Hoy nos levantamos sin prisa por primera (y posiblemente única) vez en todo el viaje. Es 29 de agosto, el día de nuestra boda. Ya hemos contado esta historia antes, pero tal día como hoy hace unos años, cuando aún no éramos pareja, hicimos una broma sobre casarnos en Bali… y aquí estamos 🙂
De playa en playa
Dedicamos la mañana a recorrer distintas playas de Bali. Lo cierto es que esta isla no es precisamente conocida por sus playas: la mayoría son playas de surf, con oleaje y rocas, poco apetecibles para el baño. Bonitas, eso sí, aunque tampoco espectaculares.
Primero vamos a la playa de Padang Padang, que nos pilla cerca de la villa. Es una playa de tamaño mediano, a la que se baja por unas escaleras ya que está rodeada por una montaña. La arena es gruesa y medio rocosa. Hay multitud de warungs, una escuela de surf y, de momento, poca gente. Damos un paseo por la playa y los más valientes incluso se bañan, pero al poco empieza a subir la marea y, aparte de mojarse todas nuestras cosas, nos quedamos sin espacio para las toallas por lo que optamos por irnos a otro sitio.
La siguiente playa que visitamos es la de Labuan sait, a la que suelen llamar Padang padang aunque no sea su nombre real. Es mucho más turística que la anterior. De hecho, nos piden 10.000 rupias por bajar. Igual que la de Padang padang, está en la parte baja de un acantilado y se acceder a través de unas escaleras, aunque esta es mucho más pequeña.
Nos pensamos si bajamos o no porque está hasta los topes de gente -no hay un hueco libre 🙁 -. Además, vemos que hay monos, y después de la experiencia de ayer en Uluwatu nos da cosa que nos roben algo. Nos acercamos a un par de taxis para preguntar cuánto nos pedirían por llevarnos a la Dreamland beach, pero nos dicen una cantidad desorbitada (unas 5 veces más de lo que me indica Grab que cuesta el viaje). Se lo decimos y nos dicen que en esta zona no funciona Grab. Tras un rato de indecisión, acabamos optando por bajar a esta playa ya que el precio del taxi nos parece abusivo y nos da mal rollo quedarnos en Dreamland beach tirados, sin tener más opción que pagar una locura para volver… más teniendo en cuenta que somos muchos y necesitamos dos coches.
[booking_product_helper shortname=»bali»]
La playa, tal como se veía desde arriba, está masificada. Bonita, con agua cristalina y un rincón muy bonito, pero también repleta de turistas, puestecillos y warungs, con oleaje y pequeña. No invita a quedarse, la verdad. Estamos un rato, nos damos algún baño y, finalmente, regresamos a pie a la villa. De camino paramos a comer en un warung llamado Nyoman en el que nos ponen unas brochetas satay increíblemente deliciosas (una de las mejores comidas del viaje).
La boda
Y llegó el momento que tanto tiempo habíamos estado esperando. La verdad es que estoy nerviosa, mucho. Aunque ya estemos «oficialmente» casados en España, esta boda significa mucho para nosotros. Lo primero, cumplir una promesa que nos hicimos cuando aún no éramos nada. De hecho, cuando aún no sabíamos que esto era una promesa. Lo segundo, compartirlo con nuestras personas más cercanas, que han cruzado medio mundo para estar hoy a nuestro lado. La boda civil la hicimos solo con nuestros padres (+ hermana) y ya, por lo que esta ceremonia tendrá más espectadores (y telespectadores, que tenemos invitados especiales vía videoconferencia).
Nuestro amigo F. ha preparado una ceremonia preciosa y súper especial, hecha a nuestra medida, que nos arranca más de una sonrisa… y varias lágrimas. Si alguna vez podíamos haber imaginado este día, desde luego la realidad ha superado todas nuestras expectativas..