Diario de Perú, Bolivia & Chile (2): El valle sagrado.
Diario de Perú, Bolivia & Chile (2): El valle sagrado.

Diario de Perú, Bolivia & Chile (2): El valle sagrado.

 

La excursión que contratamos ayer comienza a las 7, así que salimos a las 6:30 de la mañana del hostal y desayunamos en un puesto de la calle por 5 soles. Hay muchos puestos con bocadillos diversos (nosotros elegimos tortilla y pavo). Además, es muy curioso el concepto de bebida para llevar que tienen aquí, ya que te dan el zumo en una bolsa pequeña de plástico y, en este caso, unos vasos aparte, aunque en otros te toca conformarte con una pajita.

Observamos como se va desperezando Cuzco, como va empezando a llenarse de gente, mientras esperamos nuestro autobus.

Indice

Chinchero

Nuestra primera parada es este pueblecito, que fue fue declarado patrimonio histórico del Perú en 1972 (en su día fue una ciudad Inca que los conquistadores nunca lograron convertir del todo al catolicismo). El primer lugar al que vamos es una tienda turística donde nos enseñan como trabajan la lana y, por supuesto, tratan de vendernos algo tras ofrecernos un té de coca. Esto es lo que no nos gusta de las excursiones organizadas, aparte de que el grupo es bastante grande -al final se pierde mucho tiempo en este tipo de cosas 🙁 -. Lo curioso es que la gente se vuelve loca comprando, siendo los precios muchos más altos que en Cuzco y los objetos que venden exactamente los mismos. 

Para acceder a Chinchero, Moray y Ollantaytambo es necesario adquirir el Boleto turístico del Cusco. Su precio es de 130 soles para el intregral y de 70 para cada circuito. En este caso estos tres lugares, junto con Pisac, forman parte del Circuito III. Si eres estudiante menor de 26 años y puedes acreditarlo, el boleto integral te costará 70 soles.

Cuando acaba la pausa publicitaria vamos a la Iglesia de Nuestra Señora de Monserrat, construida por los españoles en 1607 sobre el Palacio del Tupaq Yupanqui.  Esto es algo que solían hacer los conquistadores en la época, una forma de facilitar la conversión de la población local a la fe cristiana. Además, aprovechaban los cimientos de los Incas que, como os contamos ayer, eran muy eficientes para evitar los seísmos propios de esta tierra.  La iglesia es curiosa/bonita, pero no dejan hacer fotos en el interior. De todas formas, lo más increíble son las vistas de la montaña (terrazas típicas incas incluidas).

Moray

Nuestra siguiente parada es Moray, un lugar famoso por sus muyus o terrazas. Se trata de una zona donde los incas experimentaban con los cultivos a distintas alturas (sí, una especie de laboratorio agrícola): gracias a la disposición de sus terrazas y a como fluye el agua por ellas, se produce un gradiente de microclimas, teniendo la temperatura más alta en el interior y reduciéndose gradualmente hacia el exterior, llegando a ser capaces de simular hasta 20 tipos diferentes de condiciones. De esta manera, los incas eran capaces de estudiar cuales optimizaba la producción de un determinado cultivo, para después aplicar este conocimiento en sus campos, eligiendo unas zonas u otras para cultivar (no sé a vosotros, pero a nosotros nos ha dejado con la boca abierta).

Salineras de Maras

El siguiente punto de la ruta son las salineras de Maras pero antes, como era de esperar, nos hacen otra pausa publicitaria. Esta vez una tienda en Maras en la que nos dan a probar chocolate  de distintos tipos y nos presentan miles de cosas hechas con sal. Nuevamente la gente se vuelve loca comprando.

El acceso a las salineras tiene un coste de 10 soles que cobra la propia comunidad. 

Tras 20 minutos, llegamos a las salineras de Maras, que están formadas por un conjunto de pequeñas piscinas de sal excavadas en la ladera de una montaña. Estas se llenan de agua salada que, al evaporarse, las deja cubiertas de sal. Cada una de estas porciones de tierra pertenece a una familia de la zona y únicamente pueden heredarse -imposible comprarla o adquirirla de ninguna otra manera-. Generan unos 100 kilos de sal quincenalmente que, según nos cuentan, es vendida a España ya que su producción es cara debido a que es necesario que sean personas quienes saquen la sal del recinto y no es posible utilizar tracción animal. Esto hace que su precio sea excesivamente elevado para el consumidor peruano, que acaba tomando sal procedente de Bolivia.

La verdad es que no deja de resultar curioso observar todo el sistema, y visualmente es una pasada por que es como un ajedrez irregular en el que se observan todos los posibles tonos entre el color tierra y el más puro blanco salino. Además, rodeado de montañas, con el agua fluyendo y un calor bastante intenso, la sensación allí es muy auténtica.

Tras la visita, vamos bordeando los antes y paramos a comer en Urubamba, en un restaurante tipo buffet. Esto es muy curioso porque nos van dividiendo por grupos, según la agencia que nos haya enviado. Aquí está a la orden del día que las agencias se junten para formar grupos, ya que individualmente no podrían completar las excursiones, por eso no os volváis muy locos pensando que unas serán mejores que otras: en realidad todas acaban haciendo lo mismo. 

Ollantaytambo

Cuando acabamos vamos a Ollantaytambo, donde nosotros nos despediremos del grupo que sigue hacia Pisac. Esta ciudad es la única del incanato de Perú que aún está habitada.

Las terrazas fueron construidas únicamente para evitar deslizamientos de tierra, no con fines agrícolas, y eso se aprecia en la disposición y en el conjunto. Se nota que más que una ciudad, es un templo o sitio científico, lo que se confirma con la presencia el Templo del Sol en la zona más alta del sitio arqueológico. Se trata de un conjunto de 6 enormes rocas que encajan a la perfección y que cuentan con unos grabados que proyectan unas sombras en la piedra con forma de cruz Inca cada solsticio de invierno, es decir, cada 21 de junio. 

Ollantay tiene un origen aimara. El término proviene de Ullantawi: La raíz verbal ulla- (‘ver’) deverberado por el morfema -nta (acción hacia abajo o hacia adentro) de por conjunto ullanta- (ver hacia abajo, observar), que con el sufijo -wi es donominalizado a “lugar de observación desde lo alto”, es decir, atalaya o mirador.

Ollantaytambo es un lugar increíble, de esos que te maravillan nada más verlo. La simetría de sus terrazas, la majestuosidad del Templo del Sol, la impresionante vista del valle desde el mismo. Todo en este lugar te deja sin aliento. Nos cuentan que este templo quedó inacabado y nos cuesta imaginar cómo de magnífico podría haber llegado a ser, si aún estaba previsto que fuera más de lo que ya es. 

Además, tiene detalles increíbles, como los depósito de alimentos de los incas, que se observan en mitad de la montaña, al otro lado del valle. Se reconocen porque tienen ventanas, empleadas para que el aire pasase por ellas y secase los alimentos, haciéndolos más duraderos. En cambio, en la montaña opuesta, aparecen construcciones sin ventanas, con únicamente puertas, que corresponden viviendas (construidas así para evitar precisamente el frío y el viento). Así, nos quedamos hasta que cierran el recinto, disfrutando de cada detalle y notando como se va vaciando lentamente hasta que, casi, logramos tenerlo para nosotros solos. Luego bajamos al pueblo y, entre demasiado restaurante turístico, logramos encontrar un puestecito callejero donde compramos una pizza y unas empanadas para cenar antes de bajar hacia la estación de tren. 

Viajamos hacía Machu Picchu con Perú Rail, que es una de las dos compañías que realizan este trayecto.  Los precios son abusivos pero, si quieres llegar rápido a Aguas Calientes, no te queda más remedio que pagarlo. Ambas empresas son privadas y tienen una concesión del gobierno de Perú para explotar este trayecto lo cual, en nuestra opinión, es un error absoluto. La concesión la hizo Fujimori en 1999 para 30 años y es algo que tampoco acaba de convencer a los peruanos, como es lógico. Aunque, todo sea dicho, el tren presta un muy bien servicio y es rápido. Tarda aproximadamente una hora y media en llegar a destino y por el camino te sirven un snack y bebidas de manera gratuita.

Nada más bajar del tren vemos una inmensa pared vertical tras nosotros, en la oscuridad, resulta imponente y, sobre todo, abruma pensar que es una montaña. Este pueblecito está literalmente encajado entre ellas, es algo verdaderamente impresionante incluso así, a oscuras, así que sospechamos que con la luz del día va a ser espectacular. Mañana nos espera un gran día.

 

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