Ruta de fin de semana en Mallorca
Ruta de fin de semana en Mallorca

Ruta de fin de semana en Mallorca

A estas alturas no es ningún secreto que nos encantan las escapadas de fin de semana. Son maravillosas para desconectar y para descubrir lugares. Nosotros solemos tener siempre búsquedas de vuelos y trenes lanzadas, para destinos cercanos, y cuando vemos algo a buen precio nos lanzamos a por ello. Así que esta escapada a Mallorca es fruto de un vuelo muy barato.

Sábado de catedrales y cuevas

Empezamos el viaje el sábado temprano porque no tenía sentido volar el viernes por la noche. El vuelo llegaba muy tarde y nos suponía pagar una noche extra de hotel, más un día extra de coche para no hacer nada. Así que decidimos que era mejor volar por la mañana, que además salía mejor de precio.

Llegamos a Palma de Mallorca sobre las 10 de la mañana y recogemos nuestro coche de alquiler. Nuestra primera parada es la misma ciudad de Palma, queremos ver la catedral y no abre los domingos al público, por lo que nuestra oportunidad de verla es hoy. Además el día está algo gris, lo que hace que una actividad a cubierto sea lo más apetecible ahora msimo.

Aparcamos el coche en el centro, ojo porque es zona azul, y vamos caminando hasta la catedral. De camino paramos en la Lonja, un edificio muy bonito y además de acceso gratuito, que bien merece una parada.

Tras bordear la catedral, para poder verla desde todas las perspectivas posibles y admirar bien lo bonita que es, entramos. El acceso a la catedral cuesta 8€. El precio nos parece excesivamente elevado, pero es cierto que en el interior hay un altar de Miquel Barceló, que es curioso de ver aunque un tanto inquietante, y el altar principal tiene varias aportaciones de Gaudí, que siempre es interesante ver.

 

A la salida de la catedral nos vamos a dar una vuelta por el casco histórico. Probamos una ensaimada en Ca na Cati, que es un poco cara pero realmente está muy rica y después nos compramos unos pastelitos rellenos de sobrasada con miel en una tienda cercana, que están buenísimos. Con eso nos damos por comidos.

 

Recogemos el coche y nos vamos a Manacor, nuestra siguiente parada son las cuevas del Drach. La entrada a las cuevas cuesta 15€ y el recorrido dura aproximadamente una hora. Es muy impresionante y merece muchísimo la pena la visita, posiblemente sean las cuevas más bonitas que hemos visto (y llevamos unas cuantas). Al final del recorrido hay un pequeño concierto de música clásica, muy bonito visualmente, y normalmente también habría un paseo en barca por el lago subterráneo más grande de Europa, pero por la pandemia no se está haciendo.

 

 

Las cuevas son de periódico Miocénico, es decir, tienen una antigüedad de entre 11 y 5 millones de años, que se dice pronto. Su entonces propietario,  Joan Servera Camps, las acondicionó para la visita entre 1922 y 1935, pero ya eran utilizadas muchísimo antes de todo eso. Por cierto, las cuevas siguen perteneciendo a la familia Servera y no al Gobierno Balear.

 

Tras la visita a las cuevas decidimos ir a ver el atardecer al mirador Es Colomer, aunque llegamos ya un poco tarde y más bien lo que vemos es anochecer. Eso sí, el sitio precioso. Nos quedamos con ganas de verlo con más luz. Desde este mirador se pueden ver el cabo de Formentor y la bahía de Pollença.

 

A la salida nos vamos hasta Alcudia, donde se encuentra nuestro alojamiento. Cenamos en una pizzería local porque no encontramos apenas nada abierto y luego nos vamos al alojamiento. Se nota que estamos en una zona turística orientada por completo a extranjeros, por las opciones de ocio y restauración que vemos.

Domingo en la sierra de Tramontana

Empezamos el día regresando al mirador de Es Colomer, que gana con luz aunque el día sigue estando terriblemente gris. Es un sitio que merece mucho la pena, desde luego, y nos quedamos con ganas de verlo con mejor tiempo.

Nuestra ruta de hoy nos va a llevar por la sierra de Tramontana, llamada así por el viento que llega de noreste a la isla. En 2011 el paisaje cultural de la zona fue declarado Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO.

 

Nuestra primera parada es Sóller, un municipio que destaca por la impresionante iglesia de Sant Bartomeu, que data de 1236. Bueno, al menos su templo principal, que después ha sufrido numerosas remoledaciones. La actual fachada, de hecho, data de 1946 y fue proyectada por Joan Rubió Bellver, discípulo de Gaudí. Justo al lado de la catedral está el Banco de Sóller, proyectado por el mismo arquitecto y que armoniza perfectamente con la iglesia, dando a la plaza un toque muy llamativo.

 

Aprovechamos para sentarnos a tomar algo en la plaza y así disfrutarla tranquilamente. Al acabar compramos unas ensaimadas en una pastelería que ahí justo al lado, de las más antiguas de la zona, llamada La Lareña.

Nuestro siguiente intento de parada es Deyá, uno de los pueblos más populares de la zona… tan popular que no conseguimos encontrar aparcamiento. Está a rebosar de gente y de coches. Nos agobia un poco ver a tantas personas, así que nos conformamos con parar en los miradores del pueblo y seguir con nuestra ruta. Este pueblo es conocido porque aquí residió Robert Graves, escritor de “Yo, Claudio”

De Deyá nos vamos a  Valldemosa, donde paramos a comer una tabla de surtidos de la zona (fuet especiado, sobrasada, queso majorero… ). En este pueblecito se alojó en su día el mismísimo Chopin, acompañado de George Sand que escribió allí “Un invierno en Mallorca”, aunque también personalidades de la talla de Rubén Darío, Jorge Luis Borges o Jovellanos. Vamos, un sitio concurrido y popular.

 

Llama especialmente nuestra atención la torre azul de la iglesia de la Cartuja, muy llamativa y visual. Aprovechamos para probar la coca de patata, un dulce tradicional de la zona que se suele acompañar de horchata de almendras, pero hace frío y nos apetece más acompañarla de un chocolate caliente.

Terminamos nuestra ruta visitando el castillo de Bellver, en Palma de Mallorca, aunque lo encontramos ya cerrado. Al menos podemos verlo por fuera y disfrutar de las vistas de la ciudad desde su mirador, desde luego el puerto de Palma impresiona desde las alturas y la catedral más aún.

Tras eso, nos despedimos de nuestro coche y nos vamos al aeropuerto para regresar a casa.