Intentamos salir a las 5:30 ver el amanecer pero nos encontramos con que la puerta de entrada de la guest house está cerrada. Culpa nuestra porque tendríamos que haberlo preguntado el día anterior, pero bueno, nos volvemos a la cama que tampoco es mal plan.
Un rato más tarde vamos a desayunar al sitio donde cenamos. Esta vez la mujer nos hace unas tortillas ligeramente picantes, un roti y té masala. Todo por 100 rupias, que parece ser el precio estándar. Después subimos a Tundikel pero sigue nublado; posiblemente más que ayer. Decepcionados de nuevo, vamos a la habitación para recoger las maletas y salir hacia el autobús. Nos han dicho que a las 9:30 sale uno directo a Pokhara, pero al llegar a la parada, nos dicen que no, que justo hoy es fiesta y que no hay autobús.
De Bandipur a Dumre
No nos queda otra que bajar a Dumre en el bus local, que cuesta 50 rupias. Es tremendo porque es un autobús pequeño -20 plazas- pero han metido a 68 personas dentro. ¿Cómo? Pues completamente apiñadas, unos encima de otros (y algunos colgados de la puerta!). La gente que va sentada tiene a otras personas encima. El único que no comparte asiento y va ligeramente espacioso es el conductor. Digno de ver. Lo más sorprendente es que a medida que bajamos la cuesta se sube aún más gente, empujando y estrujándonos sin ningún miramiento. Para nosotros no deja de ser una anécdota, pero habrá quien haga este trayecto a diario. No es algo nuevo -ya lo vivimos en Tanzania con los dala dala-, pero no deja de sorprendernos.
Ya en Dumre buscamos un autobús que vaya a Pokhara. No nos cuesta demasiado. En cuánto bajamos del otro autobús aparecen varios tipos dispuestos a ayudarnos. Enseguida nos colocan: es un bus local, sin aire acondicionado y mucho más pequeño que los turísticos, que nos dejan a 300 rupias por cabeza tras regatear un poco. Cuando arrancamos son las 9:45. Pese a ser sólo 90 km de recorrido, llegamos a las 13 horas. Nuevamente las carreteras nepalíes son las culpables. Con todo, se nos hace bastante ameno el trayecto y, sobre todo, tenemos nuestro propio asiento, que era una de nuestras grandes preocupaciones al subir, después de la experiencia anterior.
Un trayecto entre Dumre y Pokhara no debería superar las 300 rupias por persona.
El autobús nos deja en el centro de Pokhara, donde hace un sol horrible. Estaremos a una hora a pie del Lakeside, donde están los hoteles, así que buscamos un taxi. Tras regatear con el conductor, conseguimos que nos lleve por 250 rupias.
Pokhara
Llegamos al Hotel Angel, que tenemos reservado a través de Booking. No tenía grandes esperanzas después de chasco que nos llevamos en Katmandú, pero nos quedamos alucinados porque la habitación está más que bien y apenas nos ha costado 6€ por noche. Y tenemos agua caliente.
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Dejamos las cosas y nos vamos a inspeccionar el lugar. Se nota que es un destino muy turístico. Restaurantes, cafeterías y tiendas que podrían estar perfectamente en primera línea de costa en nuestro país. Todo aderezado con ese toque montañero característico, y es que en esta ciudad comienzan mucho de los circuitos de trekking más populares. Hay agencias turísticas por doquier que se encargan de recordarte que estás a los pies del Himalaya.
Cuando empezamos a buscar algo de comer empieza a llover a mares, así que acabamos metiéndonos en el primer sitio que vemos y que no parece muy turístico, se llama Sekuwa House. Pedimos aleatoriamente un plato de Sabdheko bhatta, que viene a ser algo así como soja frita con verduras y Sukuti, que es carne a la barbacoa con especias, demasiado seca para nuestro gusto. No son nuestros platos preferidos, desde luego.
Después de comer parece que para un poco de llover, así que vamos al lago y cogemos una barca. Sorprendentemente, nuestro remero es un niño que no tendrá ni ocho años. Las vistas desde la barca son preciosas y casi nos morimos de la emoción al ver un trocito del Himalaya entre las nubes y la niebla. El paisaje sin nubes debe ser espectacular.
Un paseo en barca por el lago con remero cuesta 530 rupias (incluyendo dos chalecos salvavidas).
Después del paseo nos vamos a dar una vuelta y a ver tiendas. Pokhara nos recuerda cada vez más a las típicas ciudades surferas -especialmente a Tarifa-, sólo que con botas de trekking y sacos de dormir en lugar de tablas de surf. Hay mucho ambiente nocturno y un montón de turistas, todos ellos montañeros. Los sitios tiene música en directo y están decorados de una manera muy europea, con luces y grupos de rock. Es una ciudad muy agradable, mucho más tranquila que Katmandú sin llegar a ser un pueblo como Bandipur. Al menos la zona de Lakeside, como descubriremos pronto.
Cenamos en un restaurante vegetariano de la calle principal. Aquí descubrimos el Palak paneer, un plato de queso con salsa de espinacas que nos encanta. También probamos un plato llamado mushroom masala dosa, que como su nombre indica, son champiñones con salsa curry. Después de cenar damos otra vuelta por las tiendas y después regresamos al hotel. Mañana madrugamos para ver amanecer en los Himalayas, si las nubes nos dan tregua.