Carcasona en un día: qué ver y cómo visitar la ciudad medieval
Carcasona en un día: qué ver y cómo visitar la ciudad medieval

Carcasona en un día: qué ver y cómo visitar la ciudad medieval

Nos despertamos sin prisa. Afuera hace fresco, incluso llueve un poco. Jugamos con la bebé mientras decidimos qué llevar. David baja a por algo de comida y vuelve con un banquete improvisado: cordon bleu, ensalada de queso de cabra con miel, pollo… todo en pan naan. Delicioso, un auténtico vicio.

Cogemos el tren de las 14:00, que es el trayecto barato del día (5 € por persona). En media hora estamos en Carcasona, una ciudad que en realidad son dos: una parte moderna, sin grandes atractivos, y la famosa ciudad medieval amurallada, que es una de las joyas de Francia.

Un poco de historia

Carcasona tiene más de 2.000 años de historia. Fue primero poblado galo, luego fortaleza romana, después baluarte visigodo, y más tarde ciudad clave en las Cruzadas contra los cátaros. Su sistema de murallas dobles, de más de 3 km de perímetro, es único en Europa.

En el siglo XIX estaba prácticamente en ruinas, y a punto de ser demolida. Fue entonces cuando el arquitecto Eugène Viollet-le-Duc, famoso por restaurar Notre-Dame de París, reconstruyó la ciudadela, devolviéndole su aspecto medieval (aunque con algunos toques románticos que no son del todo históricos, como los tejados puntiagudos que nunca existieron así en el sur de Francia).

Gracias a esta intervención, hoy Carcasona es Patrimonio Mundial de la UNESCO desde 1997 y una de las ciudades fortificadas mejor conservadas del mundo.

Murallas y torres

Desde la estación caminamos unos minutos y ya se intuye la silueta mágica de la fortaleza. Pasamos primero por el Canal du Midi, Patrimonio de la Humanidad, y por un parque muy tranquilo y agradable con algunas esculturas al aire libre. Poco a poco nos vamos acercando a los puentes, el viejo y el nuevo, que ofrecen una vista espectacular de la ciudadela coronada por torres cónicas y murallas dobles.

La cité: un viaje a la Edad Media

Entramos por la Puerta Narbonense, que parece sacada de un decorado de película. Y lo cierto es que Carcasona lo parece todo el tiempo: una ciudad medieval completamente rodeada de murallas dobles, con callejones de piedra, casas estrechas y un silencio extraño que nos transporta a otra época.

Nos sorprende que, pese a su aspecto de museo al aire libre, hay gente que vive dentro de la ciudadela. Hay tiendas, restaurantes, y en el momento de nuestra visita no hay demasiados turistas, lo que nos permite pasear con calma.

Visitamos el castillo condal,  justo durante una ceremonia militar. El interior es interesante, pero lo realmente impresionante es el paseo por las murallas, desde donde se obtienen vistas inmejorables de toda la ciudad, los Pirineos y los viñedos de los alrededores.

Muy recomendable llevar la entrada reservada, ya que cuesta lo mismo que allí y tienen una cola prioritaria para las personas que llevan ya la entrada comprada.

Una de las curiosidades que aprendemos es que la puerta del castillo tiene dos salas paralelas, cada una con su propio rastrillo, para evitar traiciones en caso de que se colara algún enemigo. ¡La defensa era cosa seria aquí!

Terminamos la visita tarde, de hecho, somos los últimos en salir, ya que nos hemos entretenido dándole un biberón a la peque. El castillo ya está cerrado y las tiendas bajan la persiana. Tras nosotros va la chica que se encarga de ir cerrando las puertas de la muralla, para que los turistas no retrocedan.

Hemos hecho el recorrido total, que según los carteles es una hora, en apenas 40 minutos… parando a hacer fotos y a dar de comer a la niña. Desde luego, merece la pena hacerlo hasta el final.

Cuando salimos, apenas quedan algunos turistas cenando. Las calles están desiertas. Caminamos por la parte interior de la muralla, casi vacía, pasando por la catedral de Saint-Nazaire, que destaca por sus vidrieras.

Como curiosidad, las rayas semicirculares que se pueden ver en los muros son fruto de una intervención artística que tuvo lugar en 2022, donde se pintaron franjas amarillas.

Cena vietnamita y vuelta a Narbona

Bajamos de nuevo a la parte baja del pueblo y buscamos algo rápido para cenar. Encontramos un vietnamita auténtico, sin cocina, sin baño… pero con una comida increíble. Noodles con sabor a casa y arroz especiado servido en platos de plástico. Un hallazgo inesperado.

Volvemos en el tren de las 21:20 con la sensación de haber vivido una jornada fuera del tiempo.

Consejos prácticos

  • Cómo llegar: Desde Narbona hay trenes frecuentes, unos 30 minutos. El billete a 5 € es parte de la tarifa promocional liO Train. Desde la estación hasta la ciudadela, unos 30 minutos a pie. El paseo es agradable. También hay autobuses que te llevan a al ciudadela desde la estación de tren.

  • Consejo viajero: La cité no cierra, pero sus comercios sí. Si la visitas a última hora de la tarde, te la encontrarás sin apenas gente y con una luz de atardecer espectacular.

  • Consejo para familias: Recomendamos encarecidamente ir con porteo a Carcasona, sobre todo si se quiere hacer el recorrido de la muralla, ya que está repleto de escalones.

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