Ha llegado el día de cambiar de país y despedirnos de Georgia. La verdad es que este es un país que llevábamos años queriendo descubrir, posiblemente porque nuestra amiga Andrea es muy efusiva a la hora de hablar de él, y nos ha sorprendido muy positivamente. Nos da pena marcharnos, aunque cierto es que eso es algo que nos suele ocurrir prácticamente siempre.
Cruzando la frontera
Ayer reservamos por internet un par de asientos en un minibús que va a Ereván. No es lo que teníamos en mente (teníamos una compañía física vista al otro lado del río y la idea de cogerlo directamente en la estación) pero la posibilidad de hacerlo por internet y con tarjeta nos gustó, pese a que salga desde un poco más lejos. Además así nos garantizamos la plaza.
Salimos de casa a las 8 y algo y cogemos el metro, que nos deja en 10 min en Insani mall, de donde sale. Al principio es un poco jaleo hacernos entender con el conductor, pero lo solucionamos rápido y a las 9 estamos saliendo en un minibús abarrotado. El tráfico de salida de Tblisi no es tan malo como ha sido todos los días pasados y en nada llegamos a la frontera, que cruzamos rápidamente a pie y sin problema. Por cierto, hay una casa de cambio en la propia frontera, así que nos podríamos haber evitado tener que cambiar en Tblisi anoche in extremis unos cuantos laris para llevar moneda local al llegar a Armenia. Pero bueno, no nos van a venir mal tampoco los drams que llevamos.
Habíamos escuchado que los georgianos conducían bastante mal y la verdad es que no nos había dado esa impresión durante el viaje, de hecho hemos comentado bastantes veces que nos resultaba una afirmaciónd de lo más exagerada. Sin embargo, en nuestros primeros kilómetros en Armenia, gente de cuya conducción no habíamos escuchado nada, casi tenemos un accidente porque nos ha venido un coche en dirección contraria, casi volcamos en un par de curvas y presenciamos adelantamientos de 3 en 3. ¿Tal vez la fama de los georgianos sea por sus vecinos? No lo sabemos, pero desde luego esto es una absoluta temeridad. No tiene ningún sentido un adelantamiento triple en una curva cerrada sin visibilidad, salvo que estés jugando a la ruleta rusa de los adelantamientos.
Ereván
Llegamos a Ereván sobre las 2:30, pero no a la plaza de la República como nos habían dicho, si no a una plaza bastante más al norte… y el conductor dice que él no habla inglés, que cojamos nuestras cosas y nos vayamos. Tampoco tenemos datos porque llevamos la SIM georgiana y no hemos podido hacernos aún con una armenia. Afortunadamente, un señor ruso que se ha bajado con nosotros (y que ha volado a Ereván desde Moscú para ir en bus a Tblisi porque sale a mitad de precio) se ofrece a pedirnos un Yandex que nos cuesta 800 drams. ¡Menos mal que cambiamos ayer dinero!
Llegamos rápido a nuestro hostal, que está situado encima de un taller mecánico (como dato curioso). El hostal está nuevo y la situación es bastante buena (enfrente de un gran supermercado 24h y de una zona de restaurantes también 24h, a 15 min del centro) pero la calle es un poco turbia. El dueño es un chaval joven que nos cuenta que rehabilitó una casa familiar para convertirla en hostal hace unos años.
Hacemos el check in rápido y nos vamos a por una sim y a sacar dinero, prioritario siempre al llegar a cualquier país. Ya con esto, nos ponemos a recorrer el centro, que se ve mucho más nuevo, occidental y cosmopolita que Tblisi. La verdad es que no esperábamos gran cosa de Ereván, principalmente y de nuevo por culpa de Andrea, que nos la había pintado como una ciudad sin interés, y la primera impresión ha sido de sorpresa. Y casi que se lo tendremos que agradecer, porque las expectativas pueden jugar muy en contra de las experiencias.
Recorremos Shahumyan Park hasta la plaza de la República, con todos sus edificios oficiales y fuentes, y cogemos la Avd del Nte, maravillosamente peatonal, hasta la Ópera y luego hasta el Complejo Cascada. Este museo al aire libre, que se comenzó a construir el 1971 como un conjunto de terrazas con una historia curiosa.
En la década de 1920, el arquitecto Alexander Tamanyan propuso la idea de crear cascadas y jardines escalonados entre dos partes de la ciudad de Yereván. Sin embargo, el plan no se llevó a cabo durante su vida. En 1970, la Unión Soviética retomó la idea con un nuevo proyecto liderado por el arquitecto Jim Torosyan. Se asignaron fondos desde Moscú debido a la incapacidad de la república para cubrir los costos. Torosyan modificó el plan original, añadiendo escaleras, salas de exposiciones, escaleras mecánicas internas y esculturas en los jardines.
La construcción comenzó en la década de 1980 pero fue interrumpida por eventos como los Juegos Olímpicos de 1980 y el terremoto de 1988. La construcción se suspendió hasta 2002 por falta de fondos. La Fundación Cafesjian lideró la iniciativa de reconstruir la Cascade, convirtiéndola en el Centro Cafesjian para las Artes, inaugurado en 2009 tras una donación de $128 millones de Gerard Cafesjian.
En la actualidad, el complejo cuenta con diez salas, y se está llevando a cabo la tercera fase, que incluye un museo de vidrio y dos cines… y es súperoriginal: mezcla esculturas, plantas, zonas de descenso, fuentes.. todo con un simbolismo muy simple y a la vez épico. La pena es que la parte superior, entre las cascadas y los monumentos al aniversario de los 50 años de la revolución soviética y las víctimas armenias de los soviéticos (si, en oposición uno y otro) no está terminada. Aun así, el complejo es maravilloso.. y más aún cuando lo empiezan a iluminar por la noche. De hecho, toda la ciudad coge un brillo especial por la noche, haciéndola más bonita que durante el día.. ¡y con aún más ambiente! Nos volvemos absolutamente locos haciendo fotos en el Cascade y caemos completamente rendidos ante sus pies. Es un lugar espectacular.
Volvemos hacia la Plaza de la República y, de camino,cenamos (mutabal y kebab iraní) y contratamos una excursión para mañana (nos sale mejor que ir por libre, principalmente por cuestión de tiempos, y es la única que sale pronto de todas las que hay). En la plaza de la República se supone que las fuentes deberían tener un espectáculo a las 9, pero después de esperar un rato y ver que no va a haber nada, nos vamos a comprar algo de desayunar y a pegarnos una ducha.