Taman Negara y una despedida (27, 28)
Taman Negara y una despedida (27, 28)

Taman Negara y una despedida (27, 28)

 

Nuestro día empieza a las 5 de la mañana (desde luego no se puede decir de nosotros que no somos madrugadores – cuando volvamos a España vamos a tener que pasarnos un mes recuperando sueño!). Sin embargo, siendo honestos, yo me paso las 4h que tardamos en llegar a Taman Negara durmiendo y D… algo menos, pero, pero también da alguna cabezadita 🙂

La selva más antigua del mundo

Lo primero que hacemos es coger el desayuno para llevar porque al parecer hemos llegado un poco más tarde de lo previsto.  De ahí cruzamos el rió en bote para ir al puesto de control, donde compramos la entrada al Parque Nacional y una botella de agua (con el calor y la humedad que hay aquí, creemos que nos hemos quedado cortos con lo que traemos).

La entrada a Taman Negara cuesta 1 rb por persona, más 5rb si se quiere pasar una cámara (también móviles).

La primera parte del día es el Canopy Walk, una pasarela colgante de más de 500 metros que recorre las copas de los árboles a unos 45 metros de altura. Da un poquito de vértigo, pero merece la pena.  La parte mala es que hay bastante gente y, aunque únicamente se permite que haya dos personas a la vez en cada pasarela, le quita algo de magia al momento.

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Lo siguiente que hacemos es el trekking a Teresek Hill, que resulta ser absolutamente decepcionante: una caminata de veinte minutos escasos -gran parte por caminos y escaleras- para llegar a un «mirador» desde el que se ve una esquinita de selva. Esto se supone que es por lo que habíamos pagado más -el famoso trekking de dos horas por la selva que nos habían prometido-. Podéis imaginar nuestro mosqueo. Ya no solo por la estafa de la agencia, si no por que la sensación de que estamos más en un parque temático que en una selva: es verdad que este año hemos estado en el Amazonas, y que hace unos días hemos estado pisando la jungla virgen de Flores y de Sumatra, con lo que puede que no seamos justos en la comparativa, pero lo cierto es que esperábamos la «selva más antigua del mundo» y nos encontramos un sitio en el que no puedes salirte ni un ápice del camino trazado por que todo son caminos de madera con barandillas, asideros, barandillas, escaleras e indicaciones de como llegar de un sitio a otro. No oímos (ni mucho menos vemos) a ningún animal y, aunque estamos rodeados de arboles alucinantes, parece que solo están ahí como un decorado, cuando realmente son lo más importante 🙁

Se cree que Taman Negara tiene más de 130 millones de años, ha permanecido al margen de glaciaciones o erupciones volcánicas, por lo que se trata de la selva más antigua del planeta. La selva amazónica tiene 20 millones de años.

Regresamos a la canoa y bajamos hasta la zona donde habitan las tribus tradicionales atravesando unos rápidos.  Esta se supone que era otra de las actividades del tour, y aunque es bastante emocionante, dura diez minutos en vez de los 30 que nos habían prometido (se está cubriendo de gloria el de la agencia). Eso sí, en esos 10 minutos terminamos todos calados (menos el que va primero)… si nos hubiéramos bañado en el río no iríamos mas mojados.

Lo que más nos gusta es la visita a las aldeas tradicionales. Realmente es un asentamiento batek, que tribus originarias de esta zona que mantienen su forma de vida tradicional: son nómadas y se dedican a la caza y la agricultura. Viven en chozas de bambú y, aunque tratan de mantener sus tradiciones, también han incorporado elementos más modernos como plásticos para cubrir sus tiendas o mecheros para hacer fuego. Los más pequeños van en barca al colegio -en un pueblo cercano- y visten prendas como vaqueros o sudaderas, mientras que los adultos si llevan atuendos más tradicionales. Por lo general pasan bastante de los turistas -como hacían en Wae Rebo- aunque toleran a los visitantes con indiferencia. Entiendo que están más que acostumbrados y que aceptan que somos una importante fuente de ingresos.

Nos cuentan como viven (las partidas de caza que están días en medio de la selva, sus remedios caseros para ciertas cosas, su religión, etc.), y nos hacen una demostración sobre cómo cazan con cerbatanas de bambú (nosotros lo intentamos y es más complicado de lo que parece!), cómo hacen fuego en apenas unos minutos y la manera en que fabrican sus flechas. Toda esta parte es bastante interesante, sobre todo el ver cómo se puede obtener tanto de la naturaleza.

Regresamos en la barca, de nuevo atravesando los rápidos, para ir al restaurante flotante a comer. La excursión termina a las tres de la tarde: si, curiosamente la misma hora a la que terminan todas. Nos han engañado pero bien 🙁

De regreso a Kuala Lumpur

El camino de vuelta se nos pasa volando. Nuestra conductora, Tina, nos va contando cómo es su vida: es una madre soltera de origen indio, que está tratando de abrirse camino por su cuenta como conductora turística. Si la vida en un país musulmán, de por sí, no es fácil para una mujer, puedes imaginar cómo lo es para una madre soltera hindú. La verdad es que es digno de admirar el esfuerzo que realiza a diario para sacar adelante a su hijo.

Tina nos para en el camino un par de veces, una de ellas para que veamos un árbol de rambután y cojamos algunas piezas de esta deliciosa fruta. También compramos otras frutas distintas que probamos: nos tienen locos las frutas aquí!!

Ya en la ciudad, nos despedimos de Tina en la calle Jalan Alor, una de las calles más populares para cenar en Kuala Lumpur. Es una calle que está repleta de puestos y lugares de comida, con mil opciones diferentes y gran variedad de precio. Probamos un montón de cositas diferentes y después, agotados, nos vamos al hotel.

Un último paseo por Kuala Lumpur

Amanece nuestro último día en Kuala Lumpur con unas maravillosas vistas de las Petronas desde nuestra habitación (y desde la piscina, donde subimos a terminar de ver del amanecer)

Se acaba el viaje y se acaba nuestra luna de miel, pero no queremos dejar de aprovechar nuestras últimas horas: Nuestra primera parada es Masjid Wilayah, la mezquita federal del país. Para ir cogemos un grab por 9rb desde nuestro hotel. Tenemos suerte y, aunque cuando llegamos no está aún abierta al público, el chico de la entrada se apiada de nosotros y nos deja pasar. La verdad es que es una maravilla disfrutar de esto solos: tanto el interior como las vistas que tiene a las Torres Petronas son fantásticos.

A la salida, justo llega el guía de la mezquita, que nos cuenta algunas cosas sobre el edificio y sobre el Islam, la verdad es que es majísimo y nos regala hasta una botella de agua. La gente en Malasia, al menos con los que nos hemos cruzado hasta el momento, es súper amable.

Tenemos poco tiempo y hemos calculado que nos sobra algo de moneda local, así que cogemos otro grab por 10rb para ir a la mezquita de Masjid Jamek. En general, son todas bastante más bonitas por fuera que por dentro (Creo que después de haber estado en Abu Dhabi, nos va a costar encontrar una mezquita que nos parezca tan impresionante).

A la salida vamos a la agencia a quejarnos de la estafa de ayer y, por supuesto, no nos hacen ni caso: según ellos hicimos todo lo que incluía el tour. Les decimos que no es cierto, porque nosotros pagamos por un trekking de 2 horas y acabamos haciendo uno de 20 minutos y dicen que es la primera vez que alguien se queja por eso y que la excursión es así. Nos vamos bastante indignados, pero no podemos hacer nada más que tratar de advertir a futuros viajeros en Internet. El sitio en cuestión se llama Grand Leisure Travel & Tours.

Nuestra última visita en Kuala Lumpur es el Aquaria KLCC. Dicen que no es tan bueno como el de Singapur (el mejor del mundo), pero es bastante más barato y está en el Top 5 mundial. Además, tenemos la espinita de no haber podido ver a las manta raya en el mar y, aunque los acuarios nos generan sentimientos contradictorios, decidimos ir a verlas.

La entrada al acuario para un adulto, con descuento, cuesta 45rb.

La verdad es que lo acabamos pasando como enanos: a los dos nos encanta la vida submarina y, aunque preferiríamos haber visto a estos animales en libertad, la experiencia resulta muy interesante. Nos gustan especialmente los tiburones, las tortugas gigantes y, sorprendentemente, las medusas. Digo sorprendente porque creo que es el único animal que no nos hubiera gustado ver en el mar :p

Como colofón final a este viaje, a esta luna de miel y a estos días en Kuala Lumpur, volvemos a comer al Din Tai Fung, que me tiene enamorada. Nos pegamos un buen homenaje y, al terminar, regresamos al hotel. Hemos quedado con Tina, que nos hace el favorazo de llevarnos al aeropuerto por los 60rb que nos quedan en efectivo, para evitarnos sacar más del cajero.

La despedida

El sentimiento se repite: siempre que llegan las últimas horas del viaje nos pasa igual. Esa sensación de querer retenerlo todo, de querer arañar las últimas imágenes, los últimos segundos. Esta vez, además, siento que se acaba algo que ha sido muy especial, nuestra luna de miel. Ningún viaje volverá a serlo, ¿o sí? Lo pienso de camino al aeropuerto, mientras tarareo mentalmente aquella canción de Sabina… que todas las noches sean noches de boda, que todos los viajes sean lunas de miel.

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