Béziers: una escapada perfecta desde Narbona
Béziers: una escapada perfecta desde Narbona

Béziers: una escapada perfecta desde Narbona

Desde Narbona, tomamos el tren a Béziers. El trayecto apenas dura 20 minutos y al llegar nos recibe el calor seco del mediodía. Justo enfrente de la estación está el Parque de las Poetas, un oasis verde en plena ciudad. Subimos por él, buscando algo de sombra mientras el sol aprieta sin piedad.

Béziers es una de las ciudades más antiguas de Francia —algunos arqueólogos creen incluso que es anterior a Marsella—, con asentamientos humanos que datan de más de 2.500 años. Fundada como Besara por los griegos o íberos (hay debate), fue después una importante ciudad romana, parte del eje comercial entre Narbo Martius (Narbona) y Toulouse, gracias a la Vía Domitia.

Un poco de historia

Seguimos caminando hasta la avenida Paul Riquet, una clásica calle peatonal francesa, con árboles a ambos lados y un aire algo decadente pero auténtico. Giramos a la izquierda y, tras un pequeño desvío, llegamos a la iglesia de la Magdalena. De piedra oscura y fachada sobria, este templo tiene un pasado oscuro: aquí tuvo lugar un terrible hecho histórico. Y es que, si hay un episodio que marca la memoria de Béziers, es el de la Cruzada Albigense. En 1209, durante la ofensiva de la Iglesia católica contra los cátaros (una corriente cristiana considerada herética), Béziers fue arrasada brutalmente. A pesar de que muchos habitantes no eran cátaros, se negaron a entregarlos. La respuesta fue demoledora: los cruzados sitiaron la ciudad y, al entrar, mataron a todos sin distinción. Se estima que murieron entre 7.000 y 20.000 personas. Es aquí donde, según la leyenda, el legado papal Arnaud Amalric pronunció su frase más infame: «Matadlos a todos, Dios reconocerá a los suyos.»

Tras la cruzada, Béziers pasó a manos de la corona francesa y vivió siglos de reconstrucción, volviendo a florecer sobre todo a partir del siglo XIX, gracias al comercio del vino y la llegada del Canal du Midi, que conecta el Atlántico con el Mediterráneo.

Sin gafas y a lo loco

Entramos en Les Halles, el mercado cubierto de Béziers. Dentro, el ambiente cambia: frescor, olor a embutido, y gente local tomándose el aperitivo. Más que un mercado al uso, parece un lugar de encuentro con varios bares y restaurantes. Mientras exploramos los puestos, David pierde sus gafas, lo cuál es una faena en un día tan soleado como el de hoy… pero qué se le va a hacer.

A la una en punto vamos a un restaurante que encontramos buscando en Google lugares con buenas reseñas en la zona, que no estén muy abarrotados y que tengan espacio para tumbar un rato a la bebé en su súper cuna portátil… y así acabamos en un comedor tipo cantina, de bandejas al estilo francés, sin pretensiones, pero ideal para comer algo rápido y tranquilos con bebé. Nos sentimos cómodos, y eso vale oro en un viaje con niños pequeños. Además el personal es muy amable con nosotros y la comida, aunque sencilla y sin apenas opciones, está rica y muy bien de precio.

Catedral, claustro y unas vistas de postal

Después de comer visitamos la catedral de Saint-Nazaire, uno de los grandes monumentos de la ciudad. Su interior es sencillo, pero el claustro tiene un encanto especial, con sus arcos góticos y sus rincones solitarios. La entrada, como en muchas catedrales francesas, es gratuita.

Desde allí bajamos hasta el puente viejo sobre el río Orb. La vista hacia la ciudad es espectacular: las casas escalonadas sobre la colina, la silueta de la catedral recortada contra el cielo, y el río tranquilo reflejando los colores de la tarde. Cambiamos el pañal del bebé junto al río, con brisa y sombra, y sentimos que este momento cotidiano tiene algo casi poético, quizás por el emplazamiento.

Volvemos a la estación para coger el tren de las 15:30 hacia Montpellier. Durante el trayecto, como ya es tradición, papá pasea arriba y abajo del vagón con bebé en brazos. La niña va dormida, feliz, mientras fuera del tren el paisaje del sur de Francia pasa como un mural de girasoles, pueblos de piedra y colinas secas.


Información útil para visitar Béziers

  • Desde Narbona: tren directo (unos 20 min, precio variable, desde 5 € si se reserva con antelación).

  • Qué ver: catedral de Saint-Nazaire, puente viejo, Les Halles, iglesia de la Magdalena, avenidas Paul Riquet y el centro histórico.

  • Consejo viajero: el casco antiguo está en cuesta, así que mejor evitar las horas centrales del día si hace calor. Hay parques con sombra y fuentes. También es fácil encontrar baños públicos gratuitos, en un estado aceptable de limpieza, pero sin cambiador para bebé.

  • Consejo para familias: la mayor parte del casco histórico es factible de recorrer con carrito, ya que es peatonal y el suelo no tiene baches, ni es de adoquines. Eso sí, te encontrarás con escaleras en algunos puntos, por ejemplo para acceder a la catedral.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

error: Content is protected !!