Dendera y Abydos (2)
Dendera y Abydos (2)

Dendera y Abydos (2)

 

Volvemos a llegar pasada la media noche a nuestro hotel y nos levantamos muy temprano después de una noche de pesadilla en un hotel en el que el aire acondicionado apenas funcionaba y, cuando lo hacía, formaba un estruendo bestial. Esto no sería tan duro si no estuviéramos a 43º… y para colmo en el hotel la sensación es de que tienen la calefacción puesta, ¡hace más fresco en la calle!

Abydos

El viaje es larguito, como unas tres horas. Lo pasamos entre adormilados, disfrutando del A/C de la van en la que vamos y escandalizados por la cantidad de basura que hay en los márgenes del río Nilo. Es apabullante, está todo hasta arriba de plásticos y otros desperdicios. La verdad es que lo de Egipto con los plásticos es tremendo, utilizan cubiertos, vasos y demás de un solo uso como si no hubiera un mañana. Nos choca un montón, sobre todo porque nuestro viaje coincide con la prohibición de su uso en Europa. Cada país va a un ritmo, pero es una pena.

Al llegar al templo vemos que el aparcamiento está completamente vacío. Es bastante temprano, como las 8 de la mañana, pero aún así nos choca que no haya absolutamente nadie en un sitio turístico. Es cierto que Dendera y Abydos están fuera de los circuitos turísticos clásicos pero, por no haber, no hay ni vendedores. Omar, nuestro guía, coge las entradas (y observamos, como veremos a lo largo de todo el viaje, que le dan entradas de estudiante… no sabemos si tienen algún tipo de acuerdo porque por estudiantes no pasamos, desde luego).

Abydos venía a ser la Meca del Antiguo Egipto. Era un lugar de peregrinación en la antigüedad porque era el templo dedicado a Osiris, el dios de los muertos, así que era un sitio de paso prácticamente obligado. 

Una de las cosas más fascinantes que vemos en este templo es la llamada Sala de los Antecesores, donde hay una lista de los faraones que precedieron a Seti I . Los nombres están dentro de cartuchos, que es como se llama la línea que rodea los nombres. Manetón, el sacerdote que en siglo III aC ordenó las dinastías Egipcias tal y como las conocemos ahora, hizo uso de esta lista y de otras que se encuentran en Saqqara o Karnak. 

Tuvo que ser fascinante descubrir que en estas paredes había escrito algo así, aunque hasta 1822 no fuera posible. Y es que la escritura jeroglífica no se descifró hasta ese año. Concretamente fue Champollion el encargado de tal proeza: era un genio de las lenguas que hablaba desde niño como 5 o 6 idiomas (entre ellos el copto, que fue la clave de su hallazgo). Pero para entender qué y cómo lo descubrió Champollion, hay que saber en primer lugar que los egipcios tienen tres tipos de escritura: 

  • La escritura hierática (el nombre viene de griego y significa sacerdotal, se lo puso Clemente de Alejandría en el siglo II) se utilizaba para los papitos y textos religiosos, científicos y literarios. Era una escritura más rápida, ligada a los jeroglíficos aunque no eran jeroglíficos.
  • la demótica, que era la escritura corriente. Se escribía siempre de derecha a izquierda. Surgió en la última etapa del Antiguo Egipto. Era un derivado de hierático. Fue Heródoto quien creó este término para diferenciar esta escritura de la hierática y de la jeroglífica, y significa popular. Se utilizaba en textos económicos y literarios, el hierático se quedó para los textos religiosos. La última vez que se usó fue en el templo de Isis, en Philae, en el año 452 dC. 
  • Los jeroglíficos eran la escritura sagrada, reservada para los templos, monumentos, tumbas y demás. El último jeroglífico se escribió en el templo de Philae en el año 394 dC, por cierto.

Total, que Champollion hablaba copto. ¿Y qué es el copto? Pues una lengua que desciende del egipcio demótico, era la lengua que hablaban los cristianos en egipto y que se siguió utilizando mucho tiempo después de los jeroglíficos, aunque utilizando el alfabeto griego con algunos signos demóticos.

Gracias a que conocía el copto, Champollion pudo descifrar la piedra Rosetta, el famoso decreto real que encontraron los franceses (con Napoleón en cabeza) en 1799. La piedra está escrita en griego, demótico y jeroglífico. El demótico le resultó familiar y, atando cabos, llegó a unas conclusiones muy interesantes: primero, el alfabeto egipcio tenía 24 signos. Solo consonantes, ya que consideraban que las vocales solo servían para pronunciar las palabras. Segundo, y la clave de todo, que los egipcios tenían tres formas de leer sus jeroglíficos: como ideogramas, es decir, como ideas o palabras asociadas a un símbolo. Como fonogramas. O como sonidos, vamos lo más similar a lo que hacemos ahora. Con eso y con ayuda de los nombres de los faraones, concretamente Ptolemeo, que aparecía destacado en su cartucho, por fin las paredes de las tumbas y templos egipcios volvieron a contar una historia que había permanecido silenciada durante siglos.

Este templo es una maravilla porque conserva parte de los colores originales, y es que los templos egipcios en su día eran puro color.  También tiene algo bastante inusual: un monumento funerario para Osiris, y es que en la mitología egipcia este dios murió a manos de su hermano Seth.

Pero este templo tiene algo más que le hace especial: aquí se encontraron enterrados un conjunto de tablillas de arcilla escritas que databan del año 3300 a.C, según la prueba de carbono 14. Ahí es nada, uno de los escritos más antiguos de los que se tiene conocimiento. Parece que eran libros de cuentas o algo similar, ya que mencionan impuestos pagados en especias al rey y, obviamente, están escritos en jeroglífico.

Y nosotros tenemos la suerte de poder disfrutarlo a solas 🙂

Dendera

El templo de Dendera que visitamos actualmente data de la época ptolemaica. Hubo otros templos antes en la misma ubicación, pero se destruyeron. Era un templo dedicado a la diosa Hathor, hija de Ra y esposa de Horus, la diosa del amor, la alegría, la música y la danza. Se la puede ver en los capiteles de las columnas, conservando aún los tonos azules con los que estaba pintado su rostro originalmente. La verdad es que las columnas son puro espectáculo, completamente impresionantes, tanto las de la entrada del templo como las de su interior.

Y no solo las columnas: El techo es una fantasía! Todavía conserva gran parte de los colores y resulta muy impactante mirar hacia arriba y descubrirlo.

Se convierte casi de inmediato en uno de nuestros templos preferidos, nos encanta su color y la cara enigmática de la diosa Hathor observándonos desde lo alto de las columnas.

Embarcamos

Tras visitar estos dos templos prácticamente a solas, salvo unos minutos en los que ha aparecido un grupo de mexicanos que se han ido rápido, emprendemos el camino de regreso a Luxor. Nos toca embarcar en la motonave Princess Sarah.

Con la tontería se nos hacen las cinco de la tarde cuando queremos llegar, momento en el que aprovechamos para comer… y otra vez nos ponen el menú estándar egipcio que. A estas alturas, confirmamos que debe ser lo que les ponen a todos los turistas. Después de eso, ya sí, vamos al barco.

El barco está muy bien, aunque también es cierto somos gente con pocas necesidades. Una cama medianamente cómoda y una ventana, más que suficiente (bueno, y en este pais un aire acondicionado). Aún así, no nos vamos a quejar de los extras.. Tiene una pequeña piscina en la cubierta, un par de salones y un comedor en la planta de abajo donde disfrutamos, apenas tres horas después de comer y tras una buena ducha, de una cena internacional que de egipcio no tiene absolutamente nada, tanto que casi echamos de menos el menú estándar egipcio.

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