Tras el desayuno nos ponemos en marcha hacia Kilembe, el pueblo desde el que vamos a iniciar nuestra ruta de un día por las montañas de Rwenzori.
Las montañas de la luna
Las montañas Rwenzori son la frontera natural entre R.D Congo y Uganda, además son la cordillera más larga de África. Su pico más alto, el monte Stanley, mide 5109 metros, siendo el tercero más alto del continente africano, por detrás de Kilimanjaro y el monte Kenia. Además, al igual que estas dos montañas, también tiene glaciares en su cima.
Su nombre original era Rwenjura, que significa «montaña de lluvia», pero los británicos lo pronunciaban mal y bueno, se quedó con el nombre actual. Por cierto, muy curioso, uno de los picos de esta cordillera se llama «Luis Amadeo de Saboya» porque el duque, hijo del rey de España durante dos años Amadeo de Saboya, era muy amante del alpinismo y realizó una expedición a finales de siglo XX a estas montañas.
Las montañas son míticas, todos los grandes exploradores de la época visitaron la zona en su búsqueda de las fuentes del Nilo. La expedición más famosa, obviamente, la que emprendieron en 1857 Burton y Speke.
Kilembe
En 2020, en plena pandemia, el río Nyamwamba se desbordó. Las fuertes precipitaciones hicieron que este río bajara con tanta fuerza y arrastrando tantas rocas a su paso, que gran parte del pueblo de Kilembe quedó destrozado. No era la primera vez, la anterior en 2015 dejó destruido el hospital que tenían.
Nada más llegar a Kilembe vemos un inmenso río de enormes rocas. Son las consecuencias del desbordamiento del Nyamwamba. Las casas y edificios que se encontraban en la orilla del río están seccionadas por la mitad, como si las hubieran cortado con un cuchillo. La magnitud de la desgracia se puede sentir de un simple vistazo.
Y, sin embargo, lo que vemos es vida. Gente caminando por los márgenes del río, llevando cestos en la cabeza o desplazándose en moto. Niños jugando, yendo hacia la escuela o gritando ese «mzungus» que tanto nos repiten a nuestro paso por Uganda. Y si no fuera por esas enormes rocas que dibujan la figura del río, uno ni imaginaría la tragedia que tuvo lugar aquí mismo, hace tan solo dos años.
El trekking
El trekking que vamos a hacer es cortito, de unas 6 horas. La idea es subir hasta el mirador, un camino en desnivel pero no muy duro, atravesando el bosque húmedo tropical que se encuentra en la parte más baja de la montaña. A partir de ahí ya empezaríamos a meternos en montaña más pura, hasta llegar a la parte de la cima donde se encuentra el glaciar. Se puede llegar al pico Margarita en un trekking de 12 días de duración, pero no es nuestro objetivo. Nosotros solo queremos conocer las montañas Rwenzori.
Como los formularios son estándar, nos vemos firmando unas hojas en las que dicen cosas bastante impactantes y nos llegan seriamente a preocupar con la dureza del trekking, pero nos aseguran que lo que vamos a hacer nosotros es una caminata sencilla y sin complicaciones… y es completamente cierto.
Tenemos dos guías para acompañarnos, todo un despliegue de medios. En realidad es un guía y un porteador, que se encarga de llevar el agua y la comida para el almuerzo.
La primera parte de la ruta, pasando por la zona del pueblo, es encantadora. Los niños salen corriendo a saludarnos al grito de mzungus y nos entretenemos haciendo algunas fotos. Es un camino poco vistoso, desde el que se puede apreciar el río de piedra y la inmensa tubería que están construyendo para canalizar el agua de la lluvia y así evitar que la tragedia vuelva a repetirse.
La segunda parte de la ruta, tras pagar la entrada al parque, ya transcurre por selva tropical. Es decir, naturaleza frondosa y tupida, aunque desde luego no tanto como Bwindi, aquí tenemos un camino trazado que seguir y no necesitamos abrirnos paso entre la vegetación. Es un camino sencillo, en pendiente, pero sin grandes dificultades. Nuestros guías nos van hablando sobre la flora y fauna local, así es como conocemos el famoso «árbol salchicha», llamado así por la curiosa forma de sus frutas. También nos hablan, aunque no llegamos a verlo, del camaleón de tres cuernos.
La gente
Al terminar la ruta y regresar al pueblo, ya por la tarde, nos encontramos con que el lugar está abarrotado. Un montón de niños han regresado del colegio y las calles están hasta arriba de chavales. Uganda es uno de los países con la población más joven del mundo, su media de edad nacional es de 15 años. Es decir, hay críos a patadas por todas partes y es normal ver a lo largo de todo el país los márgenes de las carreteras a rebosar de niños en uniforme camino del colegio o de escuelas con montones de niños en el patio. Lo que es más raro es ver a gente mayor.
Los niños se vuelven locos al vernos. Nos dicen los guías que no vienen muchos turistas a esta zona, solo los que van a escalar el pico y tampoco son demasiados. Así que vernos es una atracción para ellos. Y ya se desata la locura cuando ven la cámara. Entonces todos quieren posar para nosotros, se empiezan a colocar delante para que los retratemos y algunas madres, con timidez al principio, nos traen a sus hijos y les dan un empujoncito para que les fotografiemos. Los guías nos han dicho que podemos enviarles las fotos a ellos y se encargarán de imprimirlas para repartirlas entre las familias, así que todos tan contentos y nosotros más aún.
Cuando terminamos, nos vamos a Kasese donde pasaremos la noche. El sitio donde nos alojamos tiene verdaderos problemas de suministro con el agua, ya que la tienen que traer de un sitio que está a 15km de distancia y almacenarla en tanques, por lo que no hay agua caliente y nos tienen que calentar un barreño en el fuego… pero bueno, tampoco es mayor drama que ducharse a cubazos.