Amanecemos en Shiraz, aún recordando el increíble atardecer que vivimos en Persépolis. Prueba de lo que nos ha impactado es que nos pasamos un buen rato al llegar al hotel buscando más información sobre Persépolis y los grandes reyes aqueménidas.
Como ayer al final nos fuimos a Persépolis, hoy vamos a visitar lo que nos quedó pendiente de Shiraz. Shiraz, una ciudad de unos 2500 años de antigüedad, fue capital de Persia durante la dinastía Zand, entre 1750 y 1794. Se la conoce como la ciudad de la poesía, el vino, las rosas y las luciérnagas… sí, del vino. Es algo curioso porque, en teoría, en Irán no se puede vender alcohol.
La ciudad de los poetas
Pues bien, como decíamos, Shiraz es famosa por ser la ciudad de la poesía. Esto se debe a que aquí están enterrados dos de los poetas más famosos del país. Uno es Saadi, un poeta medieval nacido en Shiraz , y el otro es Hafez, también nacido en Shiraz en 1325.
Aquí adoran a sus poetas, hasta el extremo de que «adiós» en persa se dice «Khoda Hafez», que literalmente significa «Que Dios sea su Guardián». Y es que Hafez, el sobrenombre literario de Mohammed Shams od-Din significa precisamente eso: guardián o protector. Personalmente me parece maravilloso que dos de los personajes más importantes y queridos por los persas sean dos poetas, habla mucho de la sensibilidad de la gente de aquí.
Para empezar la mañana vamos a la tumba de Saadi. Lo primero que sorprende es la cantidad de gente que hay visitándola, sobre todo iraníes. Es curioso porque hemos estado en sitios mucho más espectaculares solos pero aquí, que prácticamente no hay nada que ver, hay mucha más gente. La entrada ha subido, como todo, y actualmente vale 500.000 riales. Lo mismo que Persépolis y, sinceramente, no hay color. Es un pequeño cenador con inscripciones en persa, entendemos que versos del poeta y poco más. Ni siquiera destaca por ser especialmente bonito.
Justo al lado y bajando unas escaleras hay un estanque con un pez, nos cuentan que si lanzas una moneda y cae dentro del estanque te casarás pronto. Nosotros medio en broma decimos que solo tenemos billetes y entonces, como esto es Irán, de inmediato nos ofrecen sus monedas. Lo de la amabilidad aquí es abrumador.
Qur’an Gate
Como ayer la vimos solo de noche, decidimos coger un taxi hasta Qur’an Gate y así verla de día. La verdad es que es un lugar muy agradable para sentarse un rato a descansar. Ahora hay menos gente que por la noche, pero aún así hay algunas personas.
Después nos vamos a pie hasta la tumba de Hafez, en un momento muy loco nos vemos atrapados al lado opuesto de la autopista y acabamos cruzándola muy temerariamente, tres carriles por sentido, una completa locura… sobre todo porque al rato descubrimos que había un puente.
Vemos la tumba de Hafez por fuera porque es similar a la anterior y no tiene mucho más, eso sí, cuesta sus 500.000 riales y está también hasta arriba. También es cierto que los locales pagan 50.000 riales, que es más aceptable.
Seguimos caminando y nos encontramos con la Ali Ibn Hamzeh Holly Shrine, que es otra mezquita decorada con cristalitos, una Holly Shrine. Es similar a las demás, aunque la experiencia es totalmente distinta. ¿Por qué? Pues porque el hombre que nos recibe y nos la enseña nos invita a tomar un té y unas pastas al acabar la visita y entonces nos habla sobre el Islam, las diferencias entre chiitas y sunitas y un montón de cosas interesantes más. Nos regala hasta una piedra karbala, que es la piedra que utilizan los musulmanes chiitas para rezar, ya que según sus creencias deben estar en contacto directo con la tierra para hacerlo.
Dizi
Ha llegado la hora de comer, así que nos vamos a un restaurante que teníamos recomendado: Qavam restaurant. Queremos probar el dizi, un plato tradicional persa que dicen que aquí está especialmente bueno. En realidad el plato se llama abgusht tradicional y suele hacerse con cordero, garbanzos, alubias blancas, patatas, tomates, cúrcuma y lima seca. Popularmente se conoce como dizi porque es el nombre del recipiente que se utiliza para hacerlo.
Lo más curioso de todo es cómo lo sirven. Traen el recipiente y, con unas pinzas grandes, lo sujetan y le quitan el caldo, que mezclan con pan. El resto lo machacan en el propio recipiente hasta convertirlo en una pasta. El resultado es espectacular, a nosotros personalmente nos encanta. La comida persa en general nos está gustando mucho.
Durante la comida hablamos con Abbas, el que será nuestro host en Teherán. Le conocí hace meses, cuando empezábamos a preparar el viaje y nos ha estado ayudando mucho desde entonces, para nosotros es ya un amigo. Le comento que estamos teniendo problema para comprar el vuelo que necesitamos de Kermán a Teherán. El problema es que en las agencias nos piden mucho más dinero de lo que cuesta y en la web no podemos pagar con nuestras tarjetas. Abbas nos dice que en una página persa que él conoce, el vuelo cuesta casi la mitad… pero claro, todo en farsi. Así que se ofrece a comprarlos él y nos dice que ya le pagaremos cuando lleguemos a Teherán. Alucinamos, de verdad.
La chica azul
Después de comer nos vamos a dar un paseo por los alrededores de Karim Khan, donde hay unos jardincillos con muchísima gente sentada haciendo picnic o paseando. Aprovechamos para montar el teleobjetivo y sacar algunas fotillos. Los iraníes son muy agradecidos para las fotos, no ponen ninguna pega y, de hecho, son muchos los que directamente nos piden que se las hagamos o vienen a agradecernos que les hayamos fotografiado. De verdad que son alucinantes.
Nuevamente morimos de fama, entre la gente que viene a saludarnos solo para charlar un rato, los que nos piden el Instagram o el WhatsApp y quienes nos piden fotos. Son encantadores, no podemos decir otra cosa, gente amable que se te acerca con una sonrisa y que solo quiere ayudarte o hacerte sentir bienvenido a su país.
Se nos acercan dos chicas, una de ellas profesora de inglés. Una gran oportunidad porque la gente aquí, aunque lo intenta, habla un inglés bastante malo y nos cuesta tener conversaciones con ellos. Me pregunta por el velo, como me siento por llevarlo y yo le digo la verdad, me resulta incómodo tener que llevarlo por imposición pero entiendo que es algo que debo hacer para estar en el país. Me preocupa más cómo se sienten ellas al respecto. Me habla de la sororidad que hay en el país, de como las mujeres van lentamente conquistando derechos y de la lucha que están haciendo. Me habla de la chica azul, que murió por reivindicar el derecho de las mujeres iraníes a acceder a los estadios de fútbol. Me habla del miedo y de como poco a poco lo van venciendo. Tiene esperanza, cree que el país cambiará en unos años, quizás no para ella pero sí para sus hijas. La verdad es que es una conversación muy interesante, que nos permite conocer un poco más el país.
En mitad de la conversación se acerca un hombre y nos dice algo, la chica nos traduce: el hombre es de Kurdistán y quiere invitarnos a conocer su tierra.
Cuando las chicas se despiden, vuelven y nos traen una caja de pastas. Nos ofrecen una y, cuando decimos que están muy ricas, nos regalan la caja entera… y no hay manera de decirles que no.
Shiraz al anochecer
Nos movemos de nuevo para ir a buscar un un faduleh a Mehdi Faduleh, que es otra cosa que teníamos recomendada. Son como fideos con sirope de agua de rosas, una cosa rarísima. A mí no me termina de convencer, pero a D sí que le gusta.
Después del faduleh nos vamos a la mezquita para verla iluminada de noche y me tengo que volver a poner el maldito chador, que es un horror de incómodo porque se me cae todo el rato y se me enreda en las piernas. Lo bueno es que esta vez nos dejan pasar sin guía porque ya conocemos las normas. Nos gustan mucho las mezquitas y el ambiente que se respira en ellas, están pensadas para que la gente vaya a pasar el tiempo allí, con sus fuentes y sus enormes patios centrales, es un lugar muy agradable en el que estar.
Cenamos en el mismo sitio en el que hemos comido, aunque esta vez optamos por un kebab y unas phirosky, una especie de empanadillas muy ricas. Después damos un último paseo por el centro y regresamos al hotel a recoger el equipaje, pedimos un Snapp y nos vamos a la estación de autobuses. Nos toca otra noche sobre ruedas.
Escúchanos
Si te apetece escuchar más sobre nuestro último día en Shiraz, te lo contamos en nuestro podcast Otoño en Persia.