Zhangjiajie y las montañas de Avatar (6)
Zhangjiajie y las montañas de Avatar (6)

Zhangjiajie y las montañas de Avatar (6)

 

Empieza otro día movidito, hoy nos levantamos a las 6:00 muy ilusionados porque estamos a punto de cumplir uno de esos sueños viajeros que todos tenemos: conocer las montañas de Avatar, el parque de Zhangjiajie. Anoche conseguimos, después de varios intentos, comprar las entradas con WeChat, así que ya solo nos queda llegar y disfrutar.

Wulingyuan

La estación de autobuses está a cinco minutos a pie de nuestro alojamiento, así que vamos caminando. De camino, paramos a comprar una especie de churro que vemos en un puestecito para desayunar.

La estación está cerrada cuando llegamos, así que nos toca hacer tiempo hasta que abren, a eso de las 6:45. La verdad es que es una estación bastante pequeña y sin mucha pérdida, no hubiera sido necesario venir con tanto tiempo. Además, hemos llegado tan temprano que no están ni los controles de equipaje activos, así que pasamos sin más. Preguntamos en el primer autobús que vemos y nos dicen que ese es el que va a Wulingyan, la entrada del parque hacia la que nos dirigimos, así que pagamos al mismo conductor con WeChat y nos subimos, nos cuesta 13 yuanes el trayecto por persona.

El bus es directo y, además, nos damos cuenta de que pasa justo por la puerta de la estación de trenes de alta velocidad, lo cuál nos va a venir de fábula para el último día. Nos deja en una parada que está a unos 10 minutos  a pie de la entrada principal del parque, caminando en línea recta. No tiene mucha pérdida porque en la entrada hay una pagoda bastante alta, que se ve desde lejos y, además, porque aunque es tempranísimo ya hay gente. En China es habitual que los turistas madruguen, algo que no es tan normal en el resto del mundo. De hecho, nos tiene desubicados porque nosotros somos muy de madrugar para evitar encontrarnos con gente y aquí sirve de más bien poco.

Por cierto, las chicas de la sesión de fotos improvisada de ayer nos han escrito para invitarnos a una barbacoa… la pena es que es en Fenghuang, que ya nos pilla algo a desmano. Nos está sorprendiendo mucho la gente aquí, no nos los esperábamos tan abiertos y sociables. Posiblemente sean estereotipos infundados, pero siempre habíamos pensado que la comunidad china era más bien cerrada… y no, al menos con nosotros, para nada.

Entramos al parque con nuestro pasaporte y nuestra cara, la máquina de la entrada te hace una foto que será la que use para el reconocimiento facial en cada torno del parque. Es como estar en el futuro, es alucinante todo. Cogemos el autobús gratuito que lleva a la estación de teleférico.

Un teleférico entre las nubes

Nos subimos al teleférico, que la verdad es que tiene un precio un poco desorbitado para lo que es. A medida que vamos subiendo vamos viendo dos cosas: que el paisaje es espectacular y que el día está bastante cubierto, lo cuál pinta mal para nosotros. Además, cuando nos bajamos, comprobamos que ha empezado a chispear. Todo mal. Para colmo, ayer nos equivocamos al mirar la predicción del tiempo y buscamos la de Zhangjiajie pueblo, no la del parque, que está a más altitud… ¿resultado? Venimos preparados para pasar calor y hace más bien frío. Tenemos un problema, aunque por suerte los chubasqueros y cubrepantalones de lluvia siempre van en la mochila.

El primer mirador está repleto de niebla, no se ve absolutamente nada… pero nada de nada, en plan a medio metro todo está completamente blanco. Una niebla además muy densa, que podría cortarse con un cuchillo. Un poco frustrados, decidimos coger un autobús para ir al mirador de la parte alta que está más alejado.

En cada parada hay una serie de autobuses que siempre hacen el mismo recorrido, enlazando unas paradas con otras. Al llegar a la siguiente parada, hay que bajarse y coger el siguiente autobús, que suele estar a unos 200 metros de distancia, para ir al siguiente punto y así. Es un poco lioso al principio, pero luego resulta bastante práctico y se entiende que está pensando así porque aquí tienen que formarse colas importantes en temporada alta.

Yuanjiajie

Llegamos al área escénica de Yuanjiajie. El frío va a peor, así que acabamos comprando una chaqueta en un puestecillo que vemos. Por suerte, en China es fácil encontrar lo que necesitas cuando lo necesitas. Ahora mismo en los puestos hay cosas para el frío y para la lluvia a patadas, también bastones de trekking que, aunque no se necesitan en absoluto, parece que se venden bien.

Esto es algo que hay que saber sobre Zhangjiajie: no es la zona inhóspita y salvaje que uno pudiera imaginar. Como decimos nosotros: está tematizado. Es decir, lo han convertido en un parque temático, con sus tiendas, sus zonas de restauración con sus McDonalds y KFC incluidos, máquinas expendedoras, baños públicos y transporte. Se podría recorrer el parque completo sin caminar y, algo que nos gusta mucho, en silla de ruedas sin ningún problema. Es todo fácil, cómodo y muy pensado para un turismo de masas. Porque es lo que hay en China: turismo de masas. Aquí te puedes ir olvidando de estar solo en un lugar, disfrutando de silencio. Hay gente en todas partes, tanto si tienen interés como si no lo tienen. Así que la primera idea que hay que desterrar de la mente cuando se viaja a China es esa, o la decepción va a ser mayúscula.

Habíamos leído muchos blogs quejándose de esto antes de venir pero, la verdad, una vez en terreno y empezando a comprender cómo funciona el turismo interno en este país, lo comprendemos. No es lo ideal y, obviamente, a todos nos gustan más los espacios naturales que se mantienen como tales, pero el nivel de población de este país no es comparable prácticamente con ningún otro, y la logística que necesitan es brutal, simplemente para sus propios turistas. No puedes tener a tantísima gente en un sitio sin cierto orden y sin facilitar ciertas cosas, sería una locura y un caos total. Así que, dentro de lo que es esto, creemos que el gobierno chino no lo ha hecho mal del todo: a fin de cuentas, el grueso del parque está despejado y toda la parte turística se mantiene en una zona concreta, bien organizada.

La niebla

Nos vamos hacia el mirador que hay pasando el puente natural que forman las montañas. Hay bastante gente, pese al día tan malo que hace. Nos quedamos un rato observando las montañas, pasan de largo las 9:30 de la mañana y estamos bastante desesperados, pensando que el día va a ser en balde. A ratos vemos un trocito de montaña aquí, otro allá, y nos emocionamos de ver algún cachito de paisaje, esperanzados. Hay ratos en los que se medio despeja y, en cuestión de un segundo, vuelve a cubrirse todo. Es alucinante, casi hipnótico.

Seguimos avanzando hacia el mirador de la montaña de Avatar, el monte Alleluya. Esperamos tener más suerte en esta zona. Hay puestos en los que tienen drones para hacerte vídeos por 100 yuanes, y sorprendentemente tienen gente aunque no se vea absolutamente nada. Por el camino, vemos a una niña pequeña que se resbala y casi se cuela por debajo de la valla, la verdad es que nos llevamos todos un susto tremendo, pero por suerte su madre consigue agarrarla a tiempo.

Cuando llegamos al mirador de la montaña Alleluya, el cielo por fin se abre y conseguimos ver el paisaje en todo su esplendor. Ya pasan ampliamente las 10 de la mañana y, obviamente, todo lo que teníamos pensado ver hoy se va al traste porque no hemos podido ver nada hasta ahora. Así que emprendemos el camino hacia atrás para poder ver todos los miradores que nos hemos ido dejando por el camino, pero está vez sin niebla.

Este lugar es increíble, de lo más espectacular que hemos visto nunca. Es como estar en otro planeta, no sabemos si puede ser por la influencia de la película de Avatar, pero realmente esto impresiona. Y eso que ni tenemos la mejor luz, ni las mejores condiciones metereológicas hoy… pero, aún así, es un sueño.

Nos paramos en un puestecito aprovechando que ha repuntado la lluvia para comer algo. Nos hemos traído comida de casa porque no teníamos claro qué nos ibamos a encontrar, pero lo cierto es que aquí hay bastantes opciones y los precios, aunque más altos que en el resto del país, tampoco son disparatados.

Regresamos en autobús hasta Tianzi mountain. Estamos teniendo mucha suerte porque no nos estamos encontrando apenas colas, y por el despliegue de medios que tienen todo apunta a que aquí las colas tienen que ser de impresión, los buses pasan con bastante frecuencia y no nos estamos demorando mucho en los traslados.

Al llegar a Tianzi, regresa la niebla. Aprovechamos para comprar unos calcetines, que se nos han empapado con la lluvia. Cuando salimos del puestecito, ha despejado totalmente. Así que nos lanzamos como locos a recorrer los miradores y hacer miles de fotos. Es todo tan bonito que solo queremos retenerlo en nuestra cámara para la eternidad.

El lugar más bonito del mundo

Regresamos una parada hacia el otro lado para ver los miradores que nos hemos dejado antes por la niebla. Vamos dirección a Yuanjiejie, hoy nos vamos a recorrer la parte alta del parque dos veces, pero obviamente tenemos que aprovechar que está despejando cada vez más.

Acabamos el recorrido en el ascensor de Bailong. Nuestra idea inicial era bajar a pie y recorrer el camino hasta la entrada caminando, pero el tema de la niebla ha imposibilitado totalmente esto, porque cuando hemos querido empezar a ver bien las cosas, ya era prácticamente mediodía.

Compramos las entradas del ascensor en la misma puerta, mediante Wechat. No hay otro método para hacer la compra y las taquillas están vacías, por lo que nos alegramos de haber conseguido configurar los pagos en la App. Nada más pagar, el torno de entrada nos reconoce la cara, sin que tengamos que meter el pasaporte ni nada más. En serio, esto es como estar en el futuro.

Bajamos hasta la parte inferior de parque, desde donde se puede ver y sentir la impresionante altura de las montañas. Queda poco para el cierre del parque, así que nos apresuramos para coger el último autobús de la zona baja, que nos deja en la entrada sobre las 18:10.

Cuando ya salimos del parque, con mucha pena porque nos quedaríamos aquí eternamente, nos vamos hacia la salida para regresar a la parada de autobús. Los taxistas de la puerta nos dicen que ya no hay más autobuses y que la única forma de volver es con ellos, a un precio desorbitado. Como ya tenemos tablas, hacemos caso omiso y nos vamos a la parada donde nos han dejado esta mañana y, justo, pasa el autobús. Son las 18:54 de la tarde.

Nos metemos a cenar en un sitio de nuestra calle donde hacen al momento tallarines y te dejan elegir qué quieres echarles, también cogemos unos baos y una especie de gyozas rellenas de arroz, que están tremendas. De regreso al hotel nos vamos fijando en la cantidad de cámaras que hay por todas partes, es habitual en China pero lo de este barrio ya es demencial, no hay ni un solo ángulo muerto, pero nivel que hay cámaras enfocando a trozos de pared sin nada. En China la hipervigilancia es tan habitual que te llegas a acostumbrar, hay cámaras en todas parques, en los árboles, en las esquinas, en los autobuses, en las paredes, en las farolas, en las señalas, en las entradas, en puertas, ventanas… todo se graba. Desconocemos qué harán con tantas y tantas horas de grabaciones o si habrá alguien realmente viendo estas imágenes. Quizás tan solo sean disuasorias…

Nos vamos a dar una vuelta por el barrio y vemos que hay muchos sitios donde ofrecen masajes en los pies por 20 yuanes, lo cual nos parece una buena idea para relajarnos después del trote que llevamos estos días. Preguntamos en varios pero en todos nos dicen otra cifra mucho más alta. Cuando nos estamos ya marchando, una chica nos dice que ahí sí que son 20 yuanes, así que entramos… pero, tras estar media hora con los pies en remojo nos dice que no, que los 20 yuanes son solo por eso y que el masaje va aparte. En fin, menuda tomadura de pelo. Nos volvemos al hotel.

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