Diario de Cuba (5): Cienfuegos
Diario de Cuba (5): Cienfuegos

Diario de Cuba (5): Cienfuegos

 

Nos levantamos a las siete de la mañana y recogemos. Pagamos la habitación a la mujer de Juanito (20 CUC la noche, aunque en un principio nos intenta cobrar 25 – por suerte tengo los emails donde me dan el precio) y salimos a buscar a Leandro, que no ha querido acercarse a la casa para evitar conflictos. Mientras colocamos las cosas en el maletero, los chicos van a por algo de desayuno. Se encuentran con el taxista de ayer, al que le cuentan toda la movida que tuvimos anoche y se queda de piedra. Dice que Juanito está loco y que se ha buscado un problema grande. Para que no nos vayamos con mal sabor de boca de Viñales y veamos que los cubanos no son así, dice, nos invita al desayuno.

Emprendemos la marcha. Son cinco horas hasta Cienfuegos, por las carreteras cubanas que están llenas de baches, por suerte el coche es bastante cómodo. Un Peugeot 406 con menos de 10 años, algo raro por aquí. Leandro nos cuenta que en Cuba se tiene mucho miedo aún, que fueron muchos años en los que la menor queja podía mandarte a la cárcel y que por eso ahora son tan sumisos. Nos cuenta que hay mucha pobreza, que los precios han subido mucho con el turismo y que cada vez hay más productos en moneda extranjera. Dice que ellos no se pueden permitir ir a un hotel, que hace muchos años el gobierno regalaba descuentos para hoteles a las parejas de recién casados pero que eso desapareció. Que aquí todos tienen estudios universitarios, pero que la mayoría prefiere trabajar para el turismo porque da más dinero. Nos dice que hace tan sólo un año que Internet llegó a la isla, que antes únicamente recibían información del exterior a través del gobierno. Que ahora ya tienen pasaporte, algo impensable hace unos años, pero que no pueden ir a ningún sitio porque ningún país les daba visado, sólo Rusia para unos días. Creen que vamos a quedarnos allí, dice.

Dice que los precios son una locura porque suben en función de la oferta que haya y que cuando un producto escasa puede llegar a ser prohibitivo. Nos pone de ejemplo las patatas, que han llegado a valer 10 euros el kilo. En Cuba no hay muchas, lo que ellos tienen es malanga, similar pero no igual. Nos habla del reciente turismo estadounidense, que deja verdaderas fortunas en la isla. Piensa que los precios subirán mucho más porque los americanos no tienen problema en pagar las cosas a precios elevados y que eso hace que todo suba mucho más. Pagan 25 CUC por la excursión que tu has hecho a 10 y encima dejan propina, al final nadie querrá llevar a los turistas que paguen menos.

Paramos en una gasolinera. Vamos con el depósito prácticamente vacío, pero no hay gasolina. La legal es para los vehículos del Estado y la ilegal, gasolina que revenden los camioneros del Estado a mitad de precio, se ha terminado. Avanzamos hasta una casa particular donde venden a veces gasolina ilegal, pero tampoco queda. En la gasolinera vale 1 CUC el litro, aquí la puedo conseguir por medio CUC. Es mucha diferencia.

Por el camino vemos vacas en los laterales, Leandro nos cuenta que los cubanos no pueden comer carne de vaca. Está prohibido, esta carne es únicamente para los turistas, dice, aunque nos cuenta también es posible conseguirla de manera ilegal. Paramos en otra gasolinera y tampoco sirven gasolina, tienen algún tipo de problema técnico. El depósito está casi al límite y empezamos a preocuparnos, aunque Leandro parece tranquilo. Conozco el coche, asegura, cuando vives aquí aprendes a saber estas cosas. Nos habla de la Cuba del bloqueo, de cómo los cubanos no tenían absolutamente nada, aún teniendo dinero para comprarlo, porque simplemente no había nada en la isla. Al contrario que cuando contaban con ayuda de los rusos. Esos fueron buenos tiempos, nos dice, aunque en su momento no sabíamos qué estábamos entregando a cambio. Se refiere a la crisis de los misiles cubanos.

Ahora todo va cambiando. La generación de Leandro es más crítica, todos son universitarios y han aprendido, oportunidad que no tuvieron sus padres. Sus hijos ahora conocerán Internet y cree que eso los hará aún más críticos con el gobierno. Si ahora hubiera otro bloqueo, asegura, la gente se alzaría contra ellos. Esta vez no aguantaría. El socialismo solo es un camino más largo hacia el capitalismo, afirma. Nos habla también de los de CDR, comités de defensa de la revolución, grupos de vecinos organizados por barrios con un presidente que básicamente se encargan de vigilar lo que hacen los demás, informando de toda actividad irregular o ilegal. Me recuerda terriblemente al 1984 de George Orwell.

Paramos en un pueblo cerca de Playa Girón donde por fin echamos gasolina. Curioso que paremos justo aquí, el lugar que pasó a la historia tras la invasión de Bahía de Cochinos. Difícil obviarlo también, ya que hay múltiples carteles propagandísticos que lo recuerdan. Cuba está llena de carteles de este tipo, con frases o lemas de la Revolución o de José Martí. Con la gasolina justa para el trayecto que nos queda, seguimos hasta Cienfuegos.

La ciudad es más grande que Viñales, más parecida a la Habana. Tiene una avenida principal que nos recuerdo al Paseo del Prado de la capital, de hecho se llama igual. Leandro nos guarda las maletas en su casa mientras damos una vuelta. Hemos acordado con él que más tarde nos llevará a Trinidad por 40 CUC. Comemos en una ventanita y bajamos por la avenida principal hasta el Malecón. Hay mucha gente en la acera, cosa que nos sorprende. Vemos multitud de carteles y banderas, sobre todo mensajes de cariño para Fidel. Un hombre nos dice que en un rato pasará la comitiva con las cenizas del comandante.

Decidimos entrar a tomar un helado a Coppelia, a 2’5 CUC (10 céntimos) la copa. Está muy rico, aunque la oferta de sabores es muy limitada. Hoy sólo tienen naranja piña, almendra y plátano. Después, bajamos hasta el Malecón y después cogemos un sitio en el Paseo del Prado.

Son las 4:30 de la tarde y nos han dicho que la caravana pasará a las 5. Los chicos se acercan a avisar a Leandro de que iremos un poco más tarde. Esperamos un buen rato y volvemos a preguntar, ahora hablan de 6 – 6:30. Anochece pronto y no queremos que se nos haga de noche porque las carreteras son peligrosas, no están iluminadas y hay muchos baches. Seguimos esperando, pero empiezan a hablar de 7:30-8.

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La caravana aún va por Santa Clara. Decidimos ir a casa de Leandro para ver qué podemos hacer. Nos dice que han cortado el tráfico y que posiblemente no podremos salir. Llama a las casas a las que vamos en Trinidad para avisar de que llegaremos tarde y nos ofrece algo de comer y beber, incluso pone a nuestra disposición su ducha. La noche ya ha caído y la caravana sigue lejos, empezamos a impacientarnos. Leandro sale a investigar y al rato regresa diciendo que ha conseguido que nos dejen salir por una calle. Nos montamos en el coche y salimos hacia Trinidad.

Llegamos a la casa de Trinidad. Esta vez no hemos escogido muy bien porque está algo retirada del centro, quizás a 10 minutos andando. Estamos dejando las cosas cuando alguien viene a buscarnos. Es A, otro chico del foro, que viaja sólo. Salimos con él a dar una vuelta. Lleva ya varios días en Cuba y tuvo la suerte de vivir la Habana antes del luto. Nos cuenta que el cambio ha sido radical y que se ha notado mucho la desaparición de la música de las calles. Vamos a las escaleras de la Casa de la Música a conectarnos a Internet y recorremos el pueblo de noche. La verdad es que el pueblo es muy bonito, muy turístico también. Todas las casas, de arquitectura colonial, son espaciosas y de techos altos, con patio interior. Las calles empedradas son algo incómodas, pero tienen mucho encanto. Nos han dicho que el pueblo tiene más de 500 años y que fue fundado por un español, Diego Velázquez, el primer gobernante de Cuba y fundador de otras 6 ciudades en la isla. (No está emparentado con el pintor. De hecho, los cubanos ni siquiera conocen al pintor).

De camino a casa cenamos algo en una ventanita, que curiosamente vende hamburguesas y tiene una M de McDonalds como logo. Las hamburguesas aquí sonas bien bocadillos de carne, pero el intento es curioso. Ya de vuelta a casa, nos despedimos y nos vamos a descansar.

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