La Transfăgărășan y Bucarest (7, 8)
La Transfăgărășan y Bucarest (7, 8)

La Transfăgărășan y Bucarest (7, 8)

 

Empezamos nueva jornada en Rumanía. Ya solo nos quedan dos días de viaje y empezamos a acercarnos a nuestra meta final.

Dos en la carretera

La Transfăgărășan es la carretera más famosa de todo el país, cosa que no nos sorprende en absoluto después de recorrerla. No está disponible todo el año, ya que en invierno suelen cerrarla por la nieve, así que se suele encontrar abierta desde principios de julio hasta finales de octubre normalmente.

Son unos 100 kilómetros en total y, aunque su parte más famosa y popular es la del puerto de montaña, con esas curvas imposibles, la carretera también recorrer una preciosa zona de bosque que, además, ahora en otoño está repleta de rojos y amarillos intensos, una pasada.

La parte del puerto de montaña es una maravilla, además hay ya algo de nieve, que siempre ayuda. Lo único malo es que hace un frío que pela. Aprovechamos el paisaje para comer, dentro del coche eso sí, algo de embutido rumano que llevamos y queso, con unas vistas increíbles a nuestro alrededor. No hay restaurante que supere algo así.

 

Castillos y catedrales

Luego seguimos la ruta, sin ver ni un solo oso pardo pese a los carteles que dicen que hay muchísimos en la zona, hasta la presa y el famoso castillo de Poenari, el auténtico castillo de Vlad Tepes. La pena es que está cerrado el acceso porque están haciendo reformas. Por lo que hemos leído en internet, la subida al castillo estaba hasta arriba de osos y han hecho una valla electrificada para que se pueda acceder sin riesgo. Parece que abren el próximo año.

Seguimos hasta Curtea de Argeș, un lugar que tiene una catedral preciosa, a la que llegamos por los pelos a poco tiempo del cierre. El interior es una joya. Coincidimos con una boda bastante rarita, por cierto.

 

Después de esto paramos en un supermercado a coger algunas cosas para llevarnos a España, concretamente unas chocolatinas llamadas ROM, que van rellenas de crema de ron y que son muy populares aquí, de hecho un señor que nos ve cogiéndolas nos dice que muy buena elección y que son el sabor de su infancia. Luego vamos a nuestro apartamento, en Pitesti.

Para cenar vamos a un sitio llamado Tuciuri, con una decoración muy curiosa, donde cenamos fenomenal.

Targoviste

Empezamos nuestro último día en Rumanía poniendo rumbo a la que fue la capital de Valaquia. Aquí si estuvo Vlad Drăculea, que de hecho añadió la torre Chindia, ahora un símbolo de la ciudad.

La antigua corte real ahora está en ruinas, queda poco más que la torre en pie. La llegada es un desastre. Primero porque coincidimos con una excursión escolar, por lo que hay muchísimos niños por todas partes y es un poco agobio, segundo porque la taquilla está cerrada pero la puerta abierta. Nosotros entramos sin saber muy bien cómo sacar la entrada, estamos buscando en Internet para ver si hay que adquirirla online, cuando el guardia de seguridad viene de muy malos modos y nos dice que vayamos a la tienda de souvenirs… tienda en la que hay unos cien niños. Intentamos ver dónde venden las entradas, al final resulta que la taquillera está en el jardín dando vueltas. Todo fatal organizado, que tampoco pasaría nada si no fueran tan exageradamente bordes con nosotros, como si fuera nuestra culpa que la taquillera haya cerrado la taquilla para irse a vender las entradas por los jardines. Tremendo todo.

Bucarest

La llegada a Bucarest es accidentada. Por un lado, tenemos un problema porque los del apartamento que tenemos reservado no nos responden. Nos ponemos en contacto con Booking y, finalmente, nos dicen que han tenido un problema y que el apartamento no está disponible. Son las doce de la mañana y la misión de encontrar algo para esta noche se complica, no hay apenas opciones y lo que queda está carísimo. Después de hablar varias veces con Booking, que nos ofrece alternativas que están a 5 y 6 kilómetros del centro de la ciudad, acabamos por encontrar un hotel en una zona razonable y a un precio no muy desmedido. Primero Booking nos dice que nos lo paguemos nosotros, pero tras mucho insistir acaban aceptando hacerse cargo con la diferencia. Todo esto ya casi a la 1 de la tarde.

Por otro lado, tenemos movida al devolver el coche. Ya para empezar notamos algo raro cuando nos dicen que para revisar el coche primero tenemos que firmar la devolución. No nos convence nada este tema, pero nos dicen que si no, ni nos llevan al aeropuerto ni nos recogen las llaves. Así que al final no nos queda otra.

Vamos a ver el coche y el tipo empieza a señalar arañazos… pero cosas ridículas, algunas incluso se van pasando el dedo, minimarcas del tamaño de una pestaña, apenas perceptibles que tienes que mirar de lado para visualizar. Al final, con la hoja que nos dieron al recoger el vehículo y las fotografías que hicimos, conseguimos desmontarle prácticamente todo. El tipo está empeñado en buscar algo, lo que sea, así que ya llega un punto en el que se tira debajo del coche y nos empieza a señalar arañazos en los bajos. Llegados a este momento comprendemos que nos va a cobrar lo que sea como sea, y que tenemos como opciones pagar o pasarnos allí todo el día que tenemos para ver Bucarest, llamar a la policía y meternos en un jaleo importante. Optamos por pagar porque tenemos un seguro aparte que se va a hacer cargo de esto, pero nos parece una absoluta tomadura de pelo y una completa estafa lo de PriceCarz. Es más que evidente que van a buscar sacarnos el dinero a toda costa.

 

Finalmente llegamos a Bucarest a la hora de comer. El hotel es una cosa espantosa, más para el precio que tiene, que no es nada barato. Solo diremos que en nuestra habitación nos encontramos un vaso de plástico con preservativos usados… hablamos con recepción para que limpien o nos cambien de cuarto y nos dicen que sí, que pasará alguien a hacer una limpieza profunda. Y parece que la hacen.

Por la tarde nos vamos a recorrer la ciudad. No es especialmente bonita y tampoco es especialmente grande, al menos lo que viene siendo la zona centro, pero para una tarde y un ratillo por la mañana, que es lo que tenemos, más que suficiente.

De lo más impresionante, obviamente, el Parlamento de Bucarest, el edificio civil más grande del mundo. Y sería el edificio más grande del mundo si no fuera por el Pentágono, de EEUU. Una barbaridad de edificio, inmenso. Trabajar ahí tiene que ser una locura absoluta. Ahora mismo está cerrado al público porque se encuentran instalados miembros de la OTAN en él.

También visitamos el Monasterio Stavropoleos, muy bonito por dentro y distinto al resto de la ciudad. Muy cerca está Caru cu Bere, un restaurante precioso, antiguo y famoso, donde supuestamente tenemos reserva para cenar. Aprovechamos para preguntar porque la web nos dio el ok pero no nos llegó el email de confirmación, pero la chica de la entrada nos dice de muy malos modo que sin email no hay reserva y que no tienen sitio.  Lo bueno es que se puede pasar y hacer fotos dentro sin pagar nada, así que eso hacemos.

La reverdere, Rumanía

Nuestra última mañana transcurre en un free tour por la ciudad, conociendo un poco más de su historia. Y con un último paseo por el centro.

Rumanía nos ha parecido un país muy interesante, no esperábamos encontrar todo lo que hemos visto y nos ha resultado de lo más sorprendente, sobre todo la zona norte. Es curioso porque lo más famoso y conocido es Transilvania, sin embargo Bucovina y Maramures, a nuestro juicio, tienen bastante más que ofrecer.

La comida nos ha gustado mucho, aunque es cierto que ya conocíamos muchos de sus platos y que, además, es una cocina similar a la nuestra, por lo que llevábamos parte del trabajo hecho. Con la gente tenemos una sensación algo más agridulce. Hemos topado con gente encantadora, que nos ha tratado fenomenal, pero es cierto que los problemas de los últimos días nos dejan un regusto amargo en la boca. La experiencia con el alquiler de coche, sobre todo, ha sido nefasta. Nunca nos habíamos sentidos estafados de una manera tan burda y flagrante.

Pero bueno, dramas aparte, la verdad es que ha sido un viaje muy chulo y un país que ha resultado ser todo un hallazgo.