Conociendo a los maasái (4)
Conociendo a los maasái (4)

Conociendo a los maasái (4)

 

Hoy nos hemos levantado a las 6 para ver amanecer desde un mirador que tiene el camping. Comprobamos con pena que el día está nublado y que el amanecer no resulta tan espectacular como esperábamos. Fausto se vuelve a la cama después de ver las nubes y los demás ni siquiera aparecen. Nosotros nos quedamos, pese a todo.

Después de desayunar subimos al coche, dejamos Panorama para dirigirnos a Serengeti. El trayecto dura unas cinco horas, nos advierte Juma. Para llegar a Serengeti hay que atravesar Ngorongoro. Este parque está declarado área de conservación y es el único lugar en el que está permitida la presencia de humanos. Aquí los maasái conviven con los animales, de hecho no es raro ver por el camino sus poblados y sus rebaños de vacas.

Juma nos propone parar en uno. Parece una actividad turística habitual porque hay bastantes coches en la puerta. No sé si será algo exclusivo de este poblado, ya que en los otros que hemos visto apenas parecía haber gente y los maasáis con los que nos hemos cruzado se tapaban la cara para evitar fotografías. Pero aquí no, por 20 mil shellings nos permiten hacer cuantas fotografías queramos y hasta hacen una danza de bienvenida. Me resulta excesivamente teatral, pero me temo que no tendremos otra opción de ver algo parecido a la realidad. Sean decide quedarse en el coche, pero los demás entramos.

Se ve que lo tienen todo más que estudiado y eso me decepciona un poco, aunque no deja de ser curioso poder acceder a una de sus viviendas y saber un poco más sobre su estilo de vida, supongo que de otra forma hubiera sido casi imposible acceder. A la final de la visita nos llevan a la escuela, donde están los niños. Una pizarra y un par de bancos constituyen toda la decoración. Nos recitan el abecedario en perfecta armonía y después nos cantan una canción. Algunos se muestran tímidos, otros me piden fotos y se mueren de risa al verse en ellas. Uno de los adultos nos explica que estudian allí hasta que tienen edad de ir solos a otra escuela que está más lejos y sirve para todos los niños de Ngorongoro. Me impresiona mucho lo poco que tienen, la forma en la que conviven con la naturaleza y la simpleza de su estilo de vida.

Seguimos nuestro camino hasta llegar a un mirador desde el que se puede ver todo el cráter. La vista es espectacular, me atrevería a decir que lo más impresionante que he visto en mucho tiempo. Me deja sin habla, la sensación de estar frente a algo así es indescriptible.

Paramos a comer a la entrada del Serengeti cuando comienza a llover. La lluvia cae con fuerza y no tardamos en buscar refugio bajo un tejado mientras Juma termina todo el papeleo de acceso al parque. Después, va a buscar el coche y nos recoge. Entramos a Serengeti. El camino está muy embarrado y la circulación es complicada. Al cruzarnos con otro vehículo, este no reduce lo suficiente su velocidad e impacta contra nosotros. El coche se queda destrozado. Ambos vehículos se detienen y sus conductores salen a hablar. Pronto se forma un enorme atasco de coches. Juma parece algo nervioso y no para de hablar por teléfono. Los turistas nos miramos entre nosotros, sin entender nada.

Un rato más tarde continuamos la marcha, no nos queda nada claro que ha pasado, pero parece que el golpe sólo ha afectado a la carrocería. De camino al camping donde dormiremos hoy vemos multitud de cebras, antílopes y gacelas de Thomson. De pronto, la radio del coche suena y un mensaje en swahili nos advierte de que hay un guepardo cerca, así que salimos disparados. El guepardo cruza el camino al poco de llegar y se queda parado en medio de la llanura, es alucinante verle así, en su hábitat natural, completamente ajeno a nuestra presencia. Es algo que no dejará de sorprenderme en todo el safari. Estamos un rato embobados viéndole, hasta que otra llamada nos avisa de la presencia de leopardos. Nos encontramos con dos ejemplares, subidos a un árbol. Tienen una silueta estilizada y se mueven con elegancia y agilidad por el tronco de la acacia, como si bailaran con ella.

Lo siguiente que oímos por la emisora es que hay una manada de leones devorando a un hipopótamo. Las leonas comen tranquilas junto a un pequeño lago, de vez en cuando alguna retoza sobre la hierba, supongo que satisfecha. Un hipopótamo sale del agua y las leonas comienzan a acorralarle, él abre su enorme boca y corre hacia el agua, huyendo del ataque. Después, las leonas siguen comiendo. Nos quedamos un rato más hasta que llega la hora de ir al campamento. Dormiremos en Seronera área, un lugar con varias zonas de acampada. No hay agua caliente ni electricidad. África es así, es mejor aprovechar las oportunidades cuando se tienen. Una ducha caliente o cargar el móvil no es algo tan sencillo, es mejor hacerlo cuando se puede. Montamos las tiendas y lo preparamos todo mientras Paolo prepara la cena. Hoy cocina patatas con carne y verdura.

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La cocina africana es rica, pero poco variada. Todos los guisos me terminan sabiendo a lo mismo. Cenamos en un barracón en el que los ratones campan a sus anchas. Creo que es la cena con más tensión que he tenido en mi vida. Después nos vamos a dormir con los sonidos del Serengeti de fondo. Absolutamente nada nos separa del parque, puede pasar cualquier cosa esta noche…

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