Diario de India&Nepal (2): Llegada a Katmandú
Diario de India&Nepal (2): Llegada a Katmandú

Diario de India&Nepal (2): Llegada a Katmandú

 

Amanece en Abu Dhabi

Nos despertamos sobre las 10 de la mañana y vamos a dar una vuelta, pero con el sol pegando de lleno el calor es insoportable. Pasamos a un supermercado a echar un vistazo y acabo comprando un preparado para hacer gulaj jamun. Después regresamos al hotel, recogemos y nos vamos. Desayunamos en el sitio de anoche, otros pastelitos distintos. Es curioso porque en las esquinas hay unos tipos con una pinta un poco rara vendiendo iPhones como si fueran droga.

Cuando vamos a coger el autobús, nos encontramos con que varias máquinas están estropeadas. Vamos a otra parada y tampoco conseguimos comprar billete. Se nos ha echado el tiempo encima y no podemos entretenernos más, así que subimos al bus cuando llega (el siguiente viene en media hora!). Le explicamos al conductor que la máquina no funciona y nos dice que pasemos. Estamos un poco agobiados porque creemos que no llegamos a tiempo, pero al final entramos en la terminal a la 1 justo cuando abren el embarque. Muy justos, pero a tiempo. Hemos tenido suerte porque los controles han sido muy rápidos, sin colas.

El precio de un trayecto en autobús en Abu Dhabi es de 5 dirhams.

El avión es un poco más viejo que el de Madrid a Abu Dhabi y el vuelo resulta algo más pesado pese a ser más corto.

Namaste, Nepal

Llegamos a Katmandú a las siete de la tarde, hora local. Nos volvemos un poco locos la principio con la hora hasta que vemos que estamos a 5:45 GTM.

El control de pasaportes es un caos. Hay que rellenar una ficha con una fotografía y después pagar las tasas, en efectivo. Van muy lentos y hay muchísima gente. Pagamos 50€ y nos devuelven 4€. Después recogemos las maletas, que ya llevan un rato fuera de la cinta.

El precio del visado de Nepal es de 25 € para españoles.

Negociando el taxi, paramos a una pareja de españoles que también se aloja en Thamel para compartir. El precio es de 700 rupias, más 100 por ser de noche, más otros 100 por tener que parar en dos hoteles. Aún no tenemos rupias, pero nos dicen que podemos pagar en euros (en total, 8€). Dejamos a la otra pareja y vamos a nuestro hotel pero, al llegar, nos dicen que no podemos pagar con monedas; solo billetes. No tenemos rupias ni, evidentemente, billetes de 8 euros, pero subimos al hotel y el recepcionista nos presta el dinero para el taxi. Aprovechamos para llamar al orfanato que vamos a visitar mañana y quedamos con ellos a las 11.

[booking_product_helper shortname=”katmandu”]

La Stupa Guest house no nos causa una buena primera impresión. Lo primero.. porque no tenemos agua caliente. Si nos queremos duchar calentitos tiene que ser en un baño compartido de la tercera planta que no deben de haber limpiado desde la inauguración (luego nos enteraremos de que es bastante común en Nepal que el agua caliente sea solar.. es decir, que funcione solamente durante el día). Lo segundo porque según entramos en la habitación saltan los plomos y nos tienen que cambiar de cuarto al no conseguir solucionarlo. Nos mandan a la última planta, en la que hace un calor horroroso y solo tenemos un ventilador de pie que funciona fatal y hace muchísimo ruido. Además la WiFi no llega hasta aquí arriba y, lo mejor de todo, cuando estamos a punto de salir por la puerta nos dice el recepcionista que ya ha cerrado la puerta de entrada y que no podemos salir. Finalmente negociamos con él que nos deje salir media hora para ir a buscar un cajero.

Damos una vuelta por la zona de Thamel y probamos el famoso lassi de plátano. Sacamos dinero del cajero que nos cobra 500 rupias de comisión. Es un poco robo pero, a cambio, con la N26 nos hacen un cambio de 124 rupias que está bastante bien, viendo que en las casas de cambio están ofreciéndolo a 118.

Nuestra primera impresión de Katmandú no es muy buena. Las calles que no pertenecen a Thamel están vacías y sin iluminación, solo hay perros callejeros merodeando.

En Thamel solo hay turistas y nepalies tratando de vender cosas a los turistas. Música y bares abiertos, mucho ajetreo aunque no termina de convencernos: demasiado turístico, demasiado poco real.

Regresamos a la guest house, donde el recepcionista nos espera impaciente para irse a dormir. Nos vamos a la cama.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *