Diario de Islandia (7): Las tierras altas
Diario de Islandia (7): Las tierras altas

Diario de Islandia (7): Las tierras altas

 

Dejamos el camping de los horrores que, por cierto, no hemos conseguido pagar porque la web sigue caída y allí no aparece nadie. Ya lo que nos faltaba es que nos llegue una multa de este lugar, la verdad es que lo de las páginas de pago de Islandia es una faena, es la segunda vez que nos pasa que la web no va y ni siquiera viene un mail o un teléfono al que poder reclamar el problema… simplemente se queda colgada y se cae cuando vas a pagar y ahí te quedas tú con cara de idiota. Que nos da rabia porque no queremos dejar las cosas sin pagar y porque nos pueden llegar encima multas por algo que escapa a nuestro control y que no tenemos forma alguna de resolver.

En las Tierras Altas

Conducimos hasta Hella para coger nuestro autobús a las 08:45 que, por cierto, parece bastante normalito salvo porque tiene las ruedas un pelín más grandes que los autobuses normales. Son dos horas de viaje hasta Landmannalaugar que aprovechamos para dormirnos un poco.

Ya en el camping de Landmannalaugar pedimos información sobre los trekkings. Nos decidimos por el naranja, que es una ruta circular de unas tres horas… aunque luego ampliamos y terminamos haciendo también parte de la ruta roja hasta que conecta con la verde hasta la parte superior de la montaña, donde se tienen las mejores vistas. Luego bajamos por la naranja hasta el camping y hacemos parte de la azul para ver un cañón. En total estamos como unas cuatro horas caminando… y menudo espectáculo de lugar. Es una pasada, nos recuerda muchísimo al valle arco iris de Atacama, con los colores de la tierra y esas montañas de formas tan redondeadas. Es una preciosidad de lugar, ojalá tener un 4×4 para poder recorrer más la zona.

Cascadas escondidas

A las 15:45 estamos subiendo al autobús y llegamos a Hella sobre las 18 horas.  De ahí nos movemos a las cascadas de Seljalandsfoss y Gljufrafoss, donde dormimos (y que sigue sin haber nadie, por cierto), pero vamos directamente al parking (de pago, 700 isk). El día está nublado y la luz no acompaña, pero la cascada de Seljalandsfoss mola porque se puede pasar por detrás de ella y subir también a un mirador que hay arriba. La de Gljufrafoss es curiosa porque está oculta detrás de una grieta y hay que pasar un poco sobre el agua para entrar a verla.

Ya de noche nos vamos hasta el siguiente camping mientras buscamos algún sitio para cenar, pero está todo cerrado. Al final acabamos comprando un perrito en un sitio llamado Björk donde el propietario nos asegura que son los mejores…y no están nada mal.

Dormimos en el camping Hamragardar, que está bastante bien y nos quita un poco el mal sabor de boca de la noche anterior… y nos podemos dar una buena ducha de agua caliente además.