Jinja y Kampala (15, 16)
Jinja y Kampala (15, 16)

Jinja y Kampala (15, 16)

 

Y llegamos a la última etapa del viaje, sabiendo que nos quedan apenas un par de días en este país que tanto nos ha gustado.

En busca del trekking perdido

Como nos dejamos el trekking de Sipi Falls a media, lo primero en la mañana es completarlo. Nos toca llegar hasta la última cascada, la más alta de todas con sus 100 metros de altura. Iremos acompañados también de nuestro guía, que la verdad es que es un puntazo que nos haya dividido el trekking en dos días porque de otra manera no nos hubiera dado tiempo a hacerlo completo.

El sitio es un espectáculo, una bajada a la parte más baja del valle, rodeada de palmerales y vegetación. Es un sendero en cuesta, con bastante pendiente, pero no excesivamente complejo salvo en un par de tramos que si tiene algo más de dificultad… pero nada comparado con el trekking  de Bwindi, así que ya nos parece hasta fácil.

Hacia el final del camino un grupo de tres señores se acoplan a nosotros y comienzan a caminar detrás. No le damos importancia porque pensamos que simplemente van a alguna finca, pero de golpe empiezan a darnos la mano para ayudarnos a bajar. La primera vez pienso que simplemente quieren ser amables, la segunda nos mosqueamos y con disimulo preguntamos a nuestro guía. Nos dice que sin más, que simplemente están siendo amables. Así que seguimos como si nada, ya que no queremos resultar desagradecidos o antipáticos.

Llegamos hasta la cascada, que es una preciosidad. Allí nos hacemos unas cuantas fotos, con el sonido de la caída del agua de fondo. Los señores se quedan todo el rato ahí y ya nos empieza a parecer bastante raro todo, pero no queremos insistir.

Cuando estamos saliendo, uno de los hombres que nos acompañan tan espontáneamente nos avisa de que ha encontrado un camaleón. Llevábamos todo el viaje queriendo ver uno, así que nos entusiasmamos con esto, aunque sea uno pequeño.

Cuando ya estamos acabando, y como nos habíamos temido cuando preguntamos, los señores nos vienen a pedir dinero por habernos ayudado en el camino. No nos apetece discutir y realmente estamos muy entusiasmados por el camaleón, así que le damos un billete pequeño. El tipo nos mira como con decepción y nos dice que quiere más. Ahí ya nos plantamos y le decimos que bastante que le damos algo, que no le hemos pedido ayuda y ellos en ningún momento nos han dicho que eso tuviera precio, y que de hecho hasta hemos preguntado para asegurarnos. Al final se resignan.

Jinja

La siguiente parada del día es Jinja, el lugar donde se encuentran las famosas fuentes del Nilo. Este mítico lugar que fue buscado durante años por los grandes exploradores del continente se encuentra en la confluencia del lago Victoria con el inicio del río Nilo y, la verdad, no estamos muy seguros de ir a verlo.

Le decimos a Gerard que queremos ir a ver el lago Victoria, así que nos lleva hasta el muelle de los pescadores… y ahí tenemos un golpe de suerte. Por lo mismo que nos costaría la excursión desde el muelle turístico por persona, nos ofrecen realizarla para los 3 y de manera privada en la barca de un pescador local. Luego nos enteraremos de que por esta vía no pagan impuestos, por lo que es más barato… pero podrían haber tenido problemas si los llega a ver la policía. Pero claro, eso nos lo dicen al bajarnos ya.

Las fuentes del Nilo son básicamente un espacio en el que el agua burbujea. Justo en ese punto termina el lago Victoria, con sus aguas tranquilas, y comienza el río Nilo con sus aguas agitadas. Se nota mucho el corte y es bastante curioso de ver. Un pequeño puesto en medio del agua, que no es otra cosa que una tienda de souvenirs, con una pequeña placa señalan el sitio exacto en el que estamos. Y ya. Eso es todo lo que hay que ver. La verdad es que por el precio original turístico (35$ por persona) nos parece un poco decepcionante… por los 30$ para tres que hemos pagado está bien y es una curiosidad interesante.

Tras la excursión y el atardecer nos vamos a cenar algo en unos puestos callejeros que hay en la zona del mercado. Comemos en la calle y aprovechamos para comprar algo de artesanía local, que nos tiene totalmente enamorados.

Kampala

A la mañana siguiente, ya nuestro último día en Uganda, nos vamos a la bulliciosa Kampala. Es impactante el cambio de las zonas en las que hemos estado a esta gran ciudad africana. Es una ciudad caótica, fea y desordenada sin ningún interés salvo lo que iremos a ver en rato. Así que aprovechamos para ir a comprar más artesanía, porque las cosas son preciosas y solo queremos más y más.

En un mundo ideal, consideramos que parar en Kampala no merece la pena… pero en el mundo pandémico en el que vivimos actualmente es necesario hacer esta parada para poder gestionar todo el tema de la PCR de salida que se nos exige con tiempo suficiente….y se puede hacer en otros sitios, pero envían el resultado a analizar a Kampala y al final tardan más y encima es más caro, así que nada.

Vamos a comer a un sitio que nos ha recomendado Gerard y que no deja de ser un restaurante de comida local con su matoke y su ugali y todos los platos que llevamos comiendo todos los días desde que llegamos a Uganda, aunque con servilletas de tela y más mono de decoración… y también 10 veces más caro, claro.

 

Las tumbas de Kasubi

Luego nos vamos a las tumbas Kasubi, pertenecientes a los antiguos reyes de Buganda. Se construyeron en 1882, durante el reinado de Muteesa I y allí descansan sus sucesores: Mwanga II, Daudi Chwa II y  Muteesa II.  Y, por supuesto, todas las esposas de estos que son muchísimas. De hecho, tenían la costumbre de que cuando una de las mujeres fallecía vinieran parientes de la misma a suplirla. Así que había mujeres infinitas para estos reyes.

Hay que entender que, aunque Uganda a día de hoy es un único país, internamente sigue estando dividido en cuatro grandes regiones, esos «reinos». Y cada uno tiene su rey. Buganda era y es el mayor de todos y el más rico, como era de imaginar. Los otros son Toro, Bunyoro y Busoga. Los reinos fueron abolidos en 1967, pero en 1993 el presidente Yoweri Museveni los volvió a reconocer como entidades culturales, y desde ese año se volvió a usar el título de soberano.  En ese caso Ankole, que era otro reino tradicional, se quedó fuera.

Las tumbas son Patrimonio de la Humanidad desde 2001, aunque actualmente se visita una reconstrucción ya que las originales ardieron en 2010. Normal, por otro lado, por el material en que están construidas: paja y madera. En realidad no se construyeron como tumbas, sino como residencia real, pero al morir Muteesa I se cambió la función del complejo. Y se mantuvo así incluso cuando el país pasó a ser colonia británica.

Las edificaciones son impresionantes y una buena muestra del gran trabajo artesanal de los bugandeses. Hay que señalar que existen varios gremios en este reino y que los miembros de dichos gremios pertenecen a una misma familia siempre. Es decir, si tu antepasado era un guardia real y se apellidaba Mbwa, pues ahora tu perteneces a ese clan y tanto tú como tus hijos seréis los únicos con la opción de ser guardias reales. El oficio se hereda y no puede salir de ese clan.

Nosotros nos encontramos con la tumba principal en proceso de restauración y no nos permiten acceder a ella, lo cual es muy decepcionante… sobre todo porque nadie nos ha avisado antes de entrar y nos han hecho pagar la entrada completa. Nos quejamos con energía porque nos parece bastante indignante que no avisen de que solo se puede visitar un 20% del complejo, la verdad. Al final aceptan que tenemos razón y nos devuelven la mitad del dinero que hemos pagado para entrar.

Después de esta visita nos vamos al alojamiento para descansar, hacer las maletas y prepararnos para coger nuestro vuelo, que sale a horas intempestivas. ¡Hasta la vista, Uganda!

 

 

 

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