que es increíble.
La Valletta
La capital de Malta es una ciudad pequeña: no llega al kilómetro cuadrado de superficie y apenas cuenta con 7000 habitantes, así que se puede recorrer perfectamente en un par de horas. Eso sí, siempre y cuando no quieras visitar todas sus iglesias ya que, pese a su reducido tamaño, La Valletta cuenta con la friolera de 25 iglesias. Además del centro histórico, es recomendable subir a los jardines de Upper Barrakka y Lower Barrakka, desde donde se puede apreciar una bonita panorámica del gran puerto y de las tres ciudades que hay frente a La Valletta, con sus impresionantes murallas: Cospicua, Vittoriosa (antigua Birgu) y Senglea.
Aunque, lo verdaderamente impresionante de La Valletta es su triple muralla, con más de 60 metros de altura. Como decíamos antes, en una isla que, por su posición estratégica, era frecuente que acudieran invasores y, sobre todo, se realizaran asedios, tener una buena defensa era vital. La Valletta es prácticamente infranqueable ya que, además de su imponente muralla, cuenta con numerosos silos donde se almacenaban alimentos para así poder resistir los asedios.
Y esto nos lleva a un hecho histórico: ¿cómo consiguió Napoleón tomar La Valletta en 1798? Pues pidiéndolo, básicamente. La fama del ejército francés y de su Revolución era tal, que los malteses decidieron rendirse. Así terminó el dominio de los caballeros hospitalarios sobre la isla, que pasó a ser territorio francés hasta que el Tratado de París de 1814 le dio la isla de Malta al Imperio británico, al que perteneció hasta que el país alcanzó la independencia.
Datos prácticos
Para desplazarnos por Malta optamos por Taxify, una aplicación móvil tipo Uber o Cabify. Se pueden encontrar multitud de códigos promocionales con los que os darán 5€ de descuento. El precio de los trayectos fue de 15€ para el viaje del aeropuerto a Mdina (11 km) y de 13€ para el de Sliema al aeropuerto (10km). El precio dependerá en parte del tráfico, por ejemplo del aeropuerto a Mdina encontramos bastante, pero de Sliema al aeropuerto nada. De todas formas, la App os muestra una aproximación del precio del servicio antes de reservarlo.
El alojamiento lo cogimos en Sliema, situado muy cerca de La Valletta. De hecho, cuando estás allí tienes la sensación de que todas las ciudades están pegadas. Es como si fuera una gran ciudad dividida en barrios. Sliema está aproximadamente a 15 minutos en autobús y son varias las rutas que llevan a esta ciudad. El precio del billete es de 1’5€. Lo verdaderamente interesante es que la oferta hotelera de Sliema es mucho más económica que la de La Valletta. Nosotros nos alojamos en el Day’s Inn Hotel and Residence que os recomendamos totalmente, por su buena ubicación y buen precio. La habitación doble nos salió por 33€ con desayuno incluido. Si, además, utilizáis nuestro descuento de 15€ en Booking se os queda regalado 😉
Otra ventaja de alojarse en Sliema es la vista imperdible de La Valletta que tenemos desde aquí, ya que está justo en frente de esta ciudad y es desde donde se puede ver la capital maltesa en todo su esplendor.
Fuera de ruta
Con apenas 24 horas de visita, esta vez no pudimos ver mucho más. Nos quedó pendiente volver a las islas de Gozo y Comino, aunque esto es más recomendable para verano ya que con mal tiempo no operan los ferries. En la isla de Comino es visita imperdible la famosa Laguna Azul y en Gozo los templos de Ggantija, del año 3600 a.c y, por tanto, más antiguos que Stonehenge. La pena es que la Ventana de Azure de Gozo, símbolo del país, lamentable se derrumbó en 2017.