Hacemos el check out temprano para ir al aeropuerto. El conductor está esperando antes de la hora acordada, así que cogemos algo de desayuno para llevar.
Volamos con Jet Airways esta vez. El aeropuerto no tiene nada que ver con el de Delhi -que nos tiene impresionados-. Este es más pequeño y la información escasea. De hecho, no aparece nada sobre nuestro vuelo por ningún sitio hasta que nos llaman por megafonía para el embarque. Entonces nos lanzamos todos a la puerta como si no hubiera un mañana. Fatal de organización aunque, sorprendentemente, el embarque transcurre ágil y sin incidentes.
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El avión es algo más cutre que a la ida, pero también nos dan comida, así que desayunamos doble hoy. Al salir nos espera Mahendra que nos presenta a nuestro conductor. Resulta ser sij. Esto nos encanta porque tenemos muchísima curiosidad por esta religión y así podremos conocerla más de cerca. Si no nos hemos enterado mal, se llama Baharu.
Rumbo a Jaipur
Salimos sobre las 11:30 del aeropuerto de Delhi. De aquí a Jaipur hay 250 km, que según nuestro conductor se recorren en unas 6 horas. Nuestra primera parada es a la entrada de Haryana y es que, en India, los transportes turísticos tienen que pagar impuestos al entrar a cada uno de los diferentes estados.
Por el camino paramos a comer en un sitio de carretera súper turístico, lleno de turistas y con unos precios altísimos para lo que es India. Nos gastamos en comer los dos unos 12€ al cambio que, parece poco, pero si lo comparamos con la media de 2-3€ por comida del viaje, es un atraco a mano armada. La comida está rica, todo sea dicho, pero no nos gusta nada este tipo de restaurante. Más tarde descubriremos que nuestro conductor nos lleva a este tipo de sitios porque no puede recomendarnos nada por debajo de estos estándares. En general, los conductores y agencias no quieren responsabilizarse de posibles problemas gástricos llevando a los cientes a sitios donde la comida pueda ser excesivamente picante o donde las condiciones de higiene no sean óptimas. Es bastante lógico pensado desde su punto de vista. No todos los turistas son como nosotros.
Al volver al coche le insinuamos al conductor que aunque la comida estaba muy rica, buscamos sitios menos turísticos. Dice que si nos ha parecido muy caro y decimos que sí, así que promete que esta noche nos lleva a un sitio más barato. Vamos al hotel para hacer el check in. La decoración es chula y la habitación está muy bien, pero está lejísimos del centro. Esto nos va a limitar porque vamos a depender del conductor para todo.
El templo de los monos
Baharu dice que nos va a llevar al templo de los monos: Galwar Bagh o Galtaji. Es un sitio algo raro porque parece sacado de una película de India Jones. Además, esta prácticamente vacío y que sea de noche tampoco ayuda. En el primer templo hay unos monjes hare krisnas dentro que no me dan buena espina. Insisten en hacerse unas fotos con nosotros pero prácticamente nos retienen y empiezan a ponernos pulseras y a pedirnos dinero como ofrenda. Nos abrazan y nos cogen de una manera invasiva que nos hace sentir un poco incómodos. Nos agobiados un poco y salimos de ahí tan rápido como podemos porque no nos gusta nada el rumbo que está tomando la situación.
La entrada al templo cuesta 50 rupias por persona + 50 por cámara
Subimos arriba a ver la parte de arriba, que es donde están los monos. Aquí hay algún turista más, aunque la iluminación sigue escaseando. Damos una pequeña vuelta y después volvemos al coche.
Un aperitivo de Jaipur de noche
Cenamos en un lugar llamado Jal mahal. Un sitio lleno únicamente de turistas . Algo más barato que lo de ayer, es cierto, pero sigue sin ser lo que queremos. Le explicamos al conductor que buscamos algo más real, un lugar donde coman ellos. Nos dice que mañana nos lleva a un sitio así. Esperamos que a la tercera vaya la vencida.
Después de eso regresamos a Jaipur. Paramos frente al museo Albert Hall para hacer unas fotos y después frente al Palacio de los Vientos. Lo de Jaipur es amor a primera vista, estamos deseando volver mañana a descubrirla. Y eso que apenas hemos visto nada, salvo el bullicio de sus calles y sus maravillosos y palaciegos edificios. Este lugar promete.
Finalmente nos vamos al hotel a descansar, que ha sido un día largo.