Hoy es nuestro último día en Atacama y nos da una pena enorme irnos de aquí. Nos ha encantado la zona y con gusto nos hubiéramos quedado un día más para ver todo lo que nos falta. Si algo hay en este lugar, es una oferta variada y de lo más interesante de sitios para visitar.
La agencia que nos toca es Basecamp y la primera impresión no puede ser mejor: somos un grupo pequeñito -nosotros, una familia y un brasileño-. En total 7 personas, el grupo más reducido que hemos tenido hasta el momento. Y de los más interesantes! La familia -Tash, Jake (57), Lola (12) y Albie (9)- está dando la vuelta al mundo durante un año. Han visitado Australia, Asia y Sudamérica y nos tienen fascinados con sus experiencias e historias (Si queréis echar un vistazo a sus aventuras, este es su blog).
Los volcanes Miñique y Miscanti
Nuestra primera parada será en la carretera, en un punto de la misma con una vista espectacular de los volcanes Miñique y Miscanti, actualmente extintos. El tono amarillo de los pajonales y los tolares contrasta con el azul del cielo, creando un paisaje impresionante.
Por el camino vemos varios grupos de vicuñas. Estos asombrosos camélidos viven a más de 3500 metros de altura gracias a que su fino pelaje, más fino que la seda, les protege del frío (aguantan temperaturas de hasta -40°). Esta es también su condena, ya que esto hace que sean objeto de los cazadores. Actualmente su caza está prohibida en Chile, pero antes de ello estuvieron a punto de extinguirse. Un kilo de lana de Vicuña se vende a 1000$ y para conseguirlo hace falta matar 5 ejemplares. Los matan porque no son domesticables y resulta más fácil matarlos que atraparlos con vida. Así de egoísta y repugnante puede llegar a ser el ser humano. Jamás lograré comprender esta falta absoluta de respeto por la naturaleza.
Visitamos las lagunas que se encuentran al pie de los volcanes, que reciben su mismo nombre, donde paramos a desayunar. Tenemos una charla de lo más interesante con nuestro guía y nuestros compañeros de excursión, todos viajeros apasionados con muchas historias que contar. La verdad es que cuando se forma un buen grupo, de gente con intereses similares y hay buen rollo, todo mejora notablemente.
La entrada a la Reserva Nacional de los Flamencos, donde se ubican las lagunas, es de 3000 pesos.
De camino a nuestro siguiente destino paramos en el poblado de Socaire, un pueblecito de agricultores en el que aún se cultiva en terrazas, herencia de los Incas.
Nuestro guía aprovecha el trayecto para contarnos el problema existente con el litio. Para que te hagas a la idea, un 40% del litio del planeta está aquí. Es un mineral que se utiliza hoy día para todo, entre otras cosas para fabricar baterías. El 75% de las reservas mundiales de litio se reparten entre Bolivia, Chile y Argentina. Es un mineral valioso que, además, no se regenera. Uno de los grandes problemas que tiene Chile es que, al parecer, su explotación se ha entregado a compañías extranjeras y solo un 0,05% del beneficio retorna a Chile. Además, el impacto medioambiental es tremendo, ya que en el salar de la zona hay una importante población de flamencos -aves protegidas-, que se están viendo obligadas a emigrar debido a que la obtención del litio se realiza mediante evaporación, lo que les deja sin agua. Esto, además de mermar la población de flamencos de la zona, altera todo el ecosistema ya que la cadena alimenticia se desequilibra.
La laguna Chaxa
Este lugar es una estación de observación ornitológica, especialmente dedicada a los flamencos. Hay muchísimos y, si se presta atención, es posible ver sus nidos. Es por ello que es una zona altamente sensible al ruido, ya que podría alterar el ciclo reproductivo de estas aves. Esto, nos cuenta el guía, es un verdadero problema ya que las aves son muy sensibles a temas como el ruido o la presencia de drones, que pese a estar prohibidos, siguen llegando de la mano de los turistas. La presencia de un dron puede provocar que un ave, al identificarlo como un atacante, abandone su nido y deje a sus crías a merced de depredadores u otros peligros.
Los flamencos tienen color rosado porque comen pequeños crustáceos que a su vez se alimentan de betacaroteno, que es el componente que está presente en tomates y zanahorias. En realidad, originariamente son blancos y van adquiriendo este color a medida que crecen, siendo los más rosas los más ancianos.
Lo siguiente que vemos es el salar de Atacama que, a diferencia del de Uyuni, es mucho más seco y pequeño, unas tres veces menos. El polvo que se acumula en el salar le da su peculiar tono marrón, tan diferente a Uyuni.
Nuestra última parada es el pueblo de Toconao, donde probamos el helado de chañao, un fruto local que nos recuerda ligeramente al chocolate. Después, regresamos a San Pedro.
San Pedro de Atacama
Tras dejar nuestras cosas en el hostal, nos vamos a buscar un lugar donde comer. Acabamos en las afueras, en una zona donde hay unos locales con apariencia más local en los que, de hecho, no hay apenas turistas. Compartimos una chorrillana entre los dos, una especie de huevos rotos pero a lo bestia, con chorizo, ternera, pollo y salchichas. Para bajar la comida, nos vamos a la otra parte del pueblo, donde viven los locales y no hay apenas turismo. Es la zona más cercana a la estación de autobuses. Caminando llegamos hasta la entrada de San Pedro llegando desde Hito Cajón, donde tenemos una increíble panorámica del volcán Licancabur al atardecer.
De vuelta al pueblo, probamos el helado de rica rica, una planta local que nos recuerda ligeramente al tomillo. Con nuestro helado nos acercamos a la agencia para despedirnos de Facu y, después, regresamos al hostal para darnos una ducha y esperar a que vengan a recogernos para el tour astronómico.
El cielo más impresionante del mundo
A las ocho vienen a recogernos para empezar el tour astronómico, que haremos con Cosmovisión Andina -una pareja de chilenos procedentes de la Patagonia-. El tour está enfocado a las creencias andinas sobre astrología y a las interpretaciones que estas culturas hacían de las estrellas, como influían en su vida y qué supersticiones tenían al respecto. No está mal, pero nosotros esperábamos algo más técnico y enfocado a la astronomía, ya que no en vano estamos en el mejor observatorio astronómico del mundo .
También cuentan con un par de telescopios que no están mal, pero se nos quedan algo cortos. Hemos hecho observaciones astronómicas en Madrid y los telescopios eran mucho más potentes (la diferencia es abismal). Con ellos nos enseñan Júpiter, Saturno, una galaxia y un par de nebulosas. Además, aunque es lo menos importante, el aperitivo que ofrecen es tristísimo. Cuatro patatas y un vaso de vino por cabeza… el peor con diferencia de todos los que llevamos.!
Lo mejor es la visión del cielo andino, cuajado de estrellas. Es realmente impresionante. Nos resulta muy emocionante estar viendo el cielo de hemisferio sur, tan parecido y a la vez tan distinto al nuestro. Es uno de esos momentos únicos que hay que guardar con cariño en las retinas.
Para despedirnos nos hacen una foto de grupo. Es una escena un tanto esperpéntica porque la chica utiliza a modo de trípode una piedra. Luego hacen fotos individuales, pero estas ya las cobran, así que nosotros nos hacemos nuestra propia foto que para eso llevamos todo el viaje cargando con el trípode.