Moscú pasado por agua (3)
Moscú pasado por agua (3)

Moscú pasado por agua (3)

 

Empezamos el día cogiendo el metro en Lubyanka. Vamos a coger la línea roja hasta Sportivnaya, para ir a ver el Monasterio Novodévichi. Se trata de un convento de amplios muros, fundado en 1524 y que fue utilizado por Iván “El Terrible” y Pedro “El Grande” para recluir a las mujeres rebeldes de las familias nobles. Además, cuenta en su interior con el cementerio más famoso de Moscú, que alberga más de 27 mil tumbas. A diferencia de otros monasterios moscovitas, ha permanecido virtualmente intacto desde el siglo XVII. En 2004, fue proclamado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

Primero visitamos el cementerio. Es muy curioso porque todas las tumbas tienen estatuas y bustos que son verdaderas obras de arte.  Aquí hay enterradas personalidades rusas, como astronautas, matemáticos, músicos, actores… Un lugar que impresiona, sin duda.

Después de la visita, bajamos hasta el convento. Entramos con un grupo enorme de turistas que está colapsando la entrada. Visitamos las iglesias que hay en el complejo. Son las primeras iglesias en las que estamos que permiten tomar fotografías de su interior, lo cual nos da una alegría porque las iglesias aquí son my diferentes de lo que conocemos y merece la pena verlas.


Empieza a chispear cuando nos disponemos a salir para ir a ver el lago Bolshói, que es el que inspiró a Tchaikovsky su famoso “Lago de los cisnes”. A la salida nos damos cuenta de que hay una taquilla. Sin saberlo, nos hemos colado en el convento sin pagar los 300 rublos de entrada y hemos hecho fotos sin pagar los 100 que piden para tal efecto. Qué se le va a hacer. Bajamos hasta el lago, pero la lluvia empieza a coger fuerza. Nuestra idea de ir a pie hasta el parque Gorky queda descartada, en su lugar, vamos a ir directamente a Vorobyovy.

Decidimos ir a pie, aunque no tardamos en darnos cuenta de nuestro error: lo que parecía una distancia corta resulta ser casi una hora de caminata, atravesando el parque y subiendo multitud de cuestas. Mi rodilla se resiente un poco, pero conseguimos llegar hasta el mirador, no sin antes preguntar varias veces por su ubicación, que empieza a estar señalizada a mitad de camino. Nos salva el traductor que me descargué en el móvil, que viene maravillosamente bien para estos casos. Además, a los rusos parece hacerles gracia que intentemos comunicarnos con ellos en su idioma y se muestran más amables. De normal no es que destaquen por su amabilidad, precisamente.

El mirador es espectacular, desde aquí se ven las 7 hermanas de Stalin, que son unos rascacielos construidos por Stalin para conmemorar el VIII centenario de la ciudad. El proyecto inicial contemplaba un octavo rascacielos, el Palacio de los Sóviets, que no llegó a construirse (y que fue para el que derribaron la Catedral de Moscú). Justo a nuestra espalda queda la última de ellas y, en mi opinión, la mas imponente: la Universidad de Moscú, un impresionante edificio de 36 plantas rematado en una estrella, algo muy habitual en los edificios soviéticos. A medida que nos vamos acercando, muestra admiración por el edificio crece. Intentamos entrar sin éxito, así que lo bordeamos para ir al metro Universitet, desde donde pretendemos movernos hasta nuestro siguiente destino.

No para de llover, así que descartamos los parques. Optamos por acercarnos a Biblioteca Lenina a comer algo. Hoy vamos a probar la famosa patata rusa de Kroshka Kartoshka, una patata mezclada con queso y rellena con diferentes ingredientes que resulta estar buenisíma.

Al salir nos acercamos a ver la biblioteca e intentar entrar. Esta vez tenemos más suerte, ya tienen hasta identificaciones para visitantes. La biblioteca además bastante impresionante por dentro y, además, nos hace especial ilusión conocerla por dentro por ser uno de los escenarios de Metro 2033.

Salimos del metro y vamos a pie hasta la calle Arbat. De camino, vemos una escena curiosa: la avenida Mohkovaya cortada y varios vehículos de alta gama circulando por ella rodeados de un fuerte dispositivo policial. Suponemos que debe tratarse de algún alto cargo del gobierno, quizás Putin. Por cierto, muy curioso lo de los rusos con Putin. En todos los puestos de souvenirs se pueden ver tazas, imanes y demás recuerdos con imágenes del Presidente de lo más curiosas: pilotando un helicóptero, montando a caballo sin camiseta, cazando un oso… Una cosa curiosa, sin duda.

Nos cuesta un poco encontrar la calle Arbat. El problema viene de que muy cerca hay otra calle de nombre similar que no es peatonal. Finalmente, tras dar un par de vueltas,  la localizamos. La lluvia no cesa y yo estoy calada hasta los huesos, no puedo más. Echamos un vistazo rápido a la calle, que realmente es una calle preciosa para un día de sol, y nos vamos al hotel.

Cogemos el equipje y nos secamos un poco, lo justo para emprender el camino a Moskva Leningradskaya. Para ello cogemos la línea roja hasta Komsomolskaya. Hay que poner atención a esto, ya que en el billete de tren la estación de salida aparece como “Oktyabrskaya”, que es otra estación de metro de la línea marrón y el antiguo nombre de Moskva Leningradskaya.

Llegamos sin dificultades. Ya nos hemos aprendido nuchos de los carácteres cirílicos y no necesitamos consultar constantemente el mapa para traducir las estaciones, lo cual nos facilita enormemente los desplazamientos en metro. Al salir del metro comienza el caos: hay como un millón de terminales de tren juntas y no tenemos ni idea de a cuál tenemos que ir. Todo, como viene siendo costumbre, indicado en cirílico. Finalmente y después de preguntar a un par de policías, descubrimos que Moskva Leningradskaya es el ultimo edificio de la izquierda, mirando hacia las vías. Llegamos y, ahora sí, vemos anunciado nuestro tren.

Vamos al anden un poco a antes de la hora de salida y vemos que la gente ya está subiendo. Hemos cogido un billete de tercera clase y no sabemos qué nos vamos a encontrar. Al llegar a nuestro compartimento, hay dos mujeres. Pienso que son nuestras compañeras de “cuarto”, pero no, resulta que se han equivocado, así que tenemos suerte y el compartimento se queda solo para nosotros. Además, no contaba con ello, nos han dejado unas bolsa con un pequeño almuerzo que agradecemos enormemente ya que, con el caos de última hora, no hemos podido comprar provisiones.

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