Empieza el día muy temprano para algunos, concretamente para D que se levanta para ver el amanecer en el lago Bled. Eso es tener espíritu, está claro.
El lago Bled
A una hora más razonable ya estamos los dos en pie, dispuestos a subir a los dos miradores del lago, cuyo sendero se encuentra justo a la salida del camping. Es un camino obviamente empinado pero sin ninguna dificultad, que nos lleva unos 15 minutos, quizás 20, hasta llegar al primer mirador y otros 15 hasta llegar al segundo. La verdad es que las vistas desde el mirador son espectaculares, aunque diríamos que son casi mejores las que hay desde el segundo, al tener más altura.
La suerte que tenemos, además, es que al ser temprano estamos absolutamente solos. Ya cuando bajamos empezamos a ver a grupos grandes de gente subiendo, lo cual viendo el tamaño de los miradores tiene que ser un poco agobiante. La bajada nos lleva unos 20 minutos, puede que 25.
Aprovechamos que estamos en camping para vaciar todos los depósitos y rellenar el agua a tope antes de ponernos en marcha.
Liubliana
Nos vamos hasta la capital del país. De camino, por fin, encontramos un sitio de recarga de botellas de gas. Por 14€ tenemos otra vez nuestra botella a tope, además justo a tiempo porque anoche se nos agotó por completo. Mejor timing imposible.
Aparcamos en la calle, pagando 4€ de parking porque el tiempo límite es de 2 horas, pero se traga las monedas y no devuelve cambio. Qué bien.
Liubliana es una ciudad pequeña y muy asequible, fácilmente recorrible a pie. Además al ser fin de semana hay bastante actividad, mucha gente paseando y puestos de comida por la calle. Eso sumado al día soleado que hace da como resultado una ciudad más que acogedora por la que da gusto pasear. Y muy bonita, eso también. Es cierto, y comentamos, que no tiene nada especialmente destacable, pero resulta ciertamente encantadora y agradable.
Comemos un čevapčiči, que es un rollo de carne pequeño que se sirve con pan y cebolla. Bueno uno no, unos cuantos porque son pequeños. Están muy jugosos. Son un plato muy típico de esta zona, aunque en realidad ya los conocíamos porque en muchas ferias de nuestro país los tienen en algunos puestos.
Rakov Škocjan
Después de Liubliana nos vamos hasta Rakov Škocjan, que son unas cuevas de acceso gratuitos que son una pasada, sobre todo porque no hay absolutamente nadie cuando vamos… y eso es algo que siempre nos gusta mucho. Lo más vistoso son las dolinas, unas formaciones surgidas tras el desplome del techo de una serie de cuevas de la zona, una especia de cenotes, para que nos entendamos. Se supone que es una ruta de dos horas, pero la señalización es terrible y tardamos un buen rato en darnos cuenta de que ya hemos visto los puntos principales del primer circuito, mientras lo seguimos buscando. Realmente caótico, la verdad, aunque nos gusta mucho este lugar que, además, es gratuito.
Se supone que hay varios puntos de interés para visitar, pero la señalización brilla por su ausencia. Así que, aunque no es probable perderse porque al final hay un sendero y es simple de seguir, sí que puede pasar que te quedes sin ver cosas o, como nos pasó a nosotros, que las veas y no te des cuenta de que son las cosas que estabas buscando…
Castillo de Predajma
Seguimos hasta el castillo de Predajma, al que llegamos ya cuando está anocheciendo. No teníamos previsto entrar, así que nos contentamos con verlo desde el exterior. Es un poco decepcionante porque no lo iluminan por la noche, que es algo que siempre valoramos mucho.
Es un castillo de unos 800 años de antigüedad, construido en la pared rocosa de una cueva. Bueno, lo que vemos ahora mismo es de finales del siglo XVI, pero en ese mismo enclave hubo otra castillo anteriormente, construido en torno al año 1200.
Tras esta visita nos vamos hacia la cueva de Postojna, hoy dormimos en el parking que tiene habilitado para campers, a razón de 20€ la noche.
La cueva de Postonia
Empezamos el día visitando esta famosa cueva, tenemos entradas para las 10 de la mañana. Lo primero que nos sorprende es la cantidad de gente que hay, muchísima, más de la que hubiéramos deseado. A la cueva se entra en un tren que recorre aproximadamente 5 kilómetros de la misma. La verdad es que la experiencia es un puntazo y la sensación de entrar en la cueva cual enanito minero mola un rato.
La cueva en sí es un espectáculo, nosotros somos altamente fans de las cuevas y nos apasionan. Nos recuerda mucho a las cuevas del Drach, en Mallorca, pero bastante más largas. Concretamente son 24 kilómetros de galería, una sobrada. Esta cueva, además, tiene una curiosidad. En ella residen los proteus, unos anfibios autóctonos de las mismas, que son como dragones en miniatura.
La visita dura como una hora y media, con guía en todo momento. Nos llama mucho la atención que a la entrada hay un señor con una cámara disparando a traición a los que entran para luego imprimir su foto y colgarla a la salida, pero no imaginéis una foto guay con la cueva o algo así, no. Es un primer plano de tu careto de sorpresa, una cosa terrible. Y a nada más y nada menos que 6 euros la unidad… ¡y venden un montón! Por qué alguien podría querer algo así jamás podremos explicarlo.
La cueva de Skocjan
Seguimos hacia la siguiente cueva de la ruta, aquí tenemos la visita de la 1. Lo primero que nos dicen, y que no nos gusta al llegar y menos aún nos gustará después, es que no se permiten fotos. Un disgusto, la verdad.
La primera sensación al entrar es que es una cueva más, bastante peor que la anterior y que muchas otras que conocemos. Las estalactitas no son nada del otro mundo, no nos entusiasma demasiado… y, de repente, nos estalla la cabeza. ¿Pero qué pasada es esta? ¿Cómo hemos acabado en Moira?
Este lugar es una cosa espectacular. De lo más increíble que hemos visto nunca. Estamos hablando de un cañón subterráneo por el que discurre un río, con un camino que lo bordea. Una cosa que te deja con la boca abierta de principio a fin. Es como hacer el caminito del Rey bajo tierra o, para los más frikis, como estar en el reino de Moira.
Nos impresiona de verdad. No esperábamos algo así, en parte porque no hay muchas fotografías en Internet y las que hay no te permiten hacerte una idea de lo que es este sitio. Habíamos venido sin muchas expectativas y nos vamos absolutamente maravillados.
Hola, Croacia
Cruzamos nueva frontera, esta vez la croata. Nos vamos a Rovinj, un pueblecito costero con bastante encanto y un rollito muy “mediterráneo”. Aprovechamos para sacar algo de dinero porque aquí ya no nos valen los euros. Con nuestra vivid en el Zagreb Bank sacamos sin comisión, lo cual está fenomenal.
Tras Rovinj nos vamos hasta Pula, que tiene un aparcamiento para campings a pocos metros de su famoso coliseo que, además, es gratuito por ser sábado por la noche. Maravilloso. Nos vamos a dar una vuelta por la noche. La ciudad está muy agradable. En el coliseo parece haber un concierto privado, quizás una boda, nos resulta chocante ver a la gente dejando sus cubatas sobre muros de más de dos mil años de antigüedad. En el arco de Sergio hay otro concierto, aunque son los dos únicos puntos animados de toda la ciudad, en el resto no hay nadie. Nos cenamos una pizza en una terraza que rematamos con un baklava bosnio y nos vamos a descansar.