Cuando nos pusimos a pensar qué queríamos ver en 2019, África fue el continente que vino de inmediato a nuestras cabezas. En 2018 habíamos pasado por Asia y Sudamérica y nos apetecía mucho volver a este continente. Mucho, mucho. Así que… dicho y hecho!
Nuestro principal objetivo eran las cataratas Victoria. Teníamos que verlas sí o sí, así que todo el viaje giró en torno a eso. Después descubrimos Chobe, Etosha, el maravilloso delta del Okavango, el desierto de Namib y ya no quedó ninguna duda. El viaje estaba «hecho».
La ruta
Teníamos tres semanas y muchos kilómetros por delante. Después de leer muchos diarios y blogs, llegamos a la conclusión de que lo que más nos cuadraba era una ruta circular, empezando y terminando en Windhoek, la capital de Namibia. Tanto por motivos económicos (salía más barato el vuelo y el alquiler de vehículo) y de tiempo (la primera idea fue comenzar en Sudáfrica, pero era abarcar demasiado en poco tiempo e implicaba tener que prescindir de alguna cosa que nos interesaba ver), era la mejor opción.
Concretar el itinerario fue muy complicado: hubo que leer muchos diarios de viaje, blogs y consultar a otros viajeros que ya habían hecho este viaje. Por suerte, gracias como siempre a los foreros de Los Viajeros y a la ayuda inesperada por parte de los diferentes agentes namibios con los que contactamos para preguntar por alquileres y reservas de camping, conseguimos cuadraruna ruta bastante completa y realista… y digo realista porque uno de los principales problemas de este viaje es que los tiempos en carretera no son los que aparecen en Google Maps (cuando te los calcula), si no unos bastante más altos. Un error frecuente es no tener esto en cuenta, lo que da lugar a plannings diarios imposibles.
Finalmente, nuestra ruta quedó tal que así:
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- Día 1. Windhoek.
- Día 2. Windhoek–Sesriem campsite.
- Día 3. Sesriem-Solitaire. Parque nacional de Namib-Naukluft (desierto del Namib y Deadvlei).
- Día 4. Solitaire-Trópico de Capricornio –Walvis Bay-Swakopmund .
- Día 5. Swakopmund – Cape Cross- Spitzkoppe .
- Día 6. Spitzkoppe – Kamanjab- Otjitotongwe Cheetah Guest Farm.
- Día 7. Otjitotongwe- Okakuejo.
- Día 8. Okakuejo- Halali.
- Día 9. Halali- Tsumeb.
- Día 10. Tsumeb- Negpi campsite.
- Día 11. Ngepi campsite-Linyanti.
- Día 12. Linyanti- Kasane.
- Día 13. Cataratas Victoria
- Día 14. Kasane – Elephants Sands.
- Día 15. Elephants Sands- Maun- P.N. Makgadikgadi Pans.
- Día 16. P.N. Makgadikgadi Pans- Maun – Mankwe Campsite (P.N.Moremi).
- Día 17. P.N. Moremi. Mokoro por el Delta del Okavango.
- Día 18. Mankwe Campsite- Maun.
- Día 19. Maun- Ghanzi.
- Día 20. Ghanzi- Windhoek.
- Día 21. Devolver coche y vuelo a España.
El vehículo
Descartamos desde el principio la idea de movernos en transporte público, ya que resultaba muy compleja -aunque no tan imposible como creíamos al principio (encontramos a viajeros que habían hecho el viaje así)-. Obviamente, al querer ir por libre, quedaron fuera todos los circuitos organizados en camiones y demás. Eso nos dejaba únicamente la opción del alquiler.
Principalmente la decisión estaba entre un vehículo normal, un todoterreno y un todoterreno con tienda en el techo -ordenados de más caro a más barato-. La primera opción no nos convencía porque implicaba tener que contratar excursiones para adentrarnos en algunos parques de Botsuana (en los de Namibia sí es posible ir con un coche normal) y nos podía causar problemas si encontrábamos alguna dificultad en la carretera (arena, baches…), así que por la diferencia de precio y teniendo en cuenta que éramos cuatro personas para repartir gastos, nos decantamos por el 4×4. El tema de la tienda no lo tuvimos que pensar mucho porque realmente la diferencia de precio no nos parecía tan alta como para tener que llevar la tienda desde España o alquilarla allí -además de la incomodidad que implicaba el tener que montarla cada día y del hecho de que nos daba bastante más tranquilidad dormir en alto-, terminaron inclinando la balanza. Todo esto, teniendo en cuenta que éramos cuatro personas y que, por tanto, necesitábamos un 4×4 con dos tiendas en el techo, lo que abarataba bastante el coste por persona de esta opción.
Después de pedir infinidad de presupuestos y de buscar referencias y opiniones de todas las compañías con las que hablamos, nos decantamos por Aloe Car Hire. Primero, porque no nos pedían que pagaramos por adelantado, lo cual era un requisito indispensable (no quería pagar nada sin ver primero el vehículo, como me parece comprensible). Lo segundo, porque nos ofrecieron el mejor presupuesto, con bastante diferencia. Y lo tercero porque, no encontramos ninguna opinión negativa en la red aunque, todo sea dicho, encontramos pocas opiniones sobre esta compañía (tras el viaje es más fácil encontrar opiniones negativas: concretamente la nuestra).
Sobre coberturas, tras leer en numerosos diarios que los pinchazos eran más que frecuentes y que cualquier cosa podía pasar, decidímos no arriesgar y coger la cobertura completa que cubría neumáticos, lunas y daños a la carrocería por 400$N al día. En total para 20 días nos suponía un total de 500€ aproximadamente, casi la mitad del alquiler del coche, pero la tranquilidad que nos daba no tenía precio… y, nuevamente, al repartir entre 4 realmente no era tanto. También añadimos al alquiler un frigorífico por 60$N al día, algo que seguramente agradeceríamos a la hora de comer. Nos ofrecían, además, la posibilidad de coger GPS por 95$N diarios.
Los alojamientos
Encontrar información sobre campings en Namibia y Botswana no es tan complicado como puede parecer en un principio: la mayoría tienen página web y facilitan sus tarifas a los clientes. El problema es que para realizar una reserva, es necesario pagar por adelantado… y hay que hacerlo mediante transferencia internacional.
Hay viajeros que van a la aventura, sin reservas. Esto puede salirte bien o puedes encontrarte con que no tienes sitio en los campings más populares, que son los que están dentro de los Parques Nacionales. ¿Por qué? Sencillo: porque permiten alargar tu estancia en el interior del parque y porque además te ofrecen la experiencia nocturna de estar en medio de la naturaleza. Los campings más problemáticos son, por tanto, los que están en el interior de Etosha o de Moremi. Tanto es así que nosotros, que realizamos la reserva en diciembre/enero para viajar en mayo (que ni siquiera es temporada alta), nos encontramos con que en Moremi ya había campings completos.
Intentamos alternar alojamientos en B&B y hostales con los campings, para ir descansando y cogiendo fuerzas durante la ruta. Básicamente cogimos B&B en los lugares donde esta opción nos salía aproximadamente por el mismo precio que un camping o ligeramente más caros, pero no demasiado, por lo que la diferencia compensaba la comodidad. Los reservamos todos a través de Booking.
Los campings los fuimos eligiendo en base a opiniones de otros viajeros que habían estado antes que nosotros o a recomendaciones que recibimos. Teníamos claro que queríamos quedarnos en Sesriem, ya que, aunque era notablemente más caro que los campings exteriores, nos permitía permanecer una hora más dentro del parque, tanto al amanecer como al atardecer y eso era algo que no tenía precio. El camping de Spitzkoppe era obligatorio, porque no podíamos perdernos esos increíbles cielos nocturnos. También queríamos ir a la granja de guepardos de Otjitotongwe, para ver cómo los alimentan al atardecer. En Etosha teníamos claro que queríamos estar en Okakuejo y Halali. Pensamos en un principio en hacer la tercera noche en Namutoni, pero nos recomendaron dormir fuera del parque, en Tsumeb, para acortar un poco la ruta de día siguiente.
Negpi campsite fue una recomendación que nos hicieron en el foro de Los Viajeros, con bastante ímpetu, así que lo añadimos en la ruta para descubrir por qué tantos viajeros hablan tan bien de este sitio. Linyanti fue una parada improvisada: queríamos quedarnos cerca de la frontera para llegar lo antes posible a Kasane al día siguiente y no queríamos arriesgar a que nos cerraran la frontera.
En Botsuana teníamos dos cosas en mente: dormir al raso en uno de los salares de P.N. Makgadikgadi Pans y quedarnos dentro de Moremi. El tema del salar me volvió un poco loca porque solo veía excursiones organizadas a unos precios altísimos, lo cual me parecía un robo porque a fin de cuentas nosotros teníamos nuestra tienda. Tras mucho buscar e investigar, descubrí que realmente para dormir en el salar no necesitabas contratar nada: podías ir por tu cuenta. El problema era orientarte allí y no perderte. Decidí entonces buscar a un guía que nos llevara e hiciera noche con nosotros, nuevamente lo conseguí gracias a recomendaciones.
En Moremi tuvimos bastantes problemas. Los campings son muy caros y se agotan rápido. Finalmente nuestro tercer intento fue el bueno y conseguimos camping dentro, además uno de los más baratos del lugar. Al final solo pasamos dos noches allí, ya que se nos iba mucho de presupuesto hacer más días dentro del parque.
El resto de campings los fuimos eligiendo por ubicación, recomendaciones o precio. Las reservas las realizamos a través de Namibia Reservations (a posteriori: no recomendamos esta agencia, sigue leyendo para saber por qué), ya que ofrecieron mejores precios que Cardbox y, además, nos hacían las reservas de ambos países mientras que Cardbox solo me reservaba Namibia. ¿Y por qué reservamos a través de agencia? Pues eso mismo pensamos nosotros cuando vimos que muchos viajeros optaban por esta opción, pero la realidad es que te ahorras incontables quebraderos de cabeza por una comisión mínima. Y es que la mayoría de los campings o no tienen email de contacto o directamente no contestan, además de que entenderte con ellos es un mundo porque responden lo que quieren y cuando quieren. Esto unido a que casi ninguno acepta métodos de pago como PayPal o tarjetas de crédito, si no que solicitan un ingreso bancario… en fin, que optar por un intermediario nos permitía agrupar los pagos en uno solo y así evitarnos un montón de transferencias internacionales, además de facilitarnos las gestiones de la reserva.
Las fechas
Lo que teníamos claro era que no podíamos ir en época de lluvias -de noviembre a abril-. Tampoco queríamos ir en temporada alta -de julio a septiembre aproximadamente, coincidiendo con las vacaciones en Europa-, para evitar las aglomeraciones de turistas y preferíamos evitar la época más seca para poder ver las cataratas en su máximo esplendor -de septiembre a noviembre-. Eso nos dejaba los meses de mayo y junio como única opción. Los festivos de mayo terminaron de convencernos para elegir estas fechas 🙂
La experiencia
Y una vez realizado el viaje, toca hacer repaso de aciertos y errores. Para empezar, nos parece imprescindible contar con cierto margen el día de llegada al país. No solo por posibles problemas con el vuelo, como nos pasó a nosotros, sino porque la explicación de cómo funciona el Hilux y el cogerle un poco el truco a eso de conducir por la izquierda lleva su tiempo. Si a eso le sumamos que el primer día toca hacer compra, llegas agotado de tanto vuelo y sobre las 6-7 de la tarde es de noche, razones más que de sobra para dejar un día de margen. Día que, por cierto, no salvó el viaje… pero eso ya lo contaremos más adelante.
La ruta en general nos ha convencido bastante, pero hemos acabado reventados. Es un viaje muy cansado, son muchas horas de coche y kilómetros y kilómetros de carreteras en un estado cuestionable, en las que se te van cruzando todo tipo de animales y en las que tienes que poner todos tus sentidos porque cuando no es un elefante es un bache del tamaño de una rueda de camión. Vamos, que es una condución muy pesada. Si a eso le sumas el conducir dentro de los parques, con zonas de arena, baches, desniveles y la tensión de no poder pinchar porque a saber qué hay oculto entre los arbustos, pues eso, que el tema del coche acaba pesando los últimos días. Algo curioso es que las carreteras que al principio nos parecieron malas, hacia el final del viaje nos parecían un sueño.
A esto hay que añadirle el trajín de montar y desmontar la tienda, ducharte en a saber qué condiciones, levantarte al amenecer, cocinar, tener todo cubierto de polvo… vamos, que no es un viaje sencillo ni para todo el mundo. Se disfruta mucho porque la naturaleza es increíble y se ven cosas tan alucinantes como Deadvlei, las cataratas Victorias o las montañas de Spitzkoppe, noches repletas de historias, rinocerontes bebiendo agua en los water holes de Etosha, cachorros de leones bebiendo tranquilamente en la orilla del Okavango o grupos de hipopótamos dejándose arrastrar por la corriente en el río Chobe. África compensa el esfuerzo con creces y, al final del día, el resultado es más positivo que negativo… pero a veces se hace duro, van surgiendo problemas y hay que resolverlos sobre la marcha.
Tras la experiencia, creo que no cambiaríamos nada de la ruta, o muy pocas cosas. Tal vez intentar llegar a Walvis Bay directamente desde Sesriem sin parar en Solitarie, aunque la verdad es que a nosotros nos encantó ese camping y nos vino de lujo el descanso después del intenso primer día de viaje que tuvimos.
También evitaríamos la Otjitotongwe Cheetah Guest Farm porque no resultó ser lo que pensábamos: Creíamos que era un proyecto de salvamento de guepardos, pero resulta que es un ex cazador que tiene a 3 guepardos como mascota y otros 16 encerrados en un terreno, a los que alimenta por las tardes previo pago de los turistas. No me parece ético financiar este tipo de actividades, ya que no me parece turismo responsable y es uno de los puntos del viaje de los que más me arrepiento. Teníamos que haber investigado más el lugar antes de ir.
Otra posible modificación quizás sería hacer de un tirón el trayecto entre Ngepi y Kasane, en su día nos dió miedo porque las fronteras cierran al atardecer y preferíamos cruzarla por la mañana, pero hubiéramos tenido tiempo más que de sobra para hacerlo. También modificaríamos la parte de P.N. Makgadikgadi Pans. Aunque ver a los suricatos nos encantó, la noche en el salar me decepcionó un poco. También fue culpa del guía que llevamos, aunque eso ya lo contaremos con más detalle. Después de haber estado en Uyuni, creo que los salares van a tener que ser muy espectaculares para impresionarnos.
Y creo que uno de los grandes fallos del viaje fue Moremi. Fallo porque empezamos a reservar los campings en enero y, aunque en el resto de sitios no hubo problemas, todos los que estaban cerca de las entradas norte y sur de Moremi estaban llenos, así que tuvimos que conformarnos conla opción más cercana: a 1 hora y media de la puerta norte. Pero claro, no teniamos ni idea de cómo iba a ser el terreno… y nos encontramos con un terreno con grandes zonas de arena, baches y caminos estrechos rodeados de zarzas. Vamos, una pesadilla para conducir.
Por último, quizás también contemplaría la opción de hacer Maun-Windhoek del tirón el penúltimo día. Son como 8 horas de viaje, pero entre 4 no es tanto tiempo de conducir y se podría haber salvado un día de viaje. Aunque también sea dicho que a esas alturas del viaje estábamos agotadísimos y que el día en Ghanzi nos vino de perlas para descansar un poco y recuperar.
En definitiva, creo que el viaje ha estado genial en lo que a tiempos respecta, al menos para nosotros. Ha sido duro, agotador y nos hemos ido encontrando toda serie de problemas a lo largo de los 5700 kilómetros que hemos recorrido por estos países, pero el balance final es positivo. África no es fácil, pero merece mucho la pena 🙂