Empieza una nueva jornada de viaje para nosotros. Nos toca hacer muchos kilómetros, concretamente nos vamos a ir hasta Kidepo, en la frontera con Sudán, en el extremo norte de país. Son unas 8 horas de carretera, por eso esta zona suele quedar fuera de las rutas habituales y este parque suele ser el menos visitado por el turismo.
Road trip
Como el camino es tan largo hacemos una parada en Gulu para repostar, estirar las piernas y comprar fruta, que ya es un clásico para nosotros. Concretamente compramos una piña que tiene una pintaza tremenda.
Gulu es una ciudad bastante grandecita, caótica y con mucho movimiento, no llega a ser una capital, pero sí se nota que aquí hay bastante más gente que en los sitios en los que hemos parado hasta ahora.
Tras esta parada hacemos otra para comer, en un sitio algo más pequeño, el menú ugandés habitual que ya nos conocemos de sobra. Ya hemos dejado el matoke para pasarnos al arroz y al ugali.
Tras eso, nuevamente carretera hasta Kidepo. Es sorprendente ver cómo cambia el paisaje en esta zona de Uganda. Las casas cambian de forma, ahora son casas redondas de adobe con tejado triangular, las carreteras están en peor estado y todo parece más pobre. Gerald nos cuentan que esta zona estuvo en guerra civil con el resto de país y que por eso llevan un importante atraso económico.
La llegada al lodge es muy espectacular porque la verdad es que está en un sitio precioso. Nosotros dormimos en una tienda ya montada, bastante chula, con una cama dentro y un porche trasero que da a la sabana. Nos damos una ducha y nos ponemos a cenar en el porche cuando escuchamos algo raro a unos metros de distancia. Entonces vemos unos ojos en la oscuridad. Nos falta tiempo para meternos en la tienda.
Los leones rugen al amanecer
A la mañana siguiente, después de un espectacular desayuno buffet que nos deja alucinados, entramos en Kidepo. Es un parque muy bonito, con unos paisajes de sabana clásica muy espectaculares… pero parece que los animales no están por la labor de aparecer.
Pasamos por una zona en la que se permite la acampada, de hecho hay unos baños, y entonces vemos a un león. Un macho, caminando tranquilamente. Se sube a una roca y, al más puro estilo Mufasa, suelta un rugido. Luego camina un poco más y se tumba. Y ahí se queda ya. Los leones no son unos animales muy activos durante el día, de hecho resultan un poco decepcionantes porque básicamente su día a día consiste en tumbarse a dormir… pero claro, son tan sumamente bonitos e impresionantes que uno les perdona todo.
Nos quedamos un buen rato mirando al león hasta que se tumba entre unos arbustos y ya le dejamos de ver. Es tremendo lo que se pueden llegar a camuflar, la verdad. No me quiero imaginar si ahora llegara alguien al camping despreocupadamente…
Seguimos con el game drive y vemos varios herbívoros, aunque aquí no hay jirafas ni cebras y no vemos más que unos elefantes a lo lejos. Hay, eso sí, mucho antílope. Se pone a llover y la cosa se complica, los caminos se empiezan a embarrar y muchos sitios se quedan intransitables, así que cuando llevamos un rato y empieza a acercarse la hora de comer volvemos a pasar por donde el león y vemos que sigue ahí, tumbado exactamente donde le hemos dejado. Nos vamos al lodge de nuevo y comemos allí. Nos sorprende no ver a ningún turista más, porque había varios… luego nos enteramos de que se han quedado atrapados por culpa de la lluvia en Kidepo y que han pasado varias horas allí.
Por la tarde, después de la comida, hacemos un segundo game drive. Obviamente la primera parada es para ver si el león sigue ahí… y efectivamente, allí está, pero ya no está solo, ahora le acompaña otra hembra y un macho más joven. Siguen tumbados, dumiendo la siesta. A veces se levantan y se desplazan un poco o levantan la cabeza para mirarnos, pero poco más. Estamos un rato y nos movemos por el parque, pero hoy los animales no están muy animados, así que volvemos a lo seguro y nos despedimos así de los game drive, porque esa parte del viaje ha finalizado.
Por la noche subimos al lodge a cenar en una de las mesas del área común y, para nuestra sorpresa, se ofrecen a cortarnos y prepararnos la fruta que llevamos… así que nos damos un festín a base de piña, mango y aguacate bastante épico y delicioso.