Praga
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Si existe una ciudad que hemos soñado con visitar juntos desde que nos conocimos, sin duda esa ciudad sería Praga. Llevábamos años hablando de hacer una escapada a la capital checa, pero los vuelos en fin de semana tenían unos precios algo altos y los días de vacaciones no nos sobran, así que el plan se iba posponiendo… hasta que por fin, este mes de septiembre, pudimos hacerlo realidad.

Indice

Qué ver

Quizás el lugar más bello de Praga sea la plaza del Ayuntamiento, donde se encuentra el famoso reloj astronómico. Lo de este reloj es una verdadera pasada, cuenta la leyenda que fue construído por el maestro Hanuš en 1490 y que, para que no se construyera otro igual, fue cegado una vez terminado el reloj.

Tenemos que reconocer que el reloj es increíble para haber sido diseñado en esa época. Su cuadrante astronómico además de indicar las 24 horas de día, representa las posiciones del sol y de la luna en el cielo, además de otros detalles. Es la parte más antigua del Reloj y data de 1410. Fue construido por el relojero Nicolás de Kadan y por Jan Šindel, profesor de matemáticas y astronomía de la Universidad Carolina de Praga. Entra en funcionamiento a las horas en punto y recomendamos totalmente verlo en marcha porque es una auténtica pasada.

Recomendamos encarecidamente hacer un free tour por la ciudad, ya que su historia merece mucho la pena. Nosotros lo hicimos con Sandemans y nos gustó mucho, sobre todo la parte en la que nos explicaron el funcionamiento del reloj astronómico.

También recomendamos subir al castillo de Praga, visitando por el camino el distrito de Malá Strana y el famoso muro de John Lennon.  Aunque no recomendamos el tour guiado que ofrecen, a nuestro juicio, no aporta gran cosa a la visita y te obliga a ir siguiendo a un grupo grande de gente.

La historia del muro es curiosa. La mañana del 8 de diciembre de 1980 John Lennon fue asesinado. El mundo entero recibió la noticia con gran conmoción, pues el ex Beatle era todo un símbolo en aquel momento. Los homenajes no tardaron en llegar y este muro fue uno de ellos. Pero Praga no vivía en una situación cualquiera: se encontraba bajo un régimen comunista y realizar pintadas con frases de canciones de los Beatles suponía un enorme desafío, ya que su música era considerada subversiva y estaba prohibida.  Las autoridades no tardaron en reaccionar. Pintaron el muro de blanco, pusieron cámaras, incrementaron la vigilancia en la zona… pero el muro seguía apareciendo pintado cada día y al final las autoridades tuvieron que rendirse a la evidencia.

Así que el muro es más que una pared con pintadas. Es un símbolo de libertad. Los jóvenes checos siguen pintando en él actualmente y el muro va cambiando cada día, por lo que nunca verás el mismo muro dos veces.

Para llegar hay que cruzar el puente de Carlos, el más famoso de Praga y uno de los símbolos de la ciudad. Fue construído en el año 1357 y en él se puede, entre otras muchas, ver la estatua de San Juan Nepomuceno, uno de los santos más venerados en el país.

Otro imprescindible es la Casa Danzante, de Frank Gehry y Vlado Milunić. El edificio se terminó de construir en 1996 entre bastante polémica, ya que se encuentra en una zona con edificios barrocos, góticos y Art Nouveau que, claro, no terminaban de casar con este nuevo vecino. Por suerte, el entonces presidente checo lo apoyó por completo y el edificio se quedó allí.

Curiosamente, Frank Gehry llamó originalmente al edificio “Fred and Ginger”, por la famosa pareja de bailarines, en los que se inspiró para diseñarlo, pero nadie lo conoce así. Nuestra recomendación es visitarlo al atardecer y por la noche, para verlo también iluminado.

Y todo lo demás..

Qué comer

Si tuviéramos que recomendar una única cosa de Praga, serían sus trdelnik. Nos parecen absolutamente maravillosos, ya sean rellenos de chocolate, helado o solos que, para nuestro gusto, es como mejor están.

Son unos dulces con forma cilíndrica, la masa se enrolla alrededor de un palo de madera y se pone al fuego. Luego se espolvorea con canela, nueces… Aunque, en realidad, este dulce tiene origen en Hungría. l nombre original de la masa húngara es el Kürtőskalács. El precio suele rondar los 60 CZK en su versión más básica y la mejor forma de tomarlos es recién hechos y calentitos, fríos pierden bastante.

Dónde alojarse

Praga está dividida en zonas, eso será lo primero que notaréis cuando empecéis a buscar alojamiento. La zona más céntrica es Praga 1, a partir de ahí te vas alejando poco a poco del centro y, obviamente, los precios van disminuyendo proporcionalmente a eso.

Nosotros nos alojamos en unos apartamentos que contratamos a través de Booking, a pocos metros de Wenceslas Square.  El sitio no estaba mal, aunque tampoco era ningún lujo. Eso sí, el precio perfecto para un fin de semana.

Cómo moverse

Por la ubicación de nuestro apartamento, nosotros recorrimos toda la ciudad a pie. Para ir al aeropuerto utilizamos el transporte público. Al llegar cogimos el último Airport Express, que es un autobús que te deja en la estación central de Praga, Hlavni Nadrazi. Tiene un precio de 60 CZK por persona y tarda unos 30 minutos en realizar este recorrido pero, ojo, solo circulan de 5:30 a 21 horas. 

A la vuelta optamos por la combinación de metro y autobús 119. El cambio se hace en Nádraží Veleslavín y el precio es de 32 CZK. Ojo, no vale el billete de 24 CZK y, además, tened cuidado con esto porque hay revisores y tienen muy mala leche. Nosotros nos confundimos con uno de los dos billetes por un descuido y nos tocó pagar una multa de 30 euros, después de aguantar las malas formas y los insultos del revisor, que vaya modales gastaba, nos llegó a llamar idiotas. Eso es, posiblemente, lo que menos nos ha gustado de Praga: el mal carácter de sus habitantes. Llevamos años viajando y hemos estado en muchos sitios, pero nunca nos habíamos encontrado con una actitud tan desagradable, seca y distante. Al parecer, según hemos averiguado luego, es una impresión generalizada.