Nuestra primera parada del día es Glaumbær, un pueblecito con unas casitas con el tejado de césped. No son las únicas que hay en la isla y no entendemos muy bien a qué la fama, porque están chulas pero sin más. Suponemos que se podrá acceder a su interior, pero el museo está cerrado y abre dentro de un buen rato, así que las vemos desde fuera.
Vamos hacia Godafoss bordeando la costa (es decir, evitando el túnel de Akureyri, que es el único paso de peaje de la isla). No por nada, pero son quince minutos más y el trayecto es bastante bonito. Godafoss es una cascada de doce metros de caída con treinta metros de ancho. Se puede ver desde el mirador que hay junto a las cascadas y también bajar al pie de la misma siguiendo un pequeño sendero y cruzando por un puente. Lo que no entendemos es que haya gente saliéndose de los senderos marcados para hacerse fotos en el borde de la cascada, cosa que pone claramente que es peligrosa… sobre todo si te vas a poner a hacerte selfies sin mirar donde pisas. La verdad es que pocas cosas suceden. Luego se caerá algún turista haciendo el idiota y cerrarán el acceso a la cascada, cosa que ya hemos visto en otros lugares que pasa.
El lago Mývatn y alrededores
Seguimos con el coche bordeando el lago Mývatn, que no nos dice gran cosa y menos con esta luz, así que ni paramos y nos vamos directamente hasta los géiseres de Hverir, que son como de otro planeta. Lo único malo es que hay una cantidad loca de unos bichitos pequeños que vuelan y se te meten en los ojos y resultan de lo más molesto.
Después nos vamos hasta el cráter Viti, que está mejor que el anterior porque tiene agua dentro, aunque tampoco es una locura. De camino paramos en un sitio raro, se llama «Ducha eterna» y es una especie de escultura moderna, por llamarlo de algún modo, básicamente es una ducha al aire libre. Curioso, sin más.
Una cascada increíble
Seguimos hasta Dettifoss. Nos hacemos un poco de lío para llegar porque Google nos manda por una carretera pero los carteles por otra. Al llegar a la primera vemos que es sin asfaltar, pero en los carteles indican que para ir a Dettifoss es mejor coger la 862 y eso hacemos, y menuda diferencia porque esta carretera sí está asfaltada. Lo mejor para llegar es poner «Dettifoss West Park» en Google, si no te vas a la otra orilla de las cascadas que está bastante peor y menos preparada.
En el parque hay dos cascadas, Selfoss que es bonita pero más en la línea de los que hemos estado viendo hasta ahora y, luego, Dettifoss: Menudo alucine de cascada. Es considerada la más potente de Europa, con sus 100 metros de ancho y 33 metros de caída. Impresionante. La visita nos lleva una hora y media aproximadamente, recorriendo toda la zona y visitando todos los miradores.
Stuðlagil
Casi cuando empieza a llover cogemos el coche y salimos hacia el cañón de Stuðlagil, un lugar que teníamos muchas ganas de visitar porque las fotos que hemos visto son impresionantes. El camino para llegar está sin asfaltar y no excesivamente en buen estado. Hay dos lados, el lado derecho que es donde está el camping y el mirador oficial y el lado izquierdo, al que se llega cruzando un puente. Tras el puente hay dos aparcamientos, pues desde el segundo se puede llegar al cañón caminando unos 30 minutos aproximadamente.
Nosotros nos hacemos un lío y no encontramos por dónde cruzar el puente, además es bastante tarde cuando llegamos así que decidimos ir directamente al camping y al mirador oficial y dejar el otro lado del cañón para el día siguiente. El camping es muy simple, realmente solo tiene una caseta con unos baños (sin ducha) a los que se accede pagando 230 isk en un torno. Luego una explanada para aparcar y unas escaleras que llevan al mirador.
El cañón es… decepcionante, la verdad. El agua baja con mucha fuerza y muy turbia. El día gris y lluvioso tampoco ayuda. Es verdad que las columnas de basalto son una maravilla, pero esto no tiene nada que ver con lo que hemos visto en fotos… está bien, pero sin más. Esperamos que desde el otro lado sea más impresionante, quizás solo sea cuestión de perspectiva.
Al rato de estar allí llega la pareja que lleva el camping para cobrarnos (1000 isk por persona) y el chico nos dice que tengamos cuidado al bajar al cañón, que está muy embarrado y resbaladizo por las lluvias y que ayer se cayó un turista. Nos asusta un poco, la verdad. Es curioso porque estando allí llegan varios coches y se van otros tantos… curioso porque sin luz y con el estado en el que está el camino nos parece un poco locura hacerlo de noche, sobre todo con vehículos normales. Al final somos tres las camper que pasamos la noche allí.