Khajuraho. Pasajeros al tren (16)
Khajuraho. Pasajeros al tren (16)

Khajuraho. Pasajeros al tren (16)

 

Desayunamos en el hotel y después vamos a ver los templos del oeste, que son los que están en la zona turística de la ciudad y son de pago. Son varios templos distribuidos a lo largo de unos jardines muy cuidados. Nos sorprende lo bien conservada que está esta zona porque no suele ser algo habitual en India.

La entrada a los templos del oeste cuesta 500 rupias por persona.


Los templos, en su mayor parte del siglo XI son famosos por las figuras de carácter sexual que tienen talladas en sus paredes, representando escenas del kamasutra. Cada uno de ellos está dedicado a un dios hindú y, aunque la zona llegó a tener más de 85 templos, en la actualidad sólo se conservan unos 20. Según cuentan, se construía uno después de cada batalla ganada.

Son realmente impresionantes: las figuras minuciosamente talladas en arenisca, las filigranas y las palabras en sánscrito escritas a la entrada de los templos. Todo excelentemente conservado. La única pega que le veo es que en el interior de los mismos hay montones de murciélagos.

Después de recorrer los templos regresamos al hotel para darnos una ducha. El calor es horrible y a saber cuando volvemos a tener la oportunidad, dado que hoy dormimos en el tren. Mejor no arriesgar.

El Khajuraho más auténtico

Después vamos a dar una vuelta por el pueblo. Nos saludan a nuestro paso las personas que conocimos ayer, muchos son vendedores a los que anoche les dijimos que hoy pasaríamos por su tienda, no se olvidan de nuestras caras. Sin quererlo nos metemos en el recinto de un colegio. Sale a recibirnos el director, que nos enseña las aulas y nos explica qué estudian (sánscrito, inglés e hindi, además de matemáticas y ciencia) y cómo funciona la escuela. Los niños más pequeños nos persiguen encantados de que les hagamos fotos y los más mayores nos saludan con curiosidad desde las clases.


Nos despedimos y nos salimos de la zona turística para meternos en el casco antiguo, donde vive la gente de aquí. Las calles están llenas de animales: perros, vacas, burros y jabalíes campan a sus anchas por aquí, y en general por toda India. Lo más llamativo es que son extremadamente mansos y van a lo suyo, sin molestar ni ponerse violentos. Nadie se mete con ellos y ellos no se meten con nadie. Eso sí, las calles están llenas de plastas y meados por esta causa. No es lo más higiénico de mundo, pero es su manera de hacer las cosas y no deja de ser curioso.

La hora a la que hemos quedado con el conductor se acerca, así que vamos a comer. La gente con la que estuvimos de charla ayer nos recomiendo un sitio llamado Saffron y, después de ver la carta, nos sentamos ahí. Pedimos pollo korma y pakodas de paneer. La verdad es que está muy rico, todo aquí lo está, pero nos gustó más el sitio de ayer. Cuando acabamos nos vamos a comprar unos dulces y un lassi al sitio de ayer, el Lassi Corner. Después volvemos al hotel donde nos está esperando el conductor. Nos vamos a Janshi.

Orchha, el retorno

Pero primero paramos en Orchha a cenar. Entramos al templo justo para la puja. Nos encontramos a las niñas del otro día que nos empiezan a explicar cosas sobre el templo. Es muy curioso porque aquí todos chapurrean español y siempre te dicen lo mismo: de dónde eres, qué edad tienes, que pareces más joven y que eres muy guapa.

Las niñas nos llevan fuera y nos empiezan a pedir que vayamos a su tienda, que es lo siguiente que te dicen siempre. Y no sé si por lo que nos contó el niño del otro día, pero nos acaban liando para que vayamos y les compremos una chocolatina. Sabemos perfectamente que es un timo, que devolverá la chocolatina según nos giremos y se quedará el dinero pero bueno, son diez rupias.

Cenamos en Tarang Restaurant. Es el sitio que nos recomendó Gorka el otro día pero que descartamos porque estaba lleno de turistas. Hoy, como estamos muertos de calor y aquí tienen aire acondicionado, hacemos una excepción. Pedimos thali y pakoras, a las que nos hemos aficionado estos dos días. Acabamos a reventar de comer y eso que hemos pedido un thali para los dos. Mientras cenamos no dejan de llegar turistas y al salir entendemos por qué: en un cartel anuncian que salen en la Lonely Planet. Ahora nos explicamos por qué nos lo recomendó Gorka con tanto entusiasmo.

Tras la cena, regresamos al coche y nos ponemos rumbo a Jhansi, a la estación de tren. Hay muchísima gente en los alrededores de la estación y en el andén. Creíamos que iba a ser bastante más caótico pero no está mal organizado, tienen pantallas con información sobre los trenes y, al menos el nuestro, llega puntual.

Nos despedimos de Baharu con mucha pena y nos subimos al tren.  Buscamos nuestras literas, tenemos las dos de arriba de la clase 2A, en un compartimento para 4. Estos vagones tienen aire acondicionado y cortinas para separar el compartimento del pasillo. En las literas de abajo se sientan cuatro personas, no nos queda claro si comparten o qué pasa exactamente.

No tenemos nada de intimidad aquí arriba, así que aprovecho que tengo el saco sábana y utilizo las sábanas que dan en el tren para hacerme una cortina improvisada que me aisle un poco de nuestros compañeros de compartimento.

Consejo: las mejores literas son las de pasillo, con cortinas individuales y ventana en las de abajo.

Uno de los tipos de abajo no para de eructar, hablar con el móvil a voces y hacer ruidos muy desagradables. Le llamo la atención y, al menos, baja ligeramente el tono de voz.  Además el aire acondicionado está muy fuerte y el chorro me da directamente en la cara. Lo tapo con unas bolsas que llevo en la mochila. Después, nos dormimos.

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